Los 25 mejores discos de 2025
El pulso entre Rosalía y Bad Bunny demuestra que la música española y latina vive un momento de plenitud: ya no solo domina las escuchas a escala global, sino que también gana cada vez más prestigio crítico
Las músicas españolas y latinoamericanas viven el mejor momento desde que comenzó el siglo XXI. Y no ya por su posicionamiento entre los más escuchados en las plataformas digitales. También en listas como la de Babelia, elaborada por con las votaciones de una veintena de especialistas, todos vinculados a EL PAÍS. Siete discos de artistas españoles se cuelan entre los 25 álbumes más destacados de 2025, entre ellos el mejor, Lux, de Rosalía. Otros cuatro los firman músicos expresándose en castellano del otro lado del Atlántico. El duelo entre Rosalía y Bad Bunny cayó del lado de la catalana por poco. Los dos son discos inmensos que coronan una cosecha diversa con espacio para el flamenco, el hip hop, la electrónica, el pop comercial, el rock o las tendencias experimentales. Un buen año este 2025. CARLOS MARCOS

1. Lux
Rosalía
Columbia / Sony
Acostumbrados al capricho, la ocurrencia o el instante, Rosalía es la némesis de todos esos conceptos, pausada artesana de un trabajo concebido bajo una idea a modo de guía. Lux emerge como resultado de una necesidad que tiene un registro racional sustancioso, una argumentación que rescata la espiritualidad en tiempos de atroz materialismo. También una raíz emocional con enfoque femenino y una estética de cruce, hija localista de las fronteras, fértiles espacios de permeabilización y límites imprecisos. Catalana de sangre asturiana y gallega que un día tropezó con Camarón, hija de su tiempo y estudiosa de la música, sus propuestas nunca han sido obvias. Tampoco en Lux, un disco de intersecciones donde conviven electrónica, orquesta, coros y palmas como instrumentos que aplicar de diferentes maneras a sus canciones.
No es un disco de clásica, pero tampoco uno de pop con orquesta: es un álbum que se expresa por medio de lenguajes entreverados sin artificio, sin abrumar, con sutileza. Tampoco es un disco religioso, sino más bien un álbum inclusivo sobre una espiritualidad que apela a católicos, musulmanes, agnósticos, budistas o ateos. Al fin y al cabo, dios se puede escribir con minúsculas y la espiritualidad es también laica. Es una obra de pluralidades asertivas, pues Rosalía cree que los idiomas no solo son fuente de diferentes denominaciones para una misma cosa, sino fruto de culturas que se respetan difundiéndolas al usarlos. Disco popular en versos cortos, magistralmente interpretado, afronta el riesgo desde la centralidad comercial resituando lo que puede ser exitoso. Es un disco insobornable porque no se deja llevar por influencias ajenas. Queda claro, escuchando Lux, que Rosalía viene de muchas. LUIS HIDALGO

2. Debí tirar más fotos
Bad Bunny
Rimas Entertainment
El orgullo boricua de Bad Bunny conquistó el mundo en 2025. Paradójico cómo, partiendo de lo local, el artista puertorriqueño ha alcanzado el triunfo a nivel global. Y esto ocurre porque la amenaza sobre lo autóctono, sobre las raíces, sobrevuela en muchas partes del mundo. Nos sentimos interpelados cuando Benito advierte de que todo lo que nos rodea está en venta, incluidas nuestras emociones. Para un trabajo tan político, Bad Bunny recurre al baile, también el de su tierra, el folclore festivo, la salsa y sí, también el reguetón. Todo actualizado, estirando los géneros, otorgándoles una pátina contemporánea, respetando a los maestros, pero con el ímpetu y la capacidad de riesgo de alguien joven como él.
Debí tirar más fotos quebró, además, todas las reglas del sector: llegó en enero obviando los meses fuertes de venta de discos y anunciado solo unos días antes. Son 17 canciones, una hora de música con dos momentos memorables: Lo que le pasó a Hawaii, un lamento que corta la respiración, y Debí tirar más fotos, la canción más románticamente política del año. Sus 12 conciertos en estadios del próximo año en España serán la guinda de un disco que ha cambiado la historia reciente del pop: activismo musical, filiación social, diversión con conciencia, revolución que se puede perrear y bailar. CARLOS MARCOS

3. Eusexua
FKA Twigs
Young / Atlantic / Warner
En el cuarto álbum de la británica FKA Twigs, la música pop se vuelve un territorio introspectivo que reimagina la rave como estado meditativo. El concepto que da nombre al disco, esa lucidez previa a la culminación de un deseo no siempre sexual, vertebra un recorrido por el acid house psicodélico, el UK garage, el R&B y el drum’n’bass de filiación noventera, elaborado con una precisión que recuerda al Ray of Light de Madonna actualizado en esta era. Más que hablar de sexo, Twigs examina el cuerpo como espacio político. El resultado: su obra más directa y hedonista, sin renunciar a su habitual extrañeza hipersensorial. MARTA ESPAÑA

4. Spanish Leather
Guitarricadelafuente
Sony
Si en La cantera (2022) había testimoniado su admiración por el legado de los abuelos, Álvaro Lafuente recorre en su segundo álbum el envés de su espectro estilístico con toda suerte de pálpitos urbanos y noctámbulos. Del aire angelical hemos evolucionado a la concupiscencia: más allá de la bellísima ‘Tramuntana’, que aún desprende petricor, estas canciones son sudorosas, ocurrentes, seductoras, lúbricas e impías. Lafuente sigue resultando enigmático, pero osa erigirse en objeto de deseo y se vuelve poético, morboso, mordaz. Voluptuoso, sí, pero al tiempo profundo y sollozante: un Rufus Wainwright a la manera mediterránea. FERNANDO NEIRA

5. Lotus
Little Simz
AWAL / Popstock!
Vivir un tiempo en el que la mayoría jamás ha sentido la necesidad de ahondar en otro tiempo que no sea el suyo redunda en que cada semana te topas con el mejor disco de la historia, el mejor futbolista que jamás ha pisado una cancha o el mejor bocadillo que ningún humano ha ideado nunca. Por decir tres cosas al tuntún. Por eso resulta tan increíble como descorazonador que no se haya proclamado ya a esta rapera londinense como la mejor de la historia. En Lotus, una vez más, Little Simz se eleva por encima de sus coetáneos y se incrusta, como lleva haciendo desde Grey Area (2019), en el epicentro de la historia del hip hop. Juega ya en la misma liga que Guru o Missy Elliot. En este largo apuesta por su versión más orgánica y vacilona, flirteando incluso con la idea de una versión femenina de The Streets, algo que no sabíamos que necesitábamos hasta que la escuchamos a ella poniendo la idea sobre la mesa. XAVI SANCHO

6. Bleeds
Wednesday
Dead Oceans / Popstock!
La banda de Carolina del Norte ha hecho un disco redondo, con un himno incluido, ‘Edelberry Wine’. Karly Hartzman, voz y guitarra, destila actitud gótica sureña al hablar de funerales, cuchillos o true crime. Pero también canta sobre la vida cotidiana: coches eléctricos, CBD, ir al dentista o el fin del amor. Hartzman y MJ Lenderman (guitarra y fenómeno en solitario que, en un concierto, subió al escenario a un todavía candidato Zohran Mamdani) anunciaron su ruptura sentimental tras grabar el disco, y esa sensación de final se refleja en temas tristes, dulces y ruidosos. ANA FERNÁNDEZ ABAD

7. Getting Killed
Geese
Partisan / PIAS
Entre todos los hypes del año, ninguno respalda musicalmente el revuelo como el deslumbrante cuarto álbum de los neoyorquinos. Getting Killed suena a muchas cosas, y tiene la extraña cualidad de las grandes obras que, sin tener nada esencialmente nuevo, resultan absolutamente excitantes. Como ocurrió en su momento con The Strokes, seduce por igual a centennials que a cincuentones, provocando una saludable amalgama generacional. Parquet Courts, Black Midi y muchos otros no lo consiguieron, pero Geese podría ser lo que el rock estaba esperando para resurgir de nuevo como sonido hegemónico en la industria musical. Canciones, sonido, actitud y personalidad: lo tienen todo. YAHVÉ M. DE LA CAVADA

8. Under Tangled Silence
Djrum
Houndstooth
En el sexto álbum del productor británico Djrum, la lógica del IDM (intelligent dance music, esa rama de la electrónica que mezcla complejidad rítmica, sensibilidad experimental y una escucha más introspectiva) actúa como punto de partida para expandir el club hacia territorios casi camerísticos. Felix Manuel integra piano, chelo, arpa o flauta en un entramado de ritmos fracturados de raíz jungle y dubstep, pasando por música ambient o percusión sudafricana. El resultado es una electrónica emocional y meticulosa, heredera de Flying Lotus o Four Tet, que se aleja de lo que tradicionalmente conocemos como música pensada para el club. MARTA ESPAÑA

9. Himno vertical
Rocío Márquez
Delirioyromero
“La realidad solo se descubre reinventándola”, escribió el mexicano Roberto Juaroz (1925-1995) en la introducción a su Poesía vertical. Rocío Márquez, cantaora que trasciende el adjetivo, reinventa en Himno vertical el modo de encarar la realidad del flamenco. Ha construido la perpendicularidad de su salmo como una Babel en la que los lenguajes, sin confundirse, se enredan en diálogo fructífero. Sí, hay aquí pilares de lo jondo ya revelados a priori, pero la respuesta final de cada pieza muestra la instrumentación como elemento transformador. Y el cante. El texto puede ser dicho desde la expresión mínima de un fonema, en un movimiento perpetuo que emociona, arrebata, escuece, pica, acaricia y provoca. JAVIER LOSILLA

10. Big City Life
Smerz
Escho
El nuevo disco de Smerz profundiza en su rareza y confirma su deriva hacia un territorio propio: un pop poroso y liminal, hecho de fragmentos de trip-hop, electroclash, ambient y jazz minimalista, que ha convertido al grupo en una de las sensaciones underground del año. Lo componen las noruegas Henriette Motzfeldt y Catharina Stoltenberg —hija del exsecretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg: algo así como si una hija de Javier Solana decidiera dedicarse al R&B futurista—, cuya música oscila entre la energía del club y la introspección del dormitorio. Hay en la gloriosa dispersión del disco algunos ecos de aquel pop electrónico y depresivo de principios de siglo (pensamos, a ratos, en Broadcast), salvo que aquí todo suena rabiosamente contemporáneo. Big City Life es la banda sonora perfecta para una generación que baila con un ojo puesto en la salida de emergencia. ÁLEX VICENTE

11. Mayhem
Lady Gaga
Interscope / Universal
Abracadabra: por arte de magia, la Lady Gaga de 2008 ha vuelto, pero más sabia que nunca. Las 17 canciones de su último disco construyen un universo sonoro que satisface como nunca a sus pequeños monstruos. Aquí, su caos por fin adquiere forma: un álbum absolutamente pop que recupera sus frases pegadizas, un frenesí bailable de lo más ochentero que le ha servido para enfrentarse a sus miedos y transformarlos en renacimiento y liberación. Un viaje lleno de luces y sombras que en directo suena aún mejor. Y que, además, ha llevado a ‘Die With a Smile’ a convertirse en la canción más escuchada del año. KATY LEMA

12. Tranquilizer Oneohtrix
Point Never
Warp
En su undécimo disco, el estadounidense Daniel Lopatin recurre a un recopilatorio con muestras y clips de audio de los años 90 para coser paisajes fragmentados y fantasmales melodías, dejando claro que, en su universo, rondan tanto Mark Fisher (frente al capitalismo, la electrónica inspira otros mundos), como Jacques Derrida (la deconstrucción del archivo cuestiona las estructuras de poder). Hay suficientes elementos en juego en estas 15 canciones en forma de collages que se hacen excitantes cada vez. El final en caída libre de ‘Lifeworld’, el romanticismo de ‘Modern Lust’, los acordes techno en ‘Rodl Glide’, el saxo new age de ‘Waterfalls’. Cuestionando la narrativa musical, Lopatin ha pintado un objeto sonoro extraordinario. BEATRIZ G. ARANDA

13. Cancionera
Natalia Lafourcade
Sony
La cantante mexicana profundiza hasta la raíz en lo más hermoso de lo popular, reformulado unas veces, crudo en otras. Artista para tiempos de reinvención, la mexicana es una extraordinaria reconstructora de cancioneros. De ahí el título del disco, gozosa continuación de De todas las flores (2022), que marcó una ruptura. Adán Jodorowsky, firmó entonces y firma ahora la producción al alimón con Lafourcade, repleta de juegos musicales. El álbum es un compendio de amores, desengaños, esperanzas, gozos y sombras con exquisito envoltorio sonoro. En Cancionera, Lafourcade recoge en su voz el eco del tiempo para trazar en el presenta las huellas de la canción. JAVIER LOSILLA

14. Lágrimas de plomo fundido
Los Estanques & El Canijo de Jerez
El Volcán
Una sociedad en principio improbable, pero tras unos mensajes vía Instagram (“Me gusta tu música”, “Yo también soy fan de la tuya”) y una quedada con mucha cerveza y cosas de fumar, los psicodélicos cántabros Los Estanques y el flamenco gaditano El Canijo (Los Delinqüentes) se han fusionado para grabar uno de los álbumes de 2025. Convergen en el gusto por el sonido setentudo y en su amor por la música popular sin etiquetas. Así, una canción puede comenzar recordando a La leyenda del tiempo y pasar sorpresivamente a sonar como Extremoduro. Los Chichos, Obús, los Beatles, la psicodelia… Todo eso evoca un álbum donde se alternan con naturalidad las voces de Íñigo Bregel, líder de Los Estanques, y de El Canijo y con unas letras sobre expandir la mente. CARLOS MARCOS

15. Manifiesto
María Terremoto
Universal
Hija de Fernando Terremoto y nieta de Terremoto de Jerez, lo de María Fernández Benítez le viene de casta. Ha cantado desde siempre, pero con Manifiesto, su segundo disco, compone y enseña su herida al mundo. Lo hace con un cante antiguo, sin artificio alguno, fresco, a pelo suelto, mecido por la guitarra de Yerai Cortés. Su voz recia, con un toque dulce de agua, le canta a la muerte, a la luz y a las cosas del amor. Y sin lunares ni caracolillos: la cantaora de 26 años luce una sudadera Adidas y pantalones. Como le dijo un fan: viva la verdad. MAR PADILLA

16. Twilight Override
Jeff Tweedy
dBpm
El líder de Wilco parece haber superado sus problemas de salud y dependencia de los analgésicos y, como bendecido por las musas, se muestra más productivo e incansable que nunca. Asombra este triple disco en solitario en los que, más que tratar de divertirse, ofrece una visión más profunda, llena de matices y fantásticas aristas, de lo que puede hacer la canción americana en el siglo XXI. Sin aspavientos, con muchísimo oficio y un talento de primer nivel, Tweedy transita por el folk, el country y el rock en un discurso propio. Esa es la clave: su voz se despliega como la de un grande. FERNANDO NAVARRO

17. Papota
Ca7riel & Paco Amoroso
5020
Tras su fulgurante paso por los conciertos de Tiny Desk, hoy por hoy el mayor escaparate de la música en directo en el mundo globalizado de las redes sociales, el dúo argentino consolidó su hipnótica propuesta más allá del hype con este disco, una obra que absorbe desde los primeros compases en su elegante caudal de ritmos. Funky, jazz, reggae, pop y urban se mezclan con garbo callejero y una lírica que coquetea por igual con el romanticismo y la ironía. Tan inclasificables como fascinantes, Ca7riel y Paco Amoroso se han convertido en el gran fenómeno mundial dispuesto a conseguir más hitos. FERNANDO NAVARRO

18. Snocaps
Snocaps
Anti / PIAS
Circula estas semanas por el universo reel un corte de una entrevista con Charlie Sheen en el que el actor, antiguo alcohólico de categoría olímpica, comenta que lo que más echa de menos de aquella era de la borrachera es la primera hora. Dice Sheen que el estado en el que te sume la primera hora de beber es lo más cerca a la felicidad completa que ha estado. El problema es que nunca supo parar tras aquella primera hora. Katie Crutchfield, más conocida como Waxahatchee, lleva desde 2020, cuando lanzó el imponente Saint Cloud, haciendo canciones que suenan exactamente como esa hora a la que se refiere Sheen. En este disco, se une a su hermana gemela Allison y MJ Lenderman, el vagabundo preferido de esta década, para firmar el álbum de americana del año. XAVI SANCHO

19. More
Pulp
Rough Trade / Popstock!
Para su primer álbum de estudio en 24 años, Pulp ha querido sonar a Pulp. “Esto es lo mejor que podemos hacer”, dijo Jarvis Cocker en su lanzamiento, y se lo dedicó al guitarrista de la banda, Steve Mackey, fallecido en 2023. ‘More’ arranca con ‘Spike Island’, y en cuanto la escuchas ya quieres más. No faltan los susurros de Cocker, las melodías que dan ganas de bailar, las letras con humor sobre el paso del tiempo y la gente corriente. ‘Tina’ invita a cantar y ‘Farmers Market’ a enamorarse; ‘Grown Ups’ mira al pasado y ‘A Sunset’ cierra con ironía: “¿La primera regla de la economía? La gente triste gasta más”. ANA FERNÁNDEZ ABAD

20. Vendrán suaves lluvias
Silvana Estrada
Glassnote
Con solo 28 años, Silvana Estrada, la artista mexicana de mayor proyección, afronta sentimientos como el duelo con una profundidad vertiginosa. Este disco se nutre de experiencias dolorosas, como rupturas sentimentales o la pérdida de unos amigos por actos violentos. Y lo hace con una escritura eminente: “Me quité luces y espejos para evitar tu mirada, que todavía se cuela en mis gestos tu cara”, canta en ‘Tregua’. Afronta Estrada este volcán emocional con su voz dulce, potente y matizada, que va acunando al oyente con rancheras, valses o boleros. La delicada y variada instrumentación, incluso con orquestación, encaja con una producción moderna. Es acabar el disco y sentir el impulso de volver a ponerlo. CARLOS MARCOS

21. Daisy
Rusowsky
Rusia-IDK / Warner
Rusowsky llevaba cinco años dando saltos cuánticos entre canción y canción, así que el desafío para su debut era darle unidad, que fuera algo más que una suma de canciones. Lo ha hecho por la vía complicada, porque es un disco en el que hay dream pop, electrónica o merengue y en el que caben Las Ketchup o Kevin Abstract. Daisy suena exuberante, pero también melancólico, ensoñador e íntimo. Con una producción apabullante, podría remitir a Mercury Rev o Bon Iver, pero uno sospecha que ni los conoce y que se debe a esa cosa tan Zeta de meter todas las influencias posibles en una coctelera y agitarla. El resultado es un álbum único, delicioso y disfrutable. Reto superado. IÑIGO LÓPEZ PALACIOS

22. Remembering Now
Van Morrison
Exile Productions / Virgin
Inmerso en una avalancha de grabaciones aturulladas (casi 15 álbumes en la última década), el genio de Belfast se pone serio por su octogésimo aniversario, apela a la mística del celtic soul y demás piedras filosofales y se reconcilia con el mundo y consigo mismo en un generoso y hermosísimo último esfuerzo por trascender. Estos 70 minutos suponen una tardía obra maestra con todas las letras, lo mejor del cascarrabias norirlandés en al menos tres décadas. Canciones de amor conmovedoras, homenajes a las raíces y los pioneros… y ‘Stretching out’, esa inolvidable letanía final. FERNANDO NEIRA

23. Let God Sort Em Out
Clipse
Autopublicado
Con permiso de los Gallagher, el regreso más apabullante del año es el de otra pareja de hermanos. Tras más de 15 años inactivo, el dúo formado por Pusha T y Malice se ha situado en la cumbre discográfica de 2025 con un disco perfecto que está llamado a ser parte del canon del rap del siglo XXI. El dúo ya grabó uno de los mejores álbumes de principios de siglo, Hell Hath No Fury, y como en aquel, la producción de Pharrell Williams es decisiva en Let God Sort Em Out. Si un álbum es bueno en función de no tener una sola flaqueza, este es extraordinario. YAHVÉ M. DE LA CAVADA

24. Nerja
Rafael Riqueni
Universal
Tras 21 años de silencio discográfico, el guitarrista flamenco sevillano nos deslumbró con el bellísimo Parque de María Luisa (2017), un trabajo de composición en el que su inevitable inspiración flamenca se fundió con la de la música nacionalista española para evocar imágenes y vivencias de su infancia. Ocho años después, regresa a estos territorios compositivos con Nerja, una obra de similar carácter: música programática para recrear, en una suerte de fantasía descriptiva, la historia de los chicos que descubrieron por casualidad las Cuevas de Nerja. Iguales sensibilidad y lirismo en un compositor e intérprete que traspasa sus propios límites de forma siempre sorprendente. FERMÍN LOBATÓN

25. Golliwog
Billy Woods
Backwoodz Studio
En un panorama dominado por drill y trap, este duodécimo álbum en solitario reivindica el hip-hop clásico desde la independencia creativa. Woods despliega un ingenio verbal sin precedentes, mientras construye atmósferas oscuras y narrativas inquietantes, como en Waterproof Mascara, donde el beat del llanto de una mujer define dos minutos de tensión. Las metáforas e imágenes son potentes a la hora de confrontar horror y alienación. No hay tregua. El anticolonialista Frantz Fanon muere rodeado de agentes de la CIA, una madre cae rodando por las escaleras y “12.000 millones de dólares estadounidenses sobrevuelan la Franja de Gaza”, canta Woods. Un álbum que trabaja la memoria colectiva sobre sonidos sombríos y beats pegajosos. BEATRIZ G. ARANDA
Lo mejor en clásica, jazz y flamenco

Clásica: Bach y compañía
Por Luis Gago
La mejor noticia musical del año se hizo esperar y llegó el 17 de noviembre desde Leipzig: el Archivo Bach reveló al mundo dos nuevas obras del compositor alemán, escondidas en un manuscrito ya conocido y conservado en la Biblioteca Real de Bélgica, pero hasta hace pocos meses no pudo completarse el rompecabezas que ha permitido atribuir a Bach casi indubitadamente su autoría. Lo importante no es tanto la calidad intrínseca de las piezas –dos juveniles chaconas– como que, por un lado, alimenta la exigua esperanza de futuros nuevos descubrimientos y, por otro, ratifica que la inversión pública en centros de investigación punteros acaba por rendir sus frutos.
Los festivales de verano se llenaron como siempre de propuestas, rutinarias las más y arriesgadas las menos. De entre estas últimas, brilló con una luz turbadora la ópera Tres hermanas, de Péter Eötvös, basada en la obra teatral homónima de Antón Chéjov, en el Festival de Salzburgo. Los astros se alinearon y dirección musical (Maxime Pascal), escénica (Yevgueni Titov), orquesta (Klangforum Wien) y media docena de cantantes sabiamente elegidos removieron conciencias con un drama que presenta en carne viva las miserias de unas vidas desnortadas y rebosantes de frustración. Cuando la ópera contemporánea mete el dedo en ciertas llagas se convierte en un revulsivo inigualable.
Bach protagoniza también una de las grabaciones señeras de este año: su gran despedida, la Misa en Si menor (el otro adiós, bajo presupuestos muy diferentes, es El arte de la fuga), ha conocido una interpretación original y, por momentos, incandescente comandada por Raphaël Pichon, que supera con creces su anterior aproximación al músico alemán (la Pasión según San Mateo) y, con tempos a veces más cercanos a Otto Klemperer que a los que suelen caracterizar las versiones históricamente informadas, convierte la escucha de este mar terminal en un dulce naufragio. Su compatriota, Louise Acabo, se estrena con un disco dedicado íntegramente a Jacques Champion, Sieur de Chambonnières, el fundador de la gloriosa escuela clavecinística francesa. Asombrosamente tocado y grabado, el enorme talento de la francesa se manifiesta en cada nota, en cada adorno: poesía en su más alta expresión sonora.
Otra joven de inmenso talento, la española María Dueñas, se ha enfrentado al Everest del repertorio violinístico a solo, los Caprichos de Paganini, y no sólo ha salido indemne, sino que da muestras de un dominio técnico y musical hoy probablemente inigualado. Si rehúye cantos de sirena, está granadina está llamada a hacer historia. Dos óperas cierran esta breve selección: la versión de París de Orphée et Eurydice de Gluck (con un descomunal Reinoud Van Mechelen) y Picture a day like this, la pequeña joya de George Benjamin estrenada en 2023 en Aix-en-Provence.
1. Bach. Misa en Si menor. Pygmalion. Dir.: Raphaël Pichon. Harmonia Mundi. 2 CD.
2. Chambonnières. Overseas. Louise Acabo (clave). Alpha.
3. Paganini. 24 Caprichos. María Dueñas (violín). Deutsche Grammophon. 2 CD.
4. Gluck. Orphée et Eurydice. Les Arts Florissants. Dir.: Paul Agnew. Harmonia Mundi. 2 CD.
5. Benjamin. Picture a day like this. Orquesta de Cámara Mahler. Dir.: George Benjamin. Nimbus.
Jazz: Vivan los independientes
Por Yahvé M. de la Cavada
Para ser un año fructífero en la música improvisada, sorprende que casi todas sus mejores propuestas se concentren en sellos independientes. Obviamente, las multinacionales sacaron algún disco destacable, como el Consentrik Quartet de Nels Cline o Honey From A Winter Stone de Ambrose Akinmusire pero ambos músicos están en otros álbumes independientes que sobresalen aún más como, por ejemplo, Akinmusire en el fabuloso Strange Heavens de la contrabajista Linda May Han Oh. El sello independiente líder en el jazz, ECM, nos trajo por sí mismo algunos de los mejores títulos del año, empezando por el de Fred Hersch. El pianista es uno de los grandes jazzistas del mundo desde hace décadas, pero se ha superado en su último disco, que representa de forma atemporal todo lo que el jazz debería ser. Igual ocurre, en el plano de la improvisación, con otro gigante como Wadada Leo Smith: su duo con la pianista suiza Sylvie Courvoisier es un portento de comunicación y creación espontánea.
Otro dúo extraordinario, aunque completamente diferente, es el del pianista Alexander Hawkins con el cornetista Taylor Ho Bynum, que parten de la figura de Bill Dixon para crear uno de los álbumes más sofisticados del año. Y en el mismo sello, Rogue Art, hay que señalar otra preciosa obra que merece gran consideración, más aún en nuestro país: el alicantino Ramón López celebra sus cuatro décadas en Francia con una sugestiva grabación en batería solo, 40 Springs In Paris. A pesar del limitado formato, su elocuencia es apabullante. Otro de los nombres clave del año es la magistral Mary Halvorson, que participa en varios hitos del año: además de sus propios About Ghosts y Bone Bells (este a dúo también con Courvoisier), la guitarrista es esencial en los monumentales Clone Row de Ches Smith y Ye Olde 2: At The End Of Time de Jacob Garchik, dos álbumes que muestran mejor que la mayoría que el excitante futuro del jazz. De su misma generación es otro protagonista del año, Steve Lehman. Además del regreso de su supergrupo con Vijay Iyer y Tyshawn Sorey, con el extraordinario Thereupon, el saxofonista ha firmado un disco brillante y feroz en homenaje a su maestro Anthony Braxton.
En el jazz siempre son muy relevantes las grabaciones históricas, e incluso en eso les han tomado la delantera a las multis: más allá de la reedición de los álbumes de estudio de Bill Evans con Scott LaFaro y Paul Motian, que contiene nada menos que 17 tomas inéditas del legendario trío, lo más memorable del año pasa por los álbumes inéditos Mingus In Argentina, An Afternoon in Norway de Art Pepper y Love Is Here de Pharoah Sanders, todos ellos salidos en disqueras independientes.
1. Fred Hersch. The Surrounding Green. ECM.
2. Sylvie Courvoisier / Wadada Leo Smith. Angel Falls.Intakt.
3. Jacob Garchik: Ye Olde 2. At The End Of Time. Yestereve.
4. Steve Lehman Trio + Mark Turner. The Music Of Anthony Braxton. Pi Recordings.
5. Alexander Hawkins / Taylor Ho Bynum. A Near Permanent State Of Wonder. Rogue Art.
Flamenco: Nuevos territorios
Por Fermín Lobatón
La tendencia más destacada del año flamenco puede residir en el protagonismo de unas nuevas figuras que —quizás como las de generaciones anteriores— parecen haber asumido el reto de ganar nuevos espacios para el flamenco y sintonizar con sus coetáneos. Es así un fenómeno constatable que artistas jóvenes, principalmente cantaores y cantaoras, con propuestas entre el clasicismo y la renovación, están conquistando nuevas audiencias y territorios para el género.
El ejercicio comenzó con la publicación de dos grabaciones firmadas por sendas herederas de viejas dinastías de Jerez, María Terremoto y Lela Soto, y las dos, junto con la jienense Ángeles Toledano, con un lanzamiento algo anterior, han protagonizado de alguna manera el año por su multiplicada presencia en medios y eventos impensables no hace mucho tiempo. Claro que antes estaba —y está— el caso de Israel Fernández, que, en el pasado mes de junio, congregó a una audiencia de nueve mil personas (con entrada gratuita, eso sí) en la clausura de la Bienal de Madrid. Similar caso se daría en el terreno de la sonanta con Yerai Cortés, que pasea su original espectáculo, Guitarra Coral desde finales de 2024 y está anunciado para el próximo año en festivales no precisamente flamencos (Primavera Sound).
Cabría preguntarse cuáles son las razones que favorecerían esta sintonía con un público en muchos casos virgen para el flamenco. Se podría apuntar que los formatos en que este se presenta (uso de la electrónica, mayor presencia de percusión…) se adecúan al tiempo que vivimos, algo que ocurre, pero no solo. También están las letras que, al ser personales, aportan una innegable renovación. Dos ejemplos: cantaoras como María Terremoto y Rocío Márquez, en antípodas estilísticas, componen sus últimos trabajos —Manifiesto e Himno vertical respectivamente— narrando la historia de duelos personales.
En esas grabaciones y en tantas otras, el tratamiento del canon ofrece opciones diversas si no contrapuestas: una granaína tratada como un estándar de jazz (Laura Marchal) frente a un romance (María Terremoto) o un fandango (Rocío Márquez) interpretados a palo seco, que de todo hay. En cualquier caso, se constata una mirada a los clásicos, antiguos o contemporáneos, como fuente de inspiración, como si la modernidad residiera en la revalorización —y actualización—de lo antiguo. O quizás, porque en ellos encuentran la verdad que los mueve e intentan transmitir.
Los datos del streaming puede que no refrenden el señalado fenómeno del directo, pero la nave parece que va. Con producciones propias o apoyadas en algunos casos por las major, a los artistas flamencos no se les observa desánimo para mostrar y registrar sus creaciones y girarlas luego en circuitos grandes o más pequeños, que el género siempre ha sabido adaptarse a las exigencias.
1. Rafael Riqueni. Nerja. Universal.
2. Rocío Márquez. Himno vertical. Delirio Producciones.
3. María Terremoto. Manifiesto. Universal.
4. Alejandro Hurtado. Del primer llanto. Autoproducido.
5. Lela Soto. El fuego que llevo dentro. Altafonte.