Venezuela y China escenifican su afinidad con acuerdos productivos sin préstamos ni desembolsos
Los dos países suscriben 600 proyectos de cooperación, aunque el tiempo de la ayuda económica quedó atrás. Caracas trabaja para recuperar la confianza de Pekín más allá de las coincidencias políticas

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, recibió hace semanas en el Palacio de Miraflores a cinco delegados del Partido Comunista de China para dar continuidad a uno de los varios temas de interés común que tienen los dos países. En esta ocasión se trató de “una agenda de trabajo interpartidista”, entre la delegación visitante y dirigentes del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en los cuales estaban incluidos contenidos de formación doctrinaria para militantes.
El canciller venezolano, Yván Gil, destacó que el encuentro binacional, en este caso de carácter político, constituye “un avance significativo en la hoja de ruta conjunta, con el objetivo de construir sociedades basadas en la justicia social e impulsar un nuevo orden internacional”.
El encuentro PCCH-PSUV vino precedido por la cumbre China-Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), celebrada en Pekín en mayo, en la cual Xi Jing Ping, presidente de la República Popular China, prometió a sus pares latinoamericanos acuerdos energéticos, industrialización y comercio, en plena guerra comercial con Estados Unidos.
Maduro y Xi Jing Ping han puesto por delante aquello que los une en la política. Ambos ya habían sostenido un encuentro bilateral en Moscú, en el cual intercambiaron elogios y promesas de cooperación. Los Gobiernos de ambos países han informado de que son más de 600 los acuerdos bilaterales para este 2025. La cooperación abarca áreas como ciencia y tecnología, promoción de inversiones y desarrollo agrícola.
Venezuela se esmera en sus relaciones con China, un aliado geopolítico que, en muchas ocasiones, ha hecho la diferencia en favor de la revolución bolivariana en sus tiempos de crisis. Particularmente ahora, en un momento en el que el chavismo ha perdido tanto crédito político a causa de la interminable crisis del país y las denuncias de fraude de las pasadas elecciones presidenciales de 2024.
La vicepresidenta bolivariana, Delcy Rodríguez, y el diputado Nicolás Maduro Guerra -hijo de Nicolas Maduro- han sido dos de los funcionarios encargados de darle continuidad a esta nueva etapa de las relaciones de Venezuela con la República Popular China. Un campo en el cual se han presentado varios tropiezos económicos en el pasado.
En concreto, el interés en el oficialismo chavista por el “modelo chino”, no muy extendido en los tiempos de Hugo Chávez, ha crecido ostensiblemente entre sus dirigentes, particularmente luego de la quiebra del país en la década anterior. Maduro Guerra ya ha visitado China varias veces en lo que va de año.
Lo que no parece nada probable, de acuerdo con la tesis que maneja la mayoría de los economistas y consultores, es que los chinos reanuden la generosa línea de créditos para el desarrollo que en el pasado dispensó a Venezuela, que cobraron especial relevancia a partir de un encuentro en Caracas de Hugo Chávez con el entonces presidente de China, Ju Jintao, en mayo de 2008.
Los millonarios montos colocados por China a Venezuela para financiar sus proyectos de desarrollo desde ese entonces -el conocido Fondo Chino-, fueron manejados de forma dispendiosa y anarquizada por la gerencia pública venezolana, y contribuyeron mucho con el caos económico que sobrevino entonces. Parte importante de estos proyectos, como otros firmados por el gobierno de Chávez con naciones aliadas, jamás se concluyeron.
Tal circunstancia generó malestar en el Gobierno chino, que presentó varios reclamos a Caracas en estos años. Con este fondo, de carácter rotatorio, Venezuela disfrutó de cómodas condiciones para acometer sus planes de desarrollo. El pico de mayor desorden fue el correspondiente al 2012, año en el fue cual Chávez quedó reelecto pocos meses antes de morir, y que para muchos economistas constituye el epicentro del marasmo cambiario que se concretó en Venezuela. El desembolso de dinero de los chinos terminó en 2015, en plena crisis hiperinflacionaria.
Venezuela se había llegado a convertir en el acreedor más importante de China, y administró el 45% de los recursos asignados por Pekín a toda la región latinoamericana, de acuerdo a datos del Centro de Investigación Chino Americano de la Fundación Andrés Bello. La experiencia venezolana, como otras similares del tercer mundo, hizo a los chinos revisar su política de créditos internacionales.
El proceso de reestructuración de pagos de la deuda de Venezuela con China se ha venido desarrollando estos años. “Me extrañaría mucho que los acuerdos anunciados con China incluyan el desembolso de montos en una línea de crédito”, afirma Parsidal D´Sola Alvarado, director del Centro de Investigación Chino Americano.
D´Sola piensa que, en lo tocante a Venezuela, los chinos seguirán optando, sobre todo, por lo que puedan ofrecer las denominadas Zonas Económicas Especiales (áreas geográficas delimitadas, con incentivos fiscales, para promover la inversión y el desarrollo económico). El interés en las ZOE fue aludido por el propio Xi Jing Ping en uno de sus encuentros con Maduro.
“La modalidad actual del vínculo comercial entre Venezuela y China está centrada en las compras y las adquisiciones”, agrega D´Sola. “Las Zonas Económicas Especiales tienen una estructura simple, no exigen tanto dinero, y quedan inscritas en los contratos de regulación con el gobierno. Son contratos productivos que emplean mano de obra nacional, muy barata, y permiten a los chinos hacer las cosas en sus términos”.
No parece haber tampoco grandes cosas pensadas para el terreno energético, un campo en el cual el gobierno de Venezuela tiene varias urgencias y un paciente trabajo político con sus aliados.
“Las posibilidades de invertir en petróleo por parte de los chinos son pequeñas”, estima Francisco Monaldi, economista y experto petrolero. “China National Petroleum Corporation (CNPC), la empresa estatal que está en el país, ha tenido muchas ofertas de Petróleos de Venezuela para invertir en nuevos campos, y no lo ha hecho. Se han producido desacuerdos en el pasado, retardos en los pagos por parte de PDVSA. Algunas empresas de servicios de China están operando en el país. Es posible que ellas puedan invertir algo, porque manejan parte de las exportaciones venezolanas del mercado negro”.
De momento, es la vecina Guyana, de acuerdo con lo que aseguran diversas fuentes, la que tiene las prioridades de inversión por parte del empresariado chino en materia petrolera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.