‘La Vorágine’, más de cien años después: así se llevó a la pantalla el clásico que marcó la literatura colombiana
La novela de José Eustasio Rivera ha llegado a HBO Max con una nueva adaptación protagonizada por Juan Pablo Urrego, Viviana Serna y Nelson Camayo

A más de un siglo de la publicación de La Vorágine, HBO Max ha estrenado una serie inspirada en la novela de José Eustasio Rivera, considerada como uno de los mayores referentes literarios sobre los crímenes cometidos durante la fiebre de la explotación del caucho, en la Amazonía. Esta nueva producción colombiana busca recrear con realismo la época y los paisajes en los que se desarrolla la historia del poeta Arturo Cova, quien huye de Bogotá junto a su amada Alicia para adentrarse en los llanos de la Orinoquía y la selva amazónica en busca de libertad, solo para encontrarse con una realidad más cruda.
Con un equipo técnico de más de 120 personas, 48 actores y alrededor de 500 extras, la adaptación contó con una producción de gran escala que se desplegó en los departamentos colombianos de Caquetá y Guaviare. La serie, protagonizada por Juan Pablo Urrego, Viviana Serna, Majida Issa, Lucas Buelvas, Diego Vásquez y Carolina Sepúlveda, fue producida por el canal regional Telecafé, en coproducción con Quinto Color Producciones y con el respaldo del Ministerio de las TIC. Aunque a inicios de julio se transmitió en la televisión colombiana, HBO Max adquirió los derechos para su distribución en Latinoamérica y ya tiene disponible la temporada completa. En entrevista con EL PAÍS, el productor Jorge López Abella detalla cómo se equilibró el respeto por el texto original con una mirada contemporánea, y por qué La Vorágine sigue siendo una historia vigente, más de 100 años después.
Pregunta. ¿Cómo equilibraron la fidelidad al texto original con la visión contemporánea que querían plasmar en la serie?
Respuesta. Teníamos la presión enorme de respetar la esencia de una obra que es considerada un clásico de la literatura latinoamericana. José Eustasio Rivera se atrevió a hacer, a través de La Vorágine, una denuncia ficcionada, mezclando géneros dramáticos, con un lenguaje que alterna entre la prosa y el verso. El equilibrio entre el texto original y la visión contemporánea partió de la propuesta del guionista Miguel Ángel Baquero, quien le apostó a una narrativa que mezcla las historias de Arturo Cova y Alicia, con la de Clemente Silva, que ocurren en diferentes épocas, pero siempre respetando la información y las tramas del libro.
P. ¿De qué forma se utilizó el lenguaje audiovisual para que esta adaptación se mantuviera fiel a la esencia de la novela?
R. Logramos reunir un elenco maravilloso bajo el liderazgo de un experimentado director, Luis Alberto Peto Restrepo. En sus palabras, se conservó el espíritu del libro llevando el equipo de grabación a los lejanos lugares donde ocurre la historia y viviendo en comunidad el mismo viaje al infierno que vivieron los protagonistas de Rivera. Bajo la tutela de la directora de arte, Rosario Lozano, se hizo un trabajo muy juicioso, privilegiando el realismo y la reconstrucción de la época en escenografía, vestuario y maquillaje, y se conservó el lenguaje de entonces que, aunque un poco complicado, transporta al espectador al pasado y al territorio salvaje en el que se mueven los personajes.
P. Aunque se cumple un centenario de su publicación, La Vorágine aborda temas muy actuales…
R. Lo que se buscó desde el principio fue mostrar una historia de amor sin dejar de lado la de fondo: el horror de un momento oscuro de nuestra historia, cuando por la explotación del caucho se calcula que fueron esclavizados y asesinados cerca de 80.000 indígenas. La Vorágine tiene una vigencia enorme y desafortunada. Como bien lo dice el profesor Carlos Guillermo Páramo: “El mundo de La Vorágine es el de la explotación cauchera, pero también es el de la coca, el del tigrilleo, el de las esmeraldas, el del oro, el del coltán, el del petróleo, y de todo eso que los pueblos indígenas amazónicos de centro hasta el día de hoy llaman las nuevas caucheras”. Creemos que esta serie puede llamar a la reflexión sobre todo esto.
P. ¿Qué tan desafiante fue grabar en la selva colombiana? ¿Cómo influyó el entorno real en el tono de la producción?
R. Sin duda las sabanas de los llanos orientales y la selva son protagonistas esenciales de este proyecto. No fue fácil tomar la decisión de ir a los lugares verdaderos donde ocurre la historia, porque sabíamos de las dificultades que ello entrañaba y contábamos con un presupuesto que no permitía financiar mayores imprevistos. Teníamos la opción de “falsear” esos escenarios, con menores costos y riesgos, pero nos aventuramos y nos decidimos por las locaciones reales. Afortunadamente contamos con un equipo muy profesional, con amplia experiencia en producciones complejas, y logramos nuestro cometido sin mayores sobresaltos. Así, la influencia del entorno fue definitiva. Todo el equipo actoral ha reconocido que ese ambiente complejo fue definitivo para la construcción de los personajes. Si no hubiéramos tomado esa decisión, los resultados serían distintos.
P. ¿Qué papel cree que juegan plataformas como HBO Max en la proyección del talento latinoamericano?
R. En la actualidad juegan un papel primordial no solo para mostrarle al mundo el talento local, sino para fortalecer nuestra identidad como latinoamericanos. Poder mostrar en muchos países estas historias que son tan nuestras —pero que a la vez tienen un carácter universal— nos hacen reflexionar y dirigir nuestra mirada a nosotros mismos, a la riqueza de nuestra cultura. Eso sin mencionar lo importante que es para la industria audiovisual independiente el que plataformas como HBO Max se interesen en nuestras historias.
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