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Columna
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‘Monstruo’: ese melón mejor no abrirlo

Si uno ve más allá del morbo y del desvarío, esta nueva entrega de ‘Monstruo’ tiene un elemento diferencial valioso: una mirada a cómo el cine se aprovechó de la figura de Ed Gein. Pero se pierde convenientemente por el camino

Paloma Rando

Abrázame hasta que Ryan Murphy deje de sexualizar a sus asesinos en serie. No pasan ni siete minutos del primer episodio de esta tercera temporada de la antología Monstruos (Netflix) sin que veamos la cincelada anatomía de Charlie Hunnam, actor que interpreta al criminal Ed Gein, en todo su esplendor. Igual que en aquellas series españolas que corrían a meter a algún personaje bajo la ducha en sus primeros cinco minutos. No es moral mi objeción, sino narrativa: es fácil que el reclamo barato del asesino sexy —más en historias basadas en hechos reales— a uno le saque de la historia que está contemplando.

Además de la capacidad de imaginar a tíos buenos encarnando cualquier tipo de rol, propia de Murphy desde los tiempos de Nip/Tuck, entre los muchos dones del productor está que siempre hablemos de las series de su productora como si las hubiese creado él. Da igual que cada temporada de American Crime Story o de Feud, por poner dos ejemplos, las hayan pergeñado y escrito guionistas diferentes. En el imaginario son series de Ryan Murphy porque tienen su sello (y su producción ejecutiva), igual que Sensación de vivir, Los Ángeles de Charlie o Dinastía eran series de Aaron Spelling. Sin embargo, obviar que la autoría varía es el primer paso para la decepción que muchos espectadores sienten ante la desigual calidad entre ellas. Son como un melón: hasta que no se abre, no se sabe. Y cada vez con más frecuencia salen regular: la cantidad de series que da al año la factoría Murphy complica mucho que de allí salga algo que no sea comida rápida.

Monstruo: la historia de Ed Gein está creada por Ian Brennan, cocreador junto a Murphy y Brad Falchuck de Glee, Scream Queens, The Politician, Hollywood y Vigilante (estas dos últimas sin Falchuk). Si uno es capaz de ver más allá del morbo y del desvarío, esta entrega tiene un elemento diferencial valioso: una mirada a cómo y por qué el cine se aprovechó de la figura de Gein, que inspiró, entre otras, Psicosis, La matanza de Texas y El silencio de los corderos, dando lugar a una mitología alrededor del asesino en serie como emblema moderno del mal. Pero la serie abandona esta idea convenientemente porque, de lo contrario, tendría que poner los ojos sobre sí misma y sobre estos tiempos de auge del true crime, y no saldría viva de un análisis en esos términos. Ese melón, por la cuenta que les trae, mejor no abrirlo.

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Sobre la firma

Paloma Rando
Redactora, columnista y guionista de televisión. Empezó a trabajar en el medio en 2006, en el departamento de vestuario de diferentes series, y dio el salto a guion en 2012. Su último trabajo emitido es 'Señoras del (h)AMPA'. Ha desarrollado series para Alea Media, Shine Iberia, Secuoya, Zeta studios y Suma content, entre otras productoras.
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