El retorno de Dioniso, el dios que nunca muere
Lejos de la banalización que asocia la deidad exclusivamente con la transgresión, con el exceso o con la fiesta, varios helenistas invitan a pensar desde la complejidad de su culto en la ambigüedad y fragilidad de la naturaleza humana

Dioniso, el dios de la embriaguez, del teatro y de la transgresión de las normas, ha sido por su ambigüedad una figura fascinante desde la antigüedad. Pero es quizás en la modernidad —especialmente bajo el ímpetu de Nietzsche— cuando su imagen ha sido redibujada convertido en símbolo de lo irracional, lo salvaje o incluso del quebrantamiento del orden establecido. En Dioniso y lo dionisíaco, un coro de helenistas dirigido por Alberto Bernabé —referencia indiscutible en los estudios sobre el orfismo y la religión griega dentro y fuera de nuestro país— propone una lectura rigurosa y crítica en la que ilumina la complejidad del dios heleno al devolverlo a su contexto original y recupera su figura desde una perspectiva filológica y cultural, ajeno a las mitologías de la modernidad que no pocas veces han desfigurado su identidad.
No debe llevarnos a engaño que bajo la apariencia de una obra colectiva de síntesis sobre el dionisismo se esconda una lectura roma o un resumen plano sobre su culto en la Grecia antigua. La audacia de este compendio de ensayos y fuentes que nos impulsan a reflexionar sobre la complejidad de la naturaleza humana consiste en esbozar las múltiples máscaras del dios, desde las fuentes literarias a la religiosidad griega, esto es, desplegar el abanico de tensiones que Dioniso encarna y que laten bajo el dionisismo: la vida y la muerte, la cordura y la locura, el placer y la represión, la civilización y la barbarie, el desgarro que nos provocan las contradicciones humanas y la necesidad de un hilo de Ariadna al que asirnos en nuestra insatisfecha búsqueda sin fin. El resultado es un estudio sobre el dionisismo que desafía las simplificaciones y que invita a pensar, desde la complejidad, en la ambigüedad y fragilidad de la naturaleza humana.
Ese descenso y ascenso a lo más inquietante y admirable de nuestras almas se lleva a cabo mediante el examen de los múltiples mitos de nacimiento y renacimiento de uno de los dioses más modernos de la Grecia antigua, de su relación con el vino y la música, su faceta social de divinidad cuyos ritos estaban integrados en el calendario y en la vida religiosa de la polis, su protagonismo en la tragedia griega —recordemos Las bacantes de Eurípides— y su papel en los cultos mistéricos, donde aparece ligado a la muerte y a la promesa de salvación en el más allá.
El dios es una figura esencial para entender cómo los antiguos griegos se enfrentaban a los rituales de paso, la superación de la inmanencia por la trascendencia y la expresión de lo inefable
Dividido en dos grandes partes, el volumen ofrece tanto estudios que proyectan una intensa luz sobre los claroscuros del texto, del mito y del ritual como un extenso corpus bilingüe —griego y español— que va desde los himnos homéricos hasta los filósofos, pasando por la tragedia, la comedia, la poesía lírica y la necesidad de la música y la danza por su efecto catártico. Uno de los grandes aciertos reside precisamente en desmontar que el dionisismo fuera una religión periférica o marginal; tampoco fue el hijo de Sémele y Zeus un dios subversivo en los márgenes de lo civilizado, de bacantes desenfrenadas desgarrando a Penteos como fruto de su frenesí báquico, sino una figura esencial para entender cómo los antiguos griegos se enfrentaban a los rituales de paso, la superación de la inmanencia por la trascendencia y la expresión de lo inefable, irreductible a la banalización reduccionista que asocia al dios exclusivamente con la transgresión, con el exceso o con la fiesta.
Esta lúcida y fascinante guía de viaje sobre Dioniso y lo dionisíaco y de los territorios más frondosos de la mitología y la religiosidad griega nos ofrece, en este presente cultural donde lo simbólico se diluye vertigionosamente en la líquida lógica del espectáculo y la apariencia, una meditación necesaria y oportuna. Es un libro exigente, sin duda, no pensado para una lectura ligera, pero sí para quienes deseen asomarse sin vértigo a la profundidad del mundo donde nació la tragedia, el delirio poético y el misterio, como nos reveló también el sabio Marcel Detienne. No se trata de revivir al dios, sino entenderlo en su radical otredad, como un espejo en el que se reflejan nuestras contradicciones, algo que Nietzsche, nos guste o no, supo entender como nadie antes y después, a saber, como la encarnación de un modo de pensar —y de vivir— en el que la ambigüedad, la transformación y la ruptura encuentran un cauce ritual en la diferencia y repetición del eterno retorno de un dios que nunca muere; un recordatorio sobre la embriaguez insaciable del conocimiento y una invitación a sumarse al tíaso de sus ménades y a dejarse iniciar por el dios más vivo de la cultura griega.

Dioniso y lo disonisíaco en la literatura griega arcaica y clásica
Abada Editores, 2025
1.200 páginas. 50 euros
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