Paz, el cambio inesperado
El resultado desacomoda, también, los planes de Evo Morales. Imposibilitado de candidatearse apostó en los últimos meses por tumbar el gobierno de Arce

La descomposición en cámara lenta del partido de gobierno -el Movimiento al Socialismo (MAS)- llevaba al menos tres años y en el último semestre la pelea fratricida entre el presidente Luis Arce y su antecesor y ex promotor Evo Morales sumó un nuevo integrante, el candidato de la renovación Andrónico Rodríguez. En 2019 Morales lo había elegido como su sucesor en 2025, pero dedicó sus mejores esfuerzos para boicotear su campaña haciendo campaña por el voto nulo, con acusaciones gruesas en su contra y piedras de sus partidarios cuando votó el domingo en el Chapare cochabambino. Ese conflicto de tres, el desastroso manejo de la Economía del gobierno de Arce -que termina con escasez de combustible y dólares y creciente inflación- y las dificultades de los tres para ensayar una propuesta de futuro presagiaban lo que terminó de ocurrir: el fin del ciclo histórico del MAS.
Los candidatos que las encuestas ubicaban en los primeros puestos, Jorge “Tuto” Quiroga y Samuel Doria Medina, cargaban con una debilidad de origen: son dos de las caras más conspicuas de las viejas élites que gobernaron Bolivia los 20 años anteriores al tiempo del MAS. Quiroga, que salió segundo y disputará el balotaje, es el hijo político de Hugo Banzer Suáez, el único dictador sudamericano (1971-1978) que volvió al poder por la vía democrática (1997-2001) y con Quiroga como vicepresidente y luego presidente cuando debió renunciar por un cáncer de pulmón que resultó terminal. Doria Medina, un empresario sin el don del carisma, había formado parte del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), cuando ya no tenía nada de Izquierda ni de Revolucionaria, fue tres veces fallido candidato presidencial y descontaba que esta vez, después de décadas de invertir parte de su fortuna personal en el juego de la política, llegaría su turno.
Entre esos dos hastíos -a los hombres de la vieja república y a los hombres del MAS en una elección de ocho candidatos hombres- la sociedad catapultó a un outsider no tan outsider -Rodrigo Paz- con un compañero de fórmula que ha sido lo más novedoso de la campaña: el capitán Lara. Sus denuncias de corrupción contra la Policía -una de las instituciones menos transparentes del país- que le valieron castigo físico y una destreza descollante en el uso del TikTok durante la campaña despertó una adhesión inesperada, incluso en los votantes del llamado bloque nacional-popular. “Voy a votar por el capitán Lara”, fue una frase que apareció en los últimos focus groups.
El economista Paz, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1998), líder del MIR y luego aliado de Banzer, hizo una carrera legislativa local y luego nacional como representante del sureño departamento de Tarija, también fue alcalde de su capital, y en la carrera presidencial recurrió a movimientos menos de laboratorio que los favoritos de las encuestas. Fue un impugnador del gobierno del MAS, pero se mostró más plástico en los esbozos de lo que podría ser el incierto posmasismo. Con el impulso que supone una victoria resonante, Paz queda con grandes chances de ganar el balotaje porque su intento de posicionarse en centro aumenta las chances de recibir el voto de la izquierda (aunque los candidatos no lo expliciten) y Doria Media que ya le ofreció su apoyo.
El resultado desacomoda, también, los planes de Evo Morales. Imposibilitado de candidatearse, sin sigla que pudiera representarlo, con un pedido de captura, apostó en los últimos meses por tumbar el gobierno de Arce con movilizaciones, dinamitar la candidatura de Andrónico Rodríguez y que el voto nulo se impusiera para que la elección perdiera toda legitimidad. Aunque ronda el 19% -casi el mismo porcentaje de Doria Medina y muy por encima del promedio histórico- la victoria de Paz pone en pausa el plan insurreccional de Morales: convertirse en el foco de resistencia al gobierno de derechas de Tuto Quiroga recurriendo a la vieja idea de cuanto peor mejor. Al filo de la medianoche de la elección no había celebrado el resultado del voto nulo.
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