No, aunque lo diga Mariah Carey, aún no es Navidad
Cómo no nos va a parecer que el tiempo pasa deprisa si hemos normalizado sacudir los granos de arena de la bolsa de la playa mientras los ayuntamientos colocan la iluminación navideña, si las ofertas de cremas solar conviven en los lineales del supermercado con el turrón de coco


El It’s Time de Mariah Carey fue en su momento una ocurrencia graciosa. Tras la noche de Halloween, la diva se arrancó con All I Want for Christmas Is You y así como la marmota Phill avisa de cuánto le queda al invierno, la diva anunció la llegada de la Navidad. “¿En noviembre?” nos alarmamos algunos a los que nos tachan de Grinch. Pues sí. Y ahora aquella ocurrencia es tradición y la Navidad dura un mes más. Pero no podemos culparla solo a ella.
Antena 3 ha olido el espumillón y el pasado sábado programó tres telefilmes navideños. Adiós, mujeres acechadas por un extraño, niñeras con aviesas intenciones y adolescentes embarazadas; han llegado las exitosas publicitarias que accidentalmente cambiarán el ruido de Nueva York por un pueblecito pintoresco donde descubrirán el verdadero sentido de la vida. ¿Cómo no nos va a parecer que el tiempo pasa deprisa si hemos normalizado sacudir la arena de la bolsa de playa mientras los ayuntamientos instalan la decoración navideña, si los restos de bronceador se codean en los supermercados con el turrón de coco, si podemos comprar lotería de Navidad en agosto y los catálogos para que elijamos qué guerrera K-Pop vamos a pedir a los Reyes llegan al buzón en octubre?
Ya no existe el otoño, existe la perinavidad. La preciosa estación que servía para reponerse de los excesos del verano y aterrizar suavemente en el frío es la principal víctima de esta redistribución de las estaciones. El momento del año en el que paseamos melancólicamente entre árboles semidesnudos mientras escuchamos Autumn Leaves y nos preparamos para los tiempos bulliciosos que se presentan en el horizonte está en extinción. Todo lo que invita al recogimiento y la reflexión va cayendo en desuso. Hay ansiedad porque todos los días estén cargados de actividad, y mejor si es monetizable.
Y si no existe una festividad, alargamos las que hay. La mayoría de las fechas en las que se conmemora alguna tradición local han pasado a extenderse durante días, todo sea por el turismo, porque para qué sirve conocer una ciudad en la que no se está celebrando nada. Noviembre se ha visto fagocitado por el Black Friday, que ha pasado a durar un mes en algunos comercios. El otoño se ha convertido en una sucesión de ofertas en hogar y electrónica, en el que hay que estar constantemente alerta para no perderse un descuento en algún producto que no necesitamos. No es el que el tiempo pase más deprisa, es que ya somos incapaces de vivir despacio.
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