‘Salvados’ con Salomé Pradas: La entrevista como deporte de riesgo
A uno se le puede escurrir un entrevistado entre los dedos si está en un directo, el que lo probó lo sabe. Pero cuando una entrevista se emite en diferido, las herramientas para puntualizar, corregir, matizar son variadísimas

Yo quería dedicar esta columna a la primera temporada recién terminada de esa chaladura descacharrante llamada La empresa de sillas. O al estreno de Ena y el estropicio que le ha hecho RTVE con el doblaje. Yo quería, en definitiva, escribir de ficción. No me canso nunca de citar a Gloria Muñoz en La flor de mi secreto: “La realidad debería estar prohibida”. Pero a veces pide paso.
No quiero esgrimir aquello de que periodismo no es contar que uno dice que llueve y otro dice que no, que es abrir la ventana y comprobarlo, primero porque ya es un lugar común de primera categoría, o sea, de última. Segundo, porque no tengo claro que todas las entregas de Salvados pretendan hacer periodismo estricto. Y tercero, porque me parece un símil de mal gusto, dado que vengo a escribir sobre la entrevista que le realizó Gonzo a Salomé Pradas, emitida el pasado domingo, alrededor de todo lo que ocurrió en la gestión inmediata de la dana. No quería, pero como han comprobado, no he podido evitarlo.
Salomé Pradas se sentó frente a Gonzo, en una entrevista grabada el lunes 24 de noviembre, como indica un rótulo al inicio. Y nos queda claro desde el principio que la entrevistada solo se ha atrevido a hablar con los medios después de la dimisión de Mazón. Había y hay ganas, con razón, de que Salomé cantara —Vivo cantando, cantaba la otra Salomé—. Y de que entregara en bandeja de plata la cabeza de su Bautista, me hago cargo. Lo que no queda tan claro es por qué el programa no ha hecho verificación de las declaraciones de la exconsellera, como sí ha hecho a posteriori, por ejemplo, este periódico.
A uno se le puede escurrir un entrevistado entre los dedos si está en un directo, el que lo probó lo sabe. Pero cuando una entrevista se emite en diferido, las herramientas para puntualizar, corregir, matizar son variadísimas y están al alcance de cualquiera. No usarlas es, desde luego, una decisión. Hay quien ha especulado con una hipotética trastienda de la entrevista que la condicionó hasta ese punto. Lo desconozco. Lo que sé es que exponerse a que el espectador crea ciertas todas las afirmaciones –muchas de las cuales se podían probar cuestionables– de una persona imputada en el caso más trágico de la historia reciente de nuestro país es, como mínimo, un deporte de riesgo.
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