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La Audiencia de Huelva condena a 59 años de cárcel a un entrenador de fútbol por agresiones y abusos sexuales a 21 niñas

El responsable de equipos femeninos, de 65 años, cometió 31 delitos contra las jugadoras de sus equipos, menores de edad

El entrenador de Huelva condenado por 31 agresiones y abusos sexuales contra las 21 jugadoras menores de sus equipos, en los juzgados.
Javier Martín-Arroyo

La Audiencia de Huelva ha condenado a 59 años de cárcel a un entrenador de fútbol femenino infantil y juvenil por cometer agresiones y abusos sexuales continuados a 21 niñas y adolescentes. Francisco Manuel L. A., de 65 años y que también trabajaba como técnico de instalaciones de la Universidad de Huelva, cometió 31 delitos entre 2017 y 2022 al aprovechar su situación de superioridad y la especial vulnerabilidad de las víctimas, todas ellas menores de edad. El entrenador incurrió en un rosario delictivo durante ese lustro: 10 agresiones sexuales, 20 abusos sexuales continuados y un delito de acoso a chicas menores y mayores de 16 años, según refleja la sentencia, con conformidad y difundida este miércoles.

El entrenador llevaba 30 años en el club femenino Amigos 80, del que también fue directivo y secretario. La sentencia recoge los múltiples episodios de agresiones y abusos sexuales sufridos por las niñas hasta su detención en 2023 y cómo estas los relataron a sus padres, pero sin que el hombre cesara en su conducta. La Fiscalía onubense había solicitado 147 años de cárcel por la ristra de delitos cometidos, reducidos finalmente a algo más de un tercio de condena.

“La víctima sufrió besos en el cuello y cara y cachetadas en el culo en los entrenamientos y en los partidos (…) el acusado se introdujo en el baño y logró verla en ropa interior procediendo a besarla en el cuello, abrazándola, efectuándole tocamientos en los pechos y el culo. En otras dos ocasiones restregó sus genitales con la menor (…) se aproximó en numerosas ocasiones a la grada donde [la víctima] se encontraba, propinándole pellizcos en el culo, poniendo la mano en las piernas de la menor subiendo hasta con la intención de tocar sus genitales y metiéndole la mano por debajo de la camiseta para tirarle de la tiranta del sujetador”, reza el fallo.

A los tocamientos en zonas íntimas y besos no consentidos, el técnico sumó masajes con diferentes excusas para curar supuestas lesiones de las futbolistas, a las que regalaba ropa interior y obligaba a cambiarse de ropa frente a él. Además, acosó por teléfono a algunas víctimas, mediante llamadas y mensajes. Las chicas han sufrido “deterioro en la práctica totalidad de las áreas de su vida”, subraya la sentencia, y algunas han tenido que acudir a terapia para superar los traumas. La prolongada espiral de dependencia y silencio entre el entrenador y las deportistas solo se rompió cuando una de las familias denunció el caso en una comisaría a finales de 2022.

64.395 euros de indemnización

Poco después, el entrenador fue detenido en enero de 2023, cuando la Policía encontró en su despacho 27 bragas y un conjunto de lencería. Desde entonces estaba en prisión preventiva. Ahora deberá indemnizar a las víctimas con 64.395 euros, más intereses, dictan los magistrados.

El tribunal ha atenuado la condena inicial prevista por la reparación del daño ―o disminución de sus efectos― y la confesión tardía de los delitos. El entrenador deberá cumplir un periodo de libertad vigilada de cinco años cuando cumpla la condena de prisión y queda inhabilitado para volver a entrenar o ser monitor deportivo, además de tener órdenes de alejamiento de sus víctimas. A pesar de la llamativa cifra de 59 años de condena de prisión que suman los 31 delitos, el entrenador no estará más de 13 años en la cárcel, ya que lleva ya más de dos en prisión preventiva: “El máximo de cumplimiento efectivo de la condena del culpable no podrá exceder del triple del tiempo por el que se le imponga la más grave de las penas (…) de tres años y 27 meses de prisión”, subraya el fallo.

El escrito de la Fiscalía destacaba cómo la Policía consideraba que el técnico, sin antecedentes penales, se valía de su condición de entrenador de fútbol base femenino para “tener acceso a las menores, todas ellas jugadoras de entre 14 y 16 años”, a las que obligaba a despojarse de la ropa interior para poderles dar masajes. El entrenador les advertía de que, dada su posición, “sin ellos [los masajes] no podrían volver a jugar en el equipo”. El hombre cometió abusos en un “almacén usado para guardar el material deportivo del equipo”. Además, se ofrecía a costear el precio de la habitación de hotel en los desplazamientos del equipo si las menores compartían cuarto con él.

Para presionar a una de las víctimas y que se dejara masajear, el entrenador mandó un mensaje diciéndole que “le parecía patética si no se dejaba curar” y expresiones similares, recoge la sentencia. El técnico la llamó por teléfono más de 30 veces un día a principios de 2023, lo que provocó a la víctima una crisis de ansiedad y que acudiera finalmente a la Policía para denunciarle. La menor ha sufrido estrés postraumático y un deterioro “en la práctica totalidad de las áreas de su vida y un alto grado de sufrimiento”, reza el fallo.

Las condenas por los distintos delitos oscilan entre los tres años y nueve meses por distintas agresiones sexuales y los seis meses por varios abusos sexuales. El entrenador trabajó como personal laboral fijo para la Universidad de Huelva desde 1993 como “técnico especialista” en el servicio de actividades físicas y deportivas. Por ello accedía a un despacho, un almacén de material deportivo y una sala de enfermería, donde aprovechó su superioridad moral para agredir y abusar de las jóvenes deportistas.

Si conoce algún caso de abusos en el deporte español que no haya visto la luz, puede escribir a:abusos@elpais.es

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.
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