El coraje de Melody no puede con todo, y el disparate del televoto
Una canción desfasada deja a España antepenúltima en un Eurovisión donde el voto popular casi hace ganador a Israel


Cómo objetar algo a Melody. Cómo poner pegas a alguien con la moral tan vitalista. ¿Vieron cómo ejecutó su ya popular helicóptero con la melena al final de su actuación? Cómo no apoyar a una persona que inspira afecto y sencillez en un entorno, el artístico y sus aledaños, repleto de personajes afectados. Vivimos su lenta, y por eso titánica, escalada en las apuestas durante las semanas previas. Al final fue todo un espejismo. Esa diva quedó mal, en el puesto 24, el antepenúltimo, con una canción anticuada y pespunteada de españoladas topiconas. Ganó Austria con el canto agudísimo y operístico de JJ y su tema Wasted Love. Ni mucho menos fue el mejor, pero aquí se valora mucho el poderío vocal, cantantes exhibicionistas capaces de agrietar las copas de cristal. Todo en detrimento de las buenas canciones, que las hubo anoche, como la italiana o la suiza.
Pero todavía hay que celebrar la victoria austriaca, porque en segundo lugar quedó Israel, un país que no debió competir y cuya canción no era de las mejores. Fue otra vez el televoto, como el año pasado, el que alzó a Israel, que quedó la primera en este apartado. En España también Israel fue el país más valorado por el televoto. Estaría bien saber la motivación de tanta gente para movilizarse en favor Israel, porque no parece que lo artístico sea determinante. Los dos años que se ha celebrado Eurovisión mientras se desarrolla el genocidio por parte de Israel en Gaza el voto popular se ha decantado por el país que lidera Netanyahu. Da para pensar mucho...

Melody ya había conseguido nuestra simpatía antes de presentar su corajuda actuación en Basilea. La sevillana nos convenció por agotamiento con su presencia en todas partes: los Goya, en la final de la Copa del Rey de fútbol, el apagón, en la Moncloa con Pedro Sánchez… Con una moral inmensa, ha ido achicando espacios, como ese defensa correoso que agarra, empuja, echa el aliento al delantero rival cada vez que le llega la pelota y le acaba, inevitablemente, secando. Déjame en paz, has ganado, me voy amargado al vestuario, tu músculo se lleva por delante mi finura. Esa ha sido Melody y por eso sorprendió un puesto tan bajo. Se esperaba al menos quedar entre los 15 primeros, quizá en los puestos bajos del top 10.
Defendió bien su tema la sevillana, con ardor y disciplina, con mejoras evidentes desde su victoria en enero en Benidorm Fest, como el efecto de cambiar de estilismo para salir de un telón con ese body de pedrería en plata que ya forma parte de la cultura pop española reciente. Que iba a cantar con solvencia había pocas dudas, que bailaría con vehemencia andaluza estaba asegurado. Existía temor sobre si se descoyuntaría en la voltereta final, pero aguantó ella, y el bailarín, que nos pareció ver que tenía el miedo dibujado en los ojos. También sabíamos las deficiencias de Esa diva, trasnochada a pesar de las mejoras, desfasada en algunas partes y simplona en otras. Una canción que se mueve a bandazos sin encontrar el carril adecuado, un tema congelado en un tiempo lejano a mucha distancia de la buena música que se compone en la España de 2025. Melody bien; Esa diva, poca cosa.

Participó Israel, en un dislate de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), porque es una presencia incómoda e insultante en un festival al que se le llena la boca con las palabras paz y hermandad. Incluso la organización amenazó a los comentaristas españoles (Tony Aguilar y Julia Varela) con sanciones si volvían a comentar, como ya hicieron en la semifinal, la verdad: que Israel ha provocado la muerte de 50.000 civiles en Gaza, de los cuales 15.000 son niños. Son datos de Naciones Unidas. Intolerable lo de la organización.
Este año se le brindaba a Eurovisión una buena oportunidad para resarcirse, para que se llevara el triunfo una buena canción, que huyese del sonido estridente de muchas de las candidatas, que parece como si se grabasen todas en el mismo estudio de churros musicales (recordemos, aquí el sonido llega grabado de casa). Alejadas de ese sonido algorítmico y artificial surgió el representante italiano, Lucio Corsi, con la cara pintada de blanco y una estética glam setentera, a medio camino entre un clown y Marc Bolan. Volevo essere un duro es estupenda, música atemporal, rock melódico de categoría. Si hasta tocó la armónica el talentoso Corsi en un gesto de un romanticismo feroz. No se entiende que el pizpireto trío de Reino Unido, Remember Monday, no quedase más arriba con What The Hell Just Happened?, una canción festiva con un regusto a Queen y Abba muy molón. Pero la sombra difusa del televoto le concedió cero puntos, como el año pasado al mismo país, Reino Unido. Raro, raro. Ucrania también destacó, y Portugal, con un tema de pop-rock provisto de una melodía de mérito. La anfitriona, Suiza, entregó una pieza pausada, bellísima. Ninguna ganó, y es una pena.
La organización tiene un año para impedir, como ya hizo con Rusia, la participación de Israel. Sería de agradecer que se atreviera...
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