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La industria argentina se desploma: cierran 28 empresas por día

La caída de ventas y la apertura de importaciones decretada por Milei golpean la producción nacional

Mar Centenera

La multinacional Whirlpool anunció esta semana el despido de 220 trabajadores por el cierre de su fábrica en Pilar, en la periferia norte de Buenos Aires. La había abierto hacía solo tres años, cuando invirtió 50 millones de dólares con el objetivo de producir 300.000 lavadoras de última generación al año. Los motivos de la compañía estadounidense para frenar la producción en Argentina son los mismos que los de muchas de las miles de empresas que cerraron en el país en los últimos 20 meses: los números no cuadran.

La caída de ventas en muchos sectores y la apertura de importaciones decretada por el Gobierno de Javier Milei han golpeado con dureza el tejido industrial argentino, acostumbrado a una protección oficial frente al exterior que ahora ha desaparecido.

Los empresarios locales exigen reformas impositivas y laborales que les permitan ganar competitividad y advierten también de otros problemas. La apreciación del peso frente al dólar, sostenida por Milei, ha encarecido la producción argentina y complicado la exportación de bienes. El alza de tasas de interés, además, ha frenado el acceso a créditos.

Desde Whirlpool, señalan que los altos costos argentinos hicieron inviable exportar el 70% de su producción al exterior, tal y como era el plan original. Además, el margen por las ventas locales también se redujo debido a la competencia con los productos importados: la apertura económica hizo que los precios de los electrodomésticos cayeran en promedio un 20%, según datos de la consultora NielsenIQ. La multinacional permanecerá en el país, pero se dedicará a vender electrodomésticos importados, no a fabricarlos aquí.

El cierre de la planta de Whirlpool es uno más de una larga lista, que afecta tanto a compañías locales como internacionales asentadas en el país. En los últimos días, se han anunciado también despidos en la fábrica de sartenes y cacerolas Essen; el cierre de una de las plantas del fabricante de muebles Color Living; y el de la fábrica de generadores y alternadores eléctricos DBT, conocida como Cramaco, en Sastre, Santa Fe.

Según un informe del Centro de Economía Política Argentina, a partir de datos de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), en el primer año y medio de Milei, cerraron 17.063 empresas más de las que abrieron en Argentina, lo que equivale a 28 por día, con un saldo negativo de 236.845 puestos de trabajo.

Las actividades más golpeadas han sido la construcción y la industria manufacturera. Tras sufrir un derrumbe en 2024 por la paralización de la obra pública y la recesión derivada de un gran recorte del gasto estatal, estos sectores todavía se mantienen entre un 22% y un 9% respectivamente por debajo del promedio de 2023.

El repunte económico de la primera mitad de este año redujo —sin detenerlo del todo— el ritmo de destrucción de empresas, pero se aceleraron los procesos preventivos de crisis (PPC) con los que las firmas buscan evitar despidos o suspensiones. Según datos oficiales citados por el diario La Nación, en los primeros diez meses de 2025 hubo 143 PPC, una cifra que ya supera el total de 2024 y es la más alta desde 2018 y 2019, cuando el país acumuló dos años consecutivos de caída del PIB al final del Gobierno de Mauricio Macri.

La crisis que atraviesa la industria argentina recuerda a la de los años noventa, cuando el presidente Carlos Menem abrió las importaciones y muchas empresas tuvieron que cerrar porque no podían competir con los precios de los productos que llegaban del exterior. El titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini, admitió esta semana que Argentina debe abrirse al mundo y competir, pero para hacerlo necesita políticas que reduzcan los costos que hoy encarecen la fabricación local. Según Rappallini, producir en la Argentina es entre un 25% y un 30% más caro que en Brasil debido a la presión impositiva, la falta de infraestructura y la legislación laboral vigente.

“No hay país en el mundo que se haya desarrollado a nivel industrial cerrando la economía. No existe. La integración es el gran camino. Pero hay que tomar políticas muy fuertes frente a las distorsiones que se construyeron”, declaró el titular de la UIA. En septiembre, la capacidad instalada de la industria manufacturera fue del 61,1%, según el Indec, el instituto oficial de estadísticas. Se trata de un valor tan bajo que casi iguala al de ese mes en 2020 (60,8%), en plena pandemia.

Ropa barata importada

La situación es especialmente grave en el sector textil, que trabaja al 44,4% de su capacidad instalada, cinco puntos por debajo de 2024 y casi 15 menos que en noviembre de 2023. Se trata de un sector que no puede competir con los precios de la ropa importada de China, que comenzó a ingresar a Argentina a través de intermediarios y también de forma directa tras el exitoso desembarco de plataformas de compra online como Temu y Shein. “Venimos hablando de competencia desleal: son productos que entran sin impuestos, y también está la competencia desleal que venimos alertando desde China”, criticó Rappallini.

El entusiasmo con el que muchos argentinos se lanzaron a comprar ropa barata sin moverse de casa después de años en los que las fronteras estaban casi cerradas y los precios eran muy superiores a los de los países vecinos tiene como contracara la gran destrucción de empleo en un sector formado en su mayoría por pequeñas y medianas empresas. Según datos de ProTejer, se han perdido cerca de 15.000 puestos de trabajo formales.

Milei busca impulsar una reforma laboral y otra impositiva durante la segunda mitad de su mandato que, de aprobarse, favorecerá a los empresarios. Las dificultades de muchos para vender su producción continuarán si la capacidad adquisitiva de la población no se recupera.

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Sobre la firma

Mar Centenera
Es corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires. Antes trabajó en la sección Internacional de Público, fue enviada especial en Afganistán y Filipinas, y corresponsal de la Agencia Efe en Yakarta y Buenos Aires. Es licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).
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