Canje de prisioneros: Simón Bolívar está preso en Venezuela
La pregunta clave sobre el intercambio es cuál fue su objetivo: en el caso de Venezuela, todos las las señales apuntan a un intento de estabilizar el régimen chavista

En Venezuela han puesto preso a Simón Bolívar. No es el libertador, sino un joven activista estudiantil, cuya detención y desaparición forzada ocurrió casi en paralelo al canje de prisioneros con Estados Unidos, en el que estuvo involucrado el presidente de El Salvador. En el eterno bucle del país sudamericano, mientras unos son excarcelados, otros inocentes son puestos tras las rejas. Es lo que llaman en criollo la puerta giratoria.
La libertad siempre es bienvenida, por eso algunos se enfocan en las personas que afortunadamente han sido beneficiadas y en quienes hicieron posible esas liberaciones. Pero siempre hay que recordar que estos ciudadanos estaban en esas circunstancias por las decisiones de las autoridades de los países involucrados. En resumen, no es una gracia ni un ejercicio de clemencia. Es una demostración de poder que se sostiene sobre el sufrimiento de las víctimas.
Con el trueque entre los tres Gobiernos se avanza hacia un estilo de entendimiento entre autoritarios que no son aliados ideológicos. El acuerdo ejecutado el 18 de julio consistió en la entrega a Estados Unidos de 10 ciudadanos de ese país (incluyó a nacionalizados y a un convicto por homicidio en España), sometidos a prisión en Caracas, a cambio de la repatriación de 250 migrantes venezolanos presos injustamente en la cárcel de máxima seguridad Cecot, en El Salvador. También se contempla la excarcelación de 80 presos políticos de los casi 1.000 que están detenidos arbitrariamente en Venezuela.
Durante los días subsiguientes han aflorado detalles de esta entente. Nicolás Maduro les dio las gracias a Donald Trump y al secretario de Estado Marco Rubio; desde Estados Unidos, Adam Boehler, el enviado especial para asuntos de rehenes, le da las gracias a Nayib Bukele, a quien llama un buen amigo. Los aparatos de propaganda de los Gobiernos de Venezuela y El Salvador se han encargado de mercadear su versión de los hechos.
Mientras seguramente se conocerá más de los detalles de esta negociación, una de las preguntas es cuál ha sido el objetivo. Parece que en el caso de Venezuela es la búsqueda de estabilizar la dictadura.
Esta operación podría equipararse, por lo intrincado al acuerdo de Doha de 2022, que permitió la celebración de las elecciones del 28 de julio de 2024. Sin embargo, a diferencia de aquella vez, el gran bien común no parece claro en esta ocasión, así como tampoco los incentivos.
Doha condujo a los acuerdos de Barbados. Fue así que se llegó a empujones a la fecha electoral, una oportunidad de impulsar el cambio de régimen en el país. Para estimular al Gobierno de Maduro la Administración de Joe Biden flexibilizó el sistema de sanciones a la industria petrolera. De esta manera, Chevron y otras trasnacionales pudieron operar con licencias. Esos beneficios fueron suspendidos, una vez que el Gobierno de Maduro se robó la elección.
Con la llegada de Donald Trump, en enero de este año, también entró en juego un ambicioso diplomático, que ya había tenido acercamientos con el entorno de Maduro. Se trata de Richard Grenell. De inmediato, se anotó un éxito. Fue a Caracas y volvió a su país con seis rehenes estadounidenses que les entregó Maduro. El pago, aparentemente, fue la foto sonriente en el palacio presidencial. Al ir por más, el método Grenell chocó con el estilo del secretario Rubio, quien es de la tesis de la mano dura. Estas diferencias estuvieron a punto de dar al traste el canje del 18 de julio, según revelaciones de The New York Times.
Finalmente, se logró la primera parte del trato. Hay consenso entre los analistas en que la negociación ha beneficiado a cada uno de los Gobiernos. Pero, entre todos, ¿cómo favorece a la dictadura venezolana? Para la analista Carmen Beatriz Fernández también hay que mirar hacia dentro de Venezuela y cómo esta operación busca a su vez ahondar en las grietas de la ya dividida oposición.
Hay elementos que apuntan en esa dirección. Un hombre clave de las negociaciones, Jorge Rodríguez, nombró a dirigentes de la oposición que están en la acera de enfrente de la líder María Corina Machado. Se ha referido al dirigente Stalin González, de Un Nuevo Tiempo, partido que ha sobrevivido a la razia política, y a otros dirigentes no oficialistas que hace tiempo han convenido con el gobierno. Además, pasados tres días del intercambio, ninguno de los nombres que se han ido conociendo de beneficiados con las excarcelaciones está vinculado a los equipos que han apoyado a Machado.
Las oposiciones en Venezuela tienen distintas ideologías y enfoques. Desde las disidencias del chavismo, entre esas el Partido Comunista, otros sectores que a claras luces colaboran con la dictadura, unos que tienen la hipótesis de que es mejor entenderse con quienes tienen el poder y otro que insiste en la denuncia del fraude electoral del 28 de julio y sostiene una estrategia de resistencia.
El politólogo Sergio Sánchez asegura que Venezuela entró en una transición en las filas del Gobierno. Sostiene que el régimen está avanzando hacia un totalitarismo. Una vez apaciguadas y fragmentadas las fuerzas democráticas, a la vez de controladas las disidencias por el terror, la nación sudamericana parece encaminarse hacia la estabilización de la dictadura.
El enfoque de Estados Unidos en su política exterior es “América Primero”. Por tanto, es previsible que sus movimientos estén signados de un gran pragmatismo. En el caso de su relación con Venezuela no se detecta alguna estrategia. Se identifican solos acciones tácticas. En contraste, la administración de Maduro, busca aprovechar esa falta de foco. La transacción es simple, no hay democracia, pero tampoco hostilidad abierta contra EE UU.
Se desconoce si hay alguna mejora en las limitadas condiciones del funcionamiento de la petrolera Chevron. Tampoco se sabe claramente quiénes son los presos políticos excarcelados. Un reporte de Foro Penal, del lunes 21 de julio, logró identificar 48 venezolanos sujetos de alguna medida de libertad. Entre esas personas, tan solo figura una mujer, de las 126 presas políticas registradas en el país.
A la par que se producía el canje de prisioneros, el Gobierno capturaba a otros dirigentes políticos, entre ellos a un muchacho, dirigente estudiantil, llamado Simón Bolívar. Obregón. Como otras 49 personas, ahora este joven está en una situación de desaparición forzada. Las aberraciones de la dictadura de Maduro han sido denunciadas una y otra vez en distintos foros de derechos humanos, como la Comisión Interamericana.
En el país “persisten la opacidad, las amenazas y la puerta giratoria de la represión” como ha denunciado a propósito del canje el Comité de Familiares y Amigos por la Libertad de los Presos Políticos.
El lunes 28 de julio se cumple un año de la gesta electoral de los venezolanos. Los ciudadanos votaron masivamente por Edmundo González Urrutia, un casi desconocido que hoy está exiliado en España. María Corina Machado, que encabezó ese proceso, sigue en Venezuela, en clandestinidad. El Gobierno no la ha detenido porque espera que se desgaste, que se rinda o pierda todo el apoyo popular. Para soportar esta etapa, los factores democráticos, dentro y fuera, tienen que generar estrategias de resistencia. Es una tarea interna que, no obstante, requiere que en los países democráticos no se normalice lo que ha ocurrido y sigue pasando en Venezuela.
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