A qué equipo le juega Brasil: ¿líder climático o rey del petróleo?
El mismo país que está en Bonn, Alemania, liderando las negociaciones climáticas, ha subastado 19 nuevos bloques de exploración en la desembocadura del río Amazonas

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Frente a la emergencia de un planeta que ya ha superado el peligroso umbral de 1,5 °C de calentamiento, los ojos del mundo están puestos en la Amazonia con la expectativa de una COP30 que necesita entregar resultados urgentes y concretos después de diez años del Acuerdo de París. Pero esta semana, el mismo Brasil que está en Bonn, Alemania, liderando las principales negociaciones climáticas previas a la COP30, ha subastado 19 nuevos bloques de exploración petrolera ubicados en la zona de la desembocadura del río Amazonas, en contra de nuestra voluntad, la de las comunidades indígenas. Avanzar con esta embestida petrolera podría representar un golpe mortal tanto para los pueblos indígenas que habitan y preservan la Amazonia, como para la lucha global contra la emergencia climática.
Brasil necesita despertar y decidir: ser un líder climático global, o seguir practicando la vieja política económica de extraer petróleo hasta la última gota. La exploración petrolera en la desembocadura del Río Amazonas es un escándalo ambiental y social que tendrá graves consecuencias para los nueve países de la cuenca Amazónica y para el resto del mundo. Hasta hoy, ningún país amazónico ha visto progreso para sus bosques y sus pueblos con esta actividad económica. Al contrario: el petróleo solo ha traído más pobreza, contaminación y muerte. Los derrames y emisiones no respetan fronteras, y nuestros delicados ecosistemas, que ya rozan el punto de no retorno, pueden morir para siempre.
Nosotros, los pueblos indígenas, estamos en el centro de la lucha para mantener nuestro bosque en pie y el clima del planeta estable. Y nuestro liderazgo no es retórico: durante milenios, hemos gestionado y conservado los bosques que hoy sustentan a Brasil y al mundo. Tenemos las respuestas que el mundo necesita. Ahora, precisamos ser escuchados y considerados en los procesos de toma de decisiones, tanto en las conferencias internacionales que discuten si habrá un futuro posible, incluyendo la COP30, como en los debates sobre emprendimientos que pueden poner una espada sobre nuestras cabezas, como la apertura de campos petroleros con impactos en nuestros territorios.
Además de nuestra gobernanza ecológica, el mundo tiene mucho que aprender de nuestra organización política. A principios de junio, líderes de los nueve países amazónicos nos reunimos en Brasilia para una pre-COP indígena, donde elaboramos soluciones transformadoras para sacar la protección climática del papel justo en este momento en que la Amazonia y el clima del planeta están al borde de un colapso peligroso.
Esta semana, representantes de diversos países están reunidos en Bonn para negociaciones preparatorias y cruciales sobre el clima antes de la COP30. Y nosotros estamos trayendo soluciones climáticas para que la COP30 sea efectiva. Entre ellas están el reconocimiento y la protección legal de los territorios indígenas como medida esencial de mitigación, la garantía de que estas áreas sean zonas libres de explotación, el financiamiento directo a los pueblos indígenas para acciones de mitigación y adaptación en sus territorios, así como asegurar la representación y participación efectiva en todos los espacios de toma de decisiones climáticas. Al fin y al cabo, sin nuestros territorios indígenas, hoy amenazados por impactos irreversibles de actividades como la exploración de petróleo, no hay lucha posible contra el cambio climático.
Exigimos que nuestras demandas sean ampliamente debatidas y consideradas en las negociaciones pre-COP30 de Bonn para que juntos hagamos el verdadero esfuerzo colectivo que el mundo necesita. No puede haber impulso global sin nosotros, los pueblos indígenas.
Desde hace tiempo se dice que la Amazonia es la base que sostiene el equilibrio del planeta, pero esa base está al borde de un abismo. La subasta de nuevos campos petroleros traerá carreteras que atravesarán los bosques y expulsarán a pueblos y animales de sus hogares. También traerá más codicia asociada a la minería y a la expansión desenfrenada de la frontera agrícola. Y lo peor: posibles derrames de petróleo que pueden envenenar definitivamente el equilibrio de nuestros bosques. Además, las emisiones globales de carbono se dispararían.
Nosotros, los pueblos indígenas de la Amazonia brasileña, pedimos al mundo que apoye nuestra lucha por el derecho a la tierra, contra la extracción de petróleo en esta región, y que respalden nuestras demandas en las decisiones internacionales sobre el clima. Nuestra sabiduría ancestral aporta muchas respuestas a los problemas de nuestros tiempos.
El tiempo corre en contra. Brasil debe volver a ser el líder climático que el mundo necesita urgentemente.
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