‘The Paper’: Volver (o no) al lugar que te ha hecho reír
La tele es un negocio conservador en tanto en cuanto insiste en replicar fórmulas de probada solvencia para tratar de garantizarse un éxito que incluso por esas se le puede escurrir entre los dedos

Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida, como dice la canción, y la tele no es una excepción. O eso quieren creer los ejecutivos del sector. De ahí la abundancia de adaptaciones, secuelas, precuelas, remakes, reboots, spin-offs, etc. De, en definitiva, obras derivadas varias, por resumir y para evitar seguir dándole disgustos a Álex Grijelmo con tanto anglicismo. No olvidemos que, por impredecible, la tele es un negocio conservador en tanto en cuanto insiste en replicar fórmulas de probada solvencia para tratar de garantizarse un éxito que incluso por esas se le puede escurrir entre los dedos. Dame una franquicia y llámame tonto.
En comedia, sin embargo, pocos spin-offs han conseguido no ya alcanzar el éxito de su serie madre, sino pervivir al margen de su recuerdo. Se me ocurren algunos ejemplos muy dispares que han funcionado —Lou Grant, Frasier, Aída, El joven Sheldon—. Echándoles un ojo casi se podría inferir que su éxito proviene de haber engañado al espectador, esto es, de haber usado, como toda obra derivada, la fama y los atractivos de la predecesora para invitarle a ver la nueva y luego ofrecerle en esta algo con un tono muy dispar.
Saco estas conclusiones después de haber visto los capítulos disponibles en Skyshowtime de The Paper, serie procedente de la versión estadounidense de The Office, que ya era una obra derivada, un remake de la original británica creada por Ricky Gervais y Stephen Merchant. The Paper es un spin-off muy sui generis: Oscar, el único personaje que pervive de la antecesora, es muy secundario. Parece casi una excusa para poder abordar este nuevo universo: el de un periódico precario de Ohio al que llega un nuevo director reformista, interpretado por el entrañable Domhnall Gleeson. Le encantará a los periodistas en activo, por la parodia sobre la coyuntura actual de su oficio.
Pero a los seguidores de Michael Scott y los suyos es posible que lo que más les provoque sea nostalgia de la oficina de Scranton, ya que su hija televisiva explota sus mismos recursos y manierismos —hasta la música de la intro recuerda a la de la serie madre—, pero sin los personajes de los que nos encariñamos durante los 188 capítulos que duró la serie predecesora. Hay que ser generoso con las comedias: necesitan su tiempo hasta encontrar su sitio. Pero puede que The Paper lleve a más de uno a pensar que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver, como decía otra canción.
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