Lobo Antunes, el escritor de los secretos de la memoria
La última novela traducida al español parte de un crimen real para indagar en la psique de los cinco criminales


Una sipnosis temeraria podría invitar a creer que La última puerta antes de la noche, traducida al español por Antonio Sáez Delgado, es una incursión de António Lobo Antunes en la novela negra. Ni de lejos. El escritor portugués es un maestro en atraer cualquier artefacto literario hacia su terreno. Su género es el género Lobo Antunes, orfebrería con el lenguaje y bisturí con la psique. A partir de un crimen real ocurrido en Portugal, el novelista construye un libro donde la acción detectivesca, crucial para avanzar en un noir, es irrelevante.
La investigación está aquí al servicio de otros objetivos más sinuosos como el acceso al subconsciente de los cinco compinches que traman el delito, con sus asuntos pendientes, sus obsesiones (sexo, dinero...), sus deslealtades hacia la víctima y sus lagunas afectivas. Y para ello el autor juega a interrumpir la narración de forma provocativa, rompiendo frases e incluso palabras, acaso para imitar la naturaleza de saltimbanqui que tiene a menudo la mente y que exigen una esfuerzo adicional de concentración durante la lectura. Una narración a la contra de estos tiempos de dispersión mental, distracción y superficialidad.
La escritura del portugués escarba en lo que está detrás, lo que puede condicionar cada decisión y cada acto sin resultar perceptible. Y así se suceden los monólogos que van desvelando hechos selectivos del pasado -la memoria como frecuente traición de la historia-, anhelos para el futuro y detalles del presente que gira alrededor de un momento fundacional: el instante en que la víctima, acompañada por su hija de corta edad, sale del coche en el garage, se encuentra a cuatro enmascarados entre los que reconoce viejos amigos y pronuncia una de las frases-mantras de la narración: “No le hagáis nada a mi hija”.
António Lobo Antunes comenzó a escribir este libro después de leer en la prensa portuguesa varias noticias sobre el asesinato de un empresario, cuya cadáver había sido disuelto en ácido sulfúrico, lo que conduce al segundo mantra del libro: “Sin cuerpo, no hay delito”. A partir de ahí todo es invención, un torrente ficcional, que fluye como siempre han fluido sus novelas, sin planificación ni metodología y sin que el autor sepa a ciencia cierta de donde proceden. Están ahí, en algún rincón de sus vivencias, y simplemente afloran. Y las vivencias extremas del escritor, que fue teniente en la guerra colonial durante casi dos años y médico en Lisboa, son un maná sin fondo que le han ayudado a construir una de las obras literarias contemporáneas más poderosas.
La biografía de Lobo Antunes es propia de un superviviente: resistió a dos años en Angola donde morían y mataban soldados forzados a despedirse de la adolescencia y superó tres cánceres, incluidos dos de pulmón que no le hicieron dejar de fumar. Fue también un psiquiatra conocedor de traumas ajenos y que, ya cerca de los ochenta años, diría en alguna entrevista: “Amor y amistad es lo único bueno en la vida. El resto es una mierda”.
Publicada en Portugal en 2018, es la última traducida al español. Le han seguido otras tres con las que, según declaró en varias entrevistas, pensaba despedirse de la escritura después de 32 novelas. Aunque el anuncio ha sido proferido tantas veces que todos en su país creen que el último libro de Lobo Antunes es siempre el penúltimo.
Desde niño convive con una pulsión que ha generado una geografía literaria distinguida con premios, traducciones y honras como figurar en la Biblioteca de la Pléyade o ser elogiado por colegas como George Steiner o J. M. Coetzee. Solo le faltó la llamada de Estocolmo, pero hace tiempo que a Lobo Antunes dejó de importarle. La rivalidad con José Saramago, el único Nobel en lengua portuguesa en más de un siglo de historia del galardón, fue alimentada a veces como señuelo comercial, aunque lo cierto es que Lobo Antunes desdeñaba tanto la literatura del autor de Memorial del convento como su trayectoria política que, en su opinión, se desarrolló sin correr riesgos extremos. Detrás de esa aritmética ilógica -si Saramago ganó el Nobel, entonces Lobo Antunes está fuera de la carrera- laten más lecturas políticas que literarias. Nadie pensó que el Nobel para Le Clézio en 2008 cerrase las puertas a otros franceses, como se constató con la elección de Patrick Modiano y Annie Ernaux en años posteriores.

La última puerta antes de la noche
Traducción de Antonio Sáez Delgado
Random House, 2025
456 páginas. 23,65 euros
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