‘Slow horses’. Espía como puedas
En la nueva serie de Apple TV+ no encontraremos trajes cortados en Savile Row, martinis agitados, ni estilizadas escenas de lucha, pero sí humor negro y mucho talento

Al hundimiento del Titanic, del que se acaban de cumplir 110 años, contribuyeron un iceberg y la falta de previsión. También el oficial que se llevó por error las llaves del armario de los binoculares impidiendo que los vigías pudieran detectar a tiempo lo que se avecinaba, la clase de error que te sitúa en la cara b de la historia. Un rincón indeseable en el que encontraríamos a los protagonistas de Slow horses, la serie basada en la saga de Mick Herron que acaba de estrenar Apple TV+.
Los caballos lentos del título son un grupo de espías desastrosos, exiliados en la Casa de la Ciénaga, el purgatorio al que son relegados los agentes británicos caídos en desgracia. Los capitanea Jackson Lamb, un cabronazo aerofágico, tan desastrado como brillante, interpretado por Gary Oldman en lo que parece la versión eccehomo de Borja de su George Smiley en El Topo.
Que nadie busque aquí trajes cortados en Savile Row, martinis agitados, ni estilizadas escenas de lucha. Los espías de Slow horses están más cerca de la estrambótica oficina de Killing Eve y de los interiores depresivos de la llorada Rubicon, que del glamur inherente a la ficción sobre espionaje.
Lo que sí encontramos es humor, negrísimo, y talento. Acompañan a Oldman, —a quien no veíamos en televisión desde su duelo de salivazos con Joey Tribbiani— Kristin Scott Thomas, la maravillosa Saskia Reeves y, de refilón, Jonathan Pryce, que vuelve a la inteligencia británica tres décadas después de la divertidísima Jumpin’ Jack Flash y al son de la misma música: Mick Jagger se encarga del tema principal de la serie. En los ochenta, Pryce huía del KGB, ahora el enemigo es un grupo de acémilas de una extrema derecha que como el iceberg avanza inexorable. Que nadie pierda de vista los binoculares.
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