El Día de Muertos llega en una van a las comunidades migrantes a través del arte
La mexicana Rosalía Torres-Weiner, que se identifica como una ‘artivista’, recorre varios puntos de Carolina del Norte con un ‘food truck’ que esparce arte y tradición


En Charlotte, Carolina del Norte, un food truck negro avanza despacio. No reparte comida, sino arte. En su interior, luces, incienso de copal, pan de muerto y una catrina dan la bienvenida a quienes cruzan la puerta del Mobile Art Studio, el proyecto itinerante de la artivista mexicana Rosalía Torres-Weiner (Ciudad de México), que esta temporada del Día de Muertos se ha transformado en una experiencia inmersiva y gratuita para las comunidades latinas del sur de Estados Unidos.
“Mi camión es mi bebé”, dice con una sonrisa. “Lo compré con el dinero que gané cuando el Smithsonian adquirió dos de mis obras y desde entonces lo uso para llevar el arte a mi gente. Porque entendí que si mi comunidad no llega al museo, el museo tiene que llegar a ellos”.
Nació en una familia donde el arte fue una constante y se convirtió en una forma de refugio. Su infancia estuvo marcada por la violencia doméstica, pero también por la imaginación que le permitió sobrevivir. “Cuando mi papá gritaba, yo escondía a mis hermanitos debajo de la mesa y con una cajita de cerillos que convertía en una cámara fotográfica les decía: ‘Sonrían, les voy a tomar una foto’. Ahí descubrí que el arte tenía poder”. Años más tarde, ese mismo impulso la llevaría a cruzar la frontera.
Su historia es la de miles de migrantes: una mezcla de valentía, desarraigo y reinvención. Llegó a Los Ángeles a los 21 años, con el sueño de trabajar como sobrecargo, pero encontró una oportunidad laboral en hotelería. Subió de puesto en los hoteles Marriott y se estableció profesionalmente. Pero el arte seguía persiguiéndola. “Decoraba habitaciones, hacía caricaturas para que las empleadas recordaran a los huéspedes, pintaba murales… y poco a poco los uniformes se fueron cambiando por pinceles”.

Ya instalada en Carolina del Norte, pintó para pilotos de Nascar, jugadores de los Panthers y celebridades locales, hasta que la crisis financiera de 2008 cambió su rumbo. “Perdí todos mis contratos. Pero al mismo tiempo veía las deportaciones masivas [de Obama], los niños que se quedaban sin sus padres y pensé: el arte me salvó a mí, puede salvarlos a ellos”.
Así nació El Proyecto Papalote, talleres en los que los niños de familias deportadas dibujaban sus historias y transformaban la ropa de sus padres ausentes en colas de papalotes. Ella les aseguraba que “si la cola era larga, el papalote volaba más alto”. Era una forma de decirles “van a estar bien”. Sus papalotes fueron exhibidos en el Levine Museum of the New South y más tarde ingresaron a la colección del National Museum of the American Latino.
Con el auge del discurso antiinmigrante y las redadas durante la primera Administración de Donald Trump, Torres-Weiner decidió alzar la voz desde el muralismo. En 2016 pintó una Virgen de Guadalupe frente al skyline de Charlotte, rodeada de mariposas que representan a los migrantes. “Algunos decían ‘regrésate a tu México’. Y yo respondía: ‘Esta también es mi casa. Aquí está mi Virgen, aquí está mi historia”.
Desde entonces, sus proyectos se volvieron abiertamente políticos, entrelazando el arte con el activismo comunitario. “El miedo volvió a sentirse. Las familias se escondían, los niños no sabían si sus padres regresarían de trabajar”. Pero la artivista defendía que no estaban solos. Había una comunidad —la suya, la que había construido junto a los migrantes latinos— que resistía en la ciudad más grande de Carolina del Norte. Una ciudad que alberga las sedes de Bank of America y Wells Fargo y en la que Torres-Weiner alzaba la voz para decirles: “Tú no estás solo, nos tienes a nosotros, y el arte puede ayudarte a sanar”.
El Día de Muertos sobre ruedas
Hoy, con Red Calaca Studio, recorre barrios latinos. Su nueva exposición de Día de Muertos, creada junto a su hijo cineasta, mezcla las tradiciones mexicanas con Inteligencia Artificial: proyecciones de flores de cempasúchil, pan de muerto, copal, música y una película donde ella aparece convertida en una Catrina digital. “Quise contar cómo mi mamá me despertaba al amanecer para ir al panteón. No había miedo, solo amor y flores. Quiero que la comunidad anglosajona lo entienda y que los nuestros recuerden de dónde venimos y quiénes somos”, cuenta.
Este proyecto adquiere un significado especial para Torres-Weiner en un contexto en el que hablar español, tener la piel morena o ser latino puede convertir a los migrantes en blanco de las autoridades. “Mi logo se llama Red Calaca porque nuestras raíces nos hacen fuertes. Algunos amigos americanos me decían ‘¿Por qué no Red Skull Studio?’ Y yo les contesté: ‘Si yo pude aprender a decir Starbucks, tú puedes aprender a decir Calaca’”. Su objetivo es claro: reivindicar el poder del arte como acto de resistencia.
El Red Calaca Studio Mobile estará esta semana en la Universidad de Charlotte, el sábado 1 de noviembre estará en Camp North End y el domingo 2 de noviembre, en el Spark Centro, donde las actividades serán gratuitas. Una panadera local donará pan de muerto. “La magia siempre llega”, dice Torres-Weiner. “Y mientras haya arte, magia y comunidad, nada está perdido”.
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