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Casi el 70% de los jóvenes ha mantenido relaciones sexuales bajo los efectos del alcohol

El 37% de los hombres de entre 16 y 29 años admite haber aprovechado que otra persona había bebido o consumido otras sustancias para intentar tener sexo o “liarse” con ella

Masificación de turistas y botellones en el mirador de los Bunkers del Carmel en el Turo de la Rovira (Barcelona) en 2023.
Sara Castro

Aunque la percepción generalizada es que recurrir a sustancias no mejora la experiencia sexual, esta práctica está muy extendida: casi un 70% de los jóvenes ha mantenido relaciones bajo los efectos del alcohol en alguna ocasión y un 28,6% lo ha hecho tras tomar cannabis, cocaína, MDMA o popper. Así lo han revelado dos informes presentados este miércoles por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud. El primero, en colaboración con la Delegación de Gobierno del Plan Nacional sobre Drogas tras encuestar de forma telemática a 1.200 personas de entre 16 y 29 años en todo el territorio nacional. El segundo, con la participación del Ayuntamiento de Madrid para conocer las opiniones de los jóvenes de la capital al respecto.

El análisis Consumos de sustancias y relaciones sexuales juveniles. Un estudio sobre las relaciones entre drogas y sexo en la juventud también revela que el 37% de los hombres, comprendidos en la franja de edad de los informes, ha aprovechado que otra persona había consumido alcohol u otras sustancias para intentar tener relaciones sexuales o “liarse” con ella.

Aunque un 84,4% del conjunto de los jóvenes, hombres y mujeres, afirma sentirse satisfecho con su vida sexual, muchas de estas prácticas se producen sin la protección adecuada. La mitad no utiliza métodos anticonceptivos de forma constante, principalmente porque creen que les reporta mayor disfrute o por la confianza depositada en la pareja.

Un 12,4% de jóvenes señala que les compensa “bastante o mucho” asumir riesgos en sus relaciones sexuales, también emborracharse sin perder el conocimiento (17,6%), fumar porros (15,8%) o consumir cocaína o pastillas (7,9%)​.​

Esta realidad se vincula a contextos de ocio nocturno, donde uno de cada cuatro jóvenes considera el alcohol un elemento importante en sus salidas, en contraste con el 5% que concede este papel a otras drogas. Pese a estos datos, la experiencia no siempre es satisfactoria. El 47,6% cree que el consumo empeora las relaciones sexuales, frente a un 24,5% que opina lo contrario.

Además, uno de cada cinco jóvenes se ha arrepentido de practicar sexo bajo los efectos de las sustancias, señalando motivos como no recordar bien lo ocurrido, sentir presión para tener relaciones o haberlo hecho con alguien que realmente no deseaban.

Las consecuencias más graves, sin embargo, aparecen entre quienes consumen sustancias con más frecuencia antes del sexo. Un 33,3% de quienes recurren a las drogas diferentes al alcohol ha vivido embarazos no deseados, y un 30,2% ha tenido varias veces una infección de transmisión sexual, frente a una media del 4,6% y 4,8% respectivamente en el conjunto de los jóvenes.

Estos datos reflejan un exposición significativa a riesgos asociados, a pesar de que la percepción general del peligro es baja: el 73,8% considera que sus relaciones sexuales no suponen ningún riesgo de infección de transmisión sexual y el 67,9% no ve probabilidad significativa de embarazo.

El alcohol es la única sustancia normalizada que sí aparece en los relatos sobre ocio y sexo, aunque no se consume con ese objetivo. Su presencia se da “de fondo”, como parte del contexto. Quienes consumen sustancias son percibidos como personas que ya las toman habitualmente, y lo hacen por evasión o inseguridad, no por una búsqueda sexual explícita. La mayoría rechaza o desconoce la asociación entre las drogas y el sexo, lo perciben como ámbitos separados y poco conectados entre sí.

Aunque no ven un alto riesgo en las relaciones sexuales, preocupa más el consumo por las situaciones peligrosas que puede generar, especialmente entre ellas, más sensibles a los potenciales riesgos, mientras que los hombres hablan del consentimiento como un proceso de prueba y error que rara vez tiene consecuencias para ellos. Los datos respaldan esta preocupación femenina: El 42,1% no recuerda bien lo ocurrido por consumo, el 37,4% ha sufrido maltrato y el 28,8% admite haber tratado mal a la otra persona.​

Sumision quimica alcohol

El consentimiento se percibe como una decisión inicial sobre si tener sexo o no, sin asumir que dentro del acto también hay que consensuar deseos y límites.​ Reconocen que el alcohol y otras sustancias dificultan decir que no, detectar señales de malestar o identificar una situación de abuso.

Las mujeres asumen el peso de frenar. Dicen sentirse responsables de poner límites y evitar situaciones incómodas, aunque estén bloqueadas o en desventaja. La comunicación sexual sigue siendo un tabú, cuesta hablar de lo que se quiere o no se quiere hacer, por vergüenza, inseguridad o miedo al juicio. Esto genera conflictos con el consentimiento.

Prácticas de riesgo

Un 19,8% de la juventud ha vivido al menos un embarazo no deseado, aunque esta cifra se eleva de forma notoria entre quienes consumen sustancias antes del sexo. En el caso de quienes toman alcohol de forma habitual, el porcentaje sube al 20,6%, mientras que entre quienes ingieren otras drogas alcanza el 33,3%. Estas cifras contrastan con el 4,6% de embarazos no deseados registrado entre los abstemios.

También se observan diferencias significativas en cuanto a infecciones de transmisión sexual. El 18,7% de quienes han mantenido sexo bajo los efectos del alcohol en muchas ocasiones ha contraído varias veces una infección de transmisión sexual, y el porcentaje asciende al 30,2% entre quienes lo han hecho tras consumir otras drogas. En el conjunto de la juventud, solo un 4,8% declara haber pasado por esta situación.

Sin embargo, esta realidad no siempre se percibe como un riesgo. El 73,8% no considera que sus relaciones sexuales entrañen peligro de contraer infecciones de transmisión sexual, que siguen en aumento, y el 67,9% no cree que haya un nivel alto de riesgo de embarazo no deseado. De hecho, el 61% afirma que la probabilidad de gravidez en sus relaciones es nula o muy baja.

Aun así, las chicas muestran una mayor conciencia de estos riesgos, especialmente cuando las relaciones sexuales están mediadas por el consumo de sustancias, y expresan con mayor frecuencia su preocupación por las consecuencias físicas y emocionales derivadas de estas experiencias.

Información y educación sexual

Aunque el 90,3% de los jóvenes cree tener un buen nivel de información sobre sexualidad, esa seguridad no siempre se basa en una educación estructurada. La mayoría aprende por su cuenta, recurriendo a amistades, redes sociales o internet. Solo la mitad dice haber recibido una educación sexual adecuada en casa o en su centro educativo, en menor medida.

En temas como la relación entre consumo y sexo, un 54% se siente informado, pero un 28,4% reconoce que no lo está y un 12,8% afirma no tener ninguna orientación al respecto. Desde el análisis cualitativo, jóvenes y profesionales coinciden en que la educación sexual suele centrarse en lo biológico y deja fuera aspectos clave como el consentimiento. Dicen necesitar más información, sobre todo las chicas. ​El grupo de encuestados más mayores pone el foco en lo afectivo y emocional, y los más jóvenes, en lo práctico.

También destacan que la formación choca con dos realidades muy presentes. Por un lado, la presión de un modelo de amor romántico. Por otro, la hipersexualización de la juventud y el fácil acceso a la pornografía. Todo ello influye en cómo se viven las relaciones, los roles de género y las expectativas. La subdirectora de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid, Beatriz Mesías, insiste en que “la prevención tiene que ir más allá de la información y tener enfoque de género”.

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Sobre la firma

Sara Castro
Escribe en la sección de Sociedad tras pasar por la redacción de elDiario.es y la web de Informativos Telecinco. Cursó el máster de Periodismo UAM – EL PAÍS.
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