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Jasper Vervaeke, experto en la obra de Juan Gabriel Vásquez: “Como pocos escritores de su generación, ha reivindicado el derecho del novelista a interpretar las vidas ajenas”

El investigador belga presenta en la Feria del Libro de Bogotá una publicación con las conversaciones que ha sostenido con el escritor a lo largo de 15 años

Juan Gabriel Vásquez

En 2010, Jasper Vervaeke (Amberes, 42 años) buscaba un tema de investigación para su doctorado. De repente llegó a sus manos, por casualidad, el libro de un joven escritor poco conocido: era Los amantes de todos los santos, de Juan Gabriel Vásquez. Lo que leyó lo dejó tan impresionado que, desde ese momento, se dedicó a estudiar la obra del colombiano, hasta llegar a convertirse, quizás, en el mayor experto en su trabajo literario. Así lo ha reconocido el propio novelista en una presentación en la Feria del Libro de Bogotá el pasado miércoles. “Jasper conoce mis libros, en cierto sentido, mejor de lo que yo conozco mi vida. Preocupantemente bien”, dijo entre risas. El hoy profesor de la Universidad de Gante recuerda ese primer encuentro con las páginas del escritor colombiano más reconocido internacionalmente en la actualidad: “Me llegaron en el momento idóneo. Muchas veces es así, ¿no? Me gusta pensar que no escogemos a los libros, sino que los libros nos escogen, o nos dicen ‘ya es hora de leerme”.

Vervaeke acababa de regresar a su natal Bélgica tras estudiar la maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sabía que debía trabajar, pero no en qué. Su profesora Rita De Maeseneer le sugirió doctorarse y él aceptó, aunque no ambicionaba ser académico, sino escritor, y temía que la academia le impidiera “escribir de verdad”. Se había enamorado de la lengua española en Amberes, donde estudió Lenguas Romances, y llegó a México tras un intercambio que hizo en Sevilla para dominar el idioma. Y lo logró. Su español es prácticamente perfecto, con un vocabulario mejor que el de muchos nativos. Es sencillo, discreto. Sus pequeños ojos azules sostienen una mirada aguda. Es amable, pero franco, típico del carácter de flamencos y neerlandeses.

Le intrigó que las historias de amor y desamor que leía se desarrollaran en una región con la que tiene un lazo afectivo, las Árdenas, porque su abuelo tenía allí una casa de campo donde, de niño, pasaba vacaciones o fines de semana. Que un escritor latinoamericano hubiera vivido -como Vásquez- en París y Barcelona, no era sorprendente; pero, ¿qué se le había perdido en esa región boscosa y lejana?. “Me gustaron los cuentos y empecé a leer las novelas. A Rita, que se convirtió en mi tutora, le pareció bien que investigara sobre su obra, pero me sugirió incorporar a otro autor porque, en ese entonces [2009, 2010], Vásquez no había escrito mucho y no era tan conocido. A partir de 2011 empezó a publicar más y la tesis se fue justificando a sí misma. Mucha gente me dice que fue un poco de intuición, yo creo que fue un golpe de suerte”.

Jasper Vervaeke, durante la feria del libro de Bogotá.

Contrariando la regla de la academia de mantener sus objetos de estudio a distancia para “no contaminarse”, Jasper quería conocer a Juan Gabriel. Para un joven con ambiciones literarias era prácticamente un sueño tener contacto con un escritor, aprender de él. “Desde el principio fue muy generoso, eso es algo que nunca dejo de agradecerle. Yo era un principiante. Él no sabía en qué iba a terminar eso, mucha gente ni siquiera termina el doctorado; y, sin embargo, siempre accedió a las entrevistas”. Desde 2010, cada vez que Vásquez publicaba un nuevo libro, Vervaeke lo buscaba. Publicó algunas entrevistas sueltas en revistas, se graduó, publicó un primer libro -“la tesis de la tesis”, lo llama -, y nunca dejó de estudiarlo. La última de las ocho entrevistas, de una hora cada una, fue el pasado enero, cuando el colombiano publicó Los nombres de Feliza. Aproximadamente a partir del quinto encuentro, Vervaeke se dio cuenta de que tenía material como para escribir un libro. Así nació Modelar la memoria (Fundación Malpensante y Universidad El Bosque), que lanzó en la Feria del Libro de Bogotá.

El editor Santiago Erazo destaca que el manuscrito estaba tan bien escrito que hubo muy poco que ajustar; algo notable para un texto escrito en una segunda lengua. Vásquez, por su parte, se muestra encantado: es un amante de las conversaciones con escritores, tiene una gran colección de libros sobre el tema, ha sido un ávido lector de The Paris Review, y ha sostenido tantas que se ha planteado la posibilidad de publicarlas. “Fue parecido a una sesión de psicoanálisis”, dijo, refiriéndose al libro durante la presentación. “Recuerdo que una de las primeras veces en que nos encontramos yo estaba con mi esposa [Mariana Montoya], ellos estaban sentados juntos en el comedor, y Jasper le dijo: ‘entonces ¿tú eres de Bogotá, pero tus padres nacieron en Medellín, y has vivido algunas temporadas en otros países?’. Ella quedó preocupadísima, sintió como si viviera un ejercicio de espionaje”.

El libro es ameno, con un tono más periodístico que académico. Las preguntas, profundas y directas, están muy bien documentadas. Vervaeke logra transiciones tan fluidas en la secuencia cronológica de los temas que dan nombre a los capítulos, que nadie diría que las conversaciones tomaron 15 años. “Cuando empezamos yo tenía 27 años y Juan Gabriel empezaba a ganar reconocimiento y éxito. Yo le hacía una pregunta y esperaba pacientemente su respuesta, antes de hacerle otra. Había mucha admiración por mi parte, como ahora; pero no era una relación recíproca. Luego fui aportando más ideas, él vio que conocía bien su obra, y perdí el miedo a interrumpirlo [risas]”. Se hicieron amigos. “Me gusta pensar que hubo una conexión desde el principio. Ganarme su confianza fue un proceso. Creo que valoró mucho que estudiara su obra. Eso es muy característico de él: por muchos lectores que tenga -tiene muchísimos-, le gusta mucho el contacto con el lector”. Modelar la memoria se venderá también desde mediados de mayo, bajo el sello de la Editorial La Vorágine, en la Feria del Libro de Madrid.

En palabras del experto, Vásquez es, en el mejor sentido, un escritor tradicional. “Él quería aprender y sabía muy bien que se aprende de los maestros, de los grandes precursores, de los clásicos. Entró en contacto pronto, de manera muy deliberada, con sus ejemplos literarios. He estudiado la influencia de algunos escritores en su obra porque, a partir de esos aprendizajes, encontró su propia voz”. El escritor ha dicho de sí mismo que está obsesionado con la memoria, con la historia. Hábil al escudriñar cómo lo público se inmiscuye en la vida privada de las personas, no le gusta hablar de la suya, la protege celosamente. Esa es su gran paradoja. El valor de la obra de Vásquez -afirma Vervaeke- es que, como pocos escritores de su generación a nivel mundial, ha reivindicado el derecho del novelista a interpretar, mediante la imaginación, las vidas ajenas.

¿Cómo se lee a Vásquez fuera de Colombia?: “Creo que de manera mucho menos politizada. Él trata de mantener separadas la faceta de intelectual público -que se revela a través de sus columnas en EL PAÍS-, y la de novelista; algo que, en el contexto latinoamericano, es muy difícil. Lo vemos con Vargas Llosa. Muchos latinoamericanos, sobre todo los que son más de izquierda, no quieren leer sus libros porque en sus columnas defendía opiniones con las que no están de acuerdo. Yo tampoco estoy de acuerdo, pero trato de separar las dos cosas. Fuera de Colombia no conocemos tanto la faceta de intelectual público de Juan Gabriel Vásquez, entonces lo leemos como novelista. Él sabe que es un riesgo intervenir en el debate público, pero lo asume”.

Precisamente, a raíz de la muerte de Vargas Llosa se ha especulado que Vásquez podría ocupar la silla del escritor peruano en la Real Academia Española de la Lengua. Algunos han dicho que podría ser candidato al Nobel: “Es muy difícil y peligroso decir si es posible. Yo diría que tiene el talento, la calidad; de eso estoy seguro. Tiene mucha obra hecha, es muy buen orador público, y tiene un carisma y una capacidad de influencia enormes, muy potentes. No conozco muy bien de qué depende que un autor gane el Nobel, pero últimamente ha habido un poco más de apertura y diversidad. Desde 2010, cuando lo ganó Vargas Llosa, no lo gana ningún latinoamericano, tampoco un escritor en lengua española. Aunque Juan Gabriel todavía es muy joven”, dice.

- Albert Camus ganó el Nobel con 44 años …

- “Entonces espero que sí, aunque quizá sea un poco precipitado. Esperaría que lo ganara, pero no soy un oráculo. No lo sé”.

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