‘Un extraño enemigo’, una demoledora crítica a la política mexicana

La segunda temporada de la serie mexicana Un extraño enemigo (Amazon Prime Video) es, probablemente, una de las disecciones más radicales de lo que entendemos por los entresijos del poder. Se centra en el sexenio del presidente Luis Echeverría y tiene como protagonistas a Fernando Barrientos, interpretado por un imperturbable Daniel Giménez Cacho, que está acompañado por Antonio de la Vega como el Presidente. Una estupenda serie, dirigida y coproducida por Gabriel Ripstein, que deja a Maquiavelo en el nivel de los aficionados.

Barrientos es Subsecretario de Gobernación y, en buena medida, garante del orden establecido, un orden que se desordenó en octubre de 1968 con la matanza de la Plaza de las Tres Culturas o de Tlatelolco, el cenit de la rebeldía estudiantil, un acontecimiento que marcará profundamente la vida familiar del Subsecretario y profundizará aún más su enorme capacidad de manipulación: todo vale para mantenerse en el poder, en lo que, por otra parte, el presidente Echeverría es un maestro consumado.

Un alarde de maniobras en la oscuridad, de traiciones, trampas y adulteraciones en las que, por ejemplo, las drogas juegan un papel importante y no tanto por su consumo como por la ingente cantidad de dinero que mueve su tráfico, lo que a su vez permitirá y potenciará los sobornos. Pocas series como Un extraño enemigo, producida por la muy potente Televisa, se muestran más implacables en su crítica a las instituciones, desde el Ejército a los gobernadores o a la Policía. No se salva nadie.

Y si se piensa que esto solo ocurre en México conviene recordar las manipulaciones y corruptelas patrias, desde el caso del aceite de colza, con cerca de 700 muertos y 20.000 afectados, al de la trama Gürtel. Poder y corrupción.

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