Una revisión científica desaconseja los probióticos y geles vaginales frente al virus del papiloma: “Pueden ser una pérdida de tiempo y dinero”
Un documento elaborado por la sanidad catalana y dirigido a médicos y pacientes asegura que “no hay evidencia suficiente para recomendar” estos productos de venta en farmacia


Los geles vaginales, probióticos y otros productos de venta en farmacia que se promocionan como una opción eficaz frente al virus del papiloma humano (VPH), la infección de transmisión sexual más común y principal causa del cáncer de cuello uterino, carecen en realidad de la evidencia científica que avale estos mensajes y su uso “puede convertirse en una pérdida de tiempo, esfuerzos y dinero”, además de exponer a los consumidores a “posibles efectos adversos desconocidos”.
Esta es la principal conclusión de una reciente revisión científica que se ha plasmado en un documento dirigido a profesionales sanitarios y pacientes publicado por el Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña. El trabajo ha sido liderado por la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias de esta comunidad (AQuAS) en colaboración con siete sociedades científicas y el Instituto Catalán de Oncología (ICO).
El informe recuerda que actualmente “no existe un tratamiento específico” contra la infección, que según la literatura científica remite de forma espontánea en cerca del 90% de personas en los dos primeros años. En uno de cada 10 casos, sin embargo, esta se cronifica y puede causar lesiones en el tejido epitelial que, en algunos casos, evolucionarán hacia cáncer de cuello uterino.
El documento defiende que, cuando la lesión se cronifica, lo conveniente “es realizar un seguimiento clínico estrecho para vigilar que no se desarrolle una lesión premaligna”. Si llegan a aparecer, el tratamiento consiste en “la extirpación de la lesión”, lo que se hace mediante varias técnicas quirúrgicas que no suelen requerir la hospitalización de la paciente.
Los productos que la sanidad catalana desaconseja usar son un amplio grupo de presentaciones de venta libre en farmacia que no requieren receta médica ni están financiados por la sanidad pública. Su precio, según tamaños y presentaciones, va de 20 a 120 euros. En realidad, aunque a menudo se promocionen como opciones terapéuticas, no se trata de medicamentos, sino de “productos sanitarios”, cuya regulación es más laxa y con criterios menos exigentes que los que deben cumplir los fármacos.
Según datos proporcionados por la consultora especializada IQVIA, en el año comprendido entre mayo 2024 y abril 2025 las ventas de las dos categorías en las que se incluyen estos productos —“antiinfecciosos ginecológicos, excluyendo antifúngicos” y “otros preparados ginecológicos”— ascendieron a 38,5 millones de euros, con un crecimiento del 61% en apenas cuatro años. Estas cifras incluyen algunos preparados que se venden para otros fines.
La recomendación publicada por la sanidad catalana se engloba dentro de la iniciativa Essencial, cuyo objetivo es “aportar a profesionales sanitarios y ciudadanía documentos y recomendaciones basadas en la evidencia científica para mejorar la práctica clínica y la calidad asistencial”, explica Johanna Caro, coordinadora del proyecto. Además del cáncer de cuello uterino, el VPH está relacionado con tumores como el de orofaringe, ano, pene y vulva, entre otros.
Paula Peremiquel, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y responsable de cribado de cáncer de cuello uterino del ICO-IDIBELL, considera que el documento era necesario tras los cambios desarrollados en las políticas de prevención. “Los sistemas sanitarios están pasando de un modelo basado en las citologías, que detectan lesiones precancerosas cuando ya se han desarrollado, a pruebas de VPH que miran si existe la infección necesaria para que las lesiones se puedan desarrollar”.
Aunque con algunas pequeñas diferencias, este cambio de modelo coincide en lo más importante en todas las comunidades. En Cataluña el protocolo está en vigor desde 2023 y prevé la realización de una prueba de VPH cada cinco años entre los 30 y los 65 años en todas las mujeres, que tiende a ser más simple y cómoda que la citología con iniciativas que impulsan la automuestra. Actualmente, la citología solo se mantiene entre los 25 y 29 años.
“El nuevo modelo de cribado tiene una mayor calidad porque detecta la infección antes de que se produzcan las lesiones. Pero el VPH es muy común, el 80% de la población sexualmente activa estará en contacto con el virus en algún momento de la vida. Esto supone que un elevado porcentaje de mujeres da positivo a la prueba, el 12% de promedio”, sigue Peremiquel.
Esta especialista destaca que, a pesar de que la infección remitirá en la gran mayoría de ocasiones, la incertidumbre de un positivo puede llevar a algunas mujeres a recurrir a productos sin suficiente evidencia. “La comunicación es clave y debe ayudar a la paciente a gestionar la situación. Hay que tener en cuenta que le estamos diciendo a la mujer que ha dado positivo a una infección relacionada con el cáncer, pero que lo indicado es no hacer nada más que un seguimiento para vigilar si aparecen lesiones”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el cáncer de cuello uterino puede ser el primer tipo de tumor eliminable como problema de salud pública. La estrategia se basa en el llamado 90-70-90, que implica vacunar al menos al 90% de las niñas, examinar con pruebas de alta precisión a un mínimo del 70% de mujeres adultas y tratar más del 90% de lesiones precancerosas.
Esta estrategia y las mejores iniciativas para implementarla han copado gran parte del reciente congreso europeo EUROGIN, que reunió en marzo a cientos de expertos e investigadores en Oporto (Portugal). Probióticos, geles vaginales y productos similares, en cambio, no tuvieron un papel relevante en el encuentro científico.
La Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFiC) es una de las entidades que ha colaborado en la elaboración del documento. “El positivo a las pruebas, especialmente si es por uno de los genotipos de riesgo [como el 16 y el 18] genera ansiedad. Es normal que la paciente tenga dudas, miedo... Es un motivo de consulta frecuente y tienes que aclararle que no existe un tratamiento efectivo. Esto puede hacer que algunas personas busquen otras alternativas, como estos productos”, afirma Jordi Mesters, vocal de la entidad.
La gama Papilocare, de la compañía Procare Health —con sede también en Cataluña— es la que tiene una mayor visibilidad en el sector. Su oferta es muy amplia y va desde geles vaginales a cápsulas. Yann Gaslain, fundador y CEO de la compañía, cuestiona en una respuesta por escrito EL PAÍS algunas de las afirmaciones del documento.
“Papilocare representa una alternativa terapéutica segura, eficaz y no invasiva, utilizada de manera adyuvante a la práctica clínica habitual, en el manejo de las lesiones causadas por VPH”, afirma. El escrito de respuesta citas tres revistas científicas que han mencionado a estos productos como “una de las formulaciones con resultados clínicos prometedores en la regresión de lesiones cervicales y el aclaramiento del VPH”.
Sin entrar a valorar estas afirmaciones, los expertos consultados insisten en que la evidencia científica muestra que la prevención primaria (las vacunas) y secundaria (cribados), así como la vigilancia y extirpación de las lesiones premalignas, son la estrategia avalada por la evidencia científica y la OMS para conseguir el fin del cáncer de cuello uterino como problema de salud pública.
Josep Maria Guiu es presidente de la Sociedad Catalana de Farmacia Clínica (SCFC), que también ha dado apoyo en la elaboración del documento Essencial. “Son productos sobre los que aún se está investigando, pero actualmente no hay evidencia de que sean efectivos, por lo que su consumo no debe ser recomendado por los profesionales sanitarios”, defiende.
Sobre el papel de los farmacéuticos que tienen a la venta estos productos —que son legales y están aprobados por las autoridades sanitarias— , este especialista admite que pueden enfrentarse en ocasiones a situaciones “complejas”. “Como profesional sanitario, debe aconsejar al paciente y ayudarle a gestionar sus expectativas, pero siempre dentro de la evidencia científica”, añade.
Fuentes del Consejo General de Colegios Farmacéuticos precisan que el papel de estos productos, ante la “ausencia de resultados de estudios clínicos concluyentes”, se basa en “la coadyuvancia encaminada al alivio de las manifestaciones asociadas a la infección (como alteraciones en la microbiota, por lo que se usan prebióticos y probióticos) y a favorecer la remisión que produce la acción del sistema inmunitario, por lo que suelen incluir alguna vitamina, mineral o extracto que cuente con una declaración de propiedades saludables autorizada”.
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