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Las voluntarias que acompañan a los niños sin padres en el hospital: “Damos lo que no da la Seguridad Social, el cariño, el achuchón”

La ONG Mamás en Acción acude al Senado a pedir que se agilicen los trámites para que los menores en centros de acogida crezcan en un hogar con una familia

De izquierda a derecha: Carlota Corredera, moderadora del acto, Pilar Herreros, directora de Enfermería del Hospital Niño Jesús, Majo Giménez, fundadora de Mamás en Acción, Marimar Blanco, vicepresidenta segunda de la Mesa del Senado, Amparo Arona y María Ibáñez, madres de acogida, y Yanhira López, joven extutelada.
Sara Castro

A Majo Jimeno, de 47 años, todavía se le pone la piel de gallina cuando recuerda la tarde en la que se encontró en el Hospital La Fe de Valencia a un niño ingresado solo en una habitación. Tenía un año y medio, la edad de su hija. “Fui al control de enfermería a preguntar qué pasaba y me dijeron que no tenía padres, me quedé con el corazón en un puño”, confiesa. Se ofreció a acompañarle, pero no la dejaron al no pertenecer a ninguna entidad que realizase esta labor, algo imposible porque no existía. “Llegué a casa y mientras cogía a mi niña en brazos no dejaba de pensar en quién calmaría a ese peque o lo abrazaría. Cuando están malitos lo que más necesitan es el achuchón de una madre y dormir acompañados, además del Apiretal”, cuenta. No podía quedarse de brazos cruzados. Así nació hace 11 años la asociación Mamás en Acción, ahora presente en 47 hospitales españoles.

Acompañan a menores ingresados con diferentes situaciones: tutelados que viven en centros residenciales, víctimas de maltrato con expedientes judicializados, bebés abandonados tras el parto o con padres en situación de vulnerabilidad económica que no pueden renunciar a su trabajo para quedarse a cuidarlos. Con el objetivo de que ningún niño enfermo esté solo, hay más de 3.000 voluntarios haciendo turnos en las habitaciones. Este viernes han llegado al Senado con una petición: “Hay que impulsar la acogida familiar”.

En España 51.972 menores se encuentran tutelados, de los cuales 17.112 viven en centros residenciales. Mientras los niños y adolescentes atendidos por el sistema de protección aumentan, la acogida familiar desciende desde el año 2019, según refleja el último Boletín de datos estadísticos de medidas de protección a la infancia y la adolescencia, elaborado por el Ministerio de Juventud e Infancia.

La Ley de Protección Jurídica del Menor establece que los niños que no alcanzan los 3 años deben acceder al acogimiento familiar, pero 594 en esta franja de edad se encontraban en 2023 en una residencia tutelada junto a 606 niños que tenían entre 4 y 6 años, edad en la que la normativa prioriza la estancia en un hogar. El Gobierno y las autonomías se han comprometido a acabar con esta situación en 2026, a instancias de la Unión Europea.

La campaña de la ONG #NiUnNiñoSolo pide que no esté ni un menor sin acompañante en el hospital, pero que tampoco haya ni uno tutelado en centros de acogida. “Nunca se podrá sustituir el calor de crecer en una familia. Si tuvieran un hogar, Mamás en Acción no haría falta”, defiende Gimeno, que dejó su cargo como directiva de marketing para dedicarse a este proyecto.

Recuerda numerosas historias que la han marcado. “Hemos acompañado desde un bebé prematuro de 700 gramos hasta un chaval de 17. Hemos visto a niños fallecer, que se irían al cielo solos si no estuviésemos con ellos en el hospital. Un peque de 10 años fingió que se estaba muriendo para que lo volviesen a ingresar, lo único que necesitaba era compañía”, cuenta.

Los voluntarios van vestidos con una camiseta negra con un gran corazón rojo. “Los niños ya la identifican con la calma. Venimos a dar lo que no puede proporcionar la Seguridad Social: El cariño, el achuchón, las canciones y el regazo para dormir o tomar el biberón”, explica Gimeno.

Majo Gimeno, presidenta y fundadora de Mamás en Acción.

Su entidad solicita aumentar el presupuesto para dar a conocer la figura del acogimiento familiar y promover campañas de sensibilización ante “una realidad que permanece oculta”. Gimeno defiende, además, la rentabilidad de la acogida familiar. Asegura que una plaza en un centro de acogida cuesta al Estado entre 6.000 y 9.000 euros mensuales, frente a los 400 euros de media por menor a cargo que concede la Administración a las familias receptoras.

Del mismo modo, considera fundamental reforzar el personal para agilizar los trámites de acogida. La ONG concluye con esta jornada una serie de iniciativas que la han llevado a reunirse con los portavoces del PP y el PSOE, y a comparecer en la Comisión de Infancia. Gimeno advierte de que el tiempo corre en contra. Cuanto más mayores se hacen, menos probabilidades tienen de encontrar una casa en la que poder vivir.

Es el caso de Yanhira López, joven pamplonesa de 24 años extutelada. Entró al sistema de protección con 12 junto a sus cuatro hermanos pequeños. Los tres más jóvenes se fueron con una familia de acogida, pero ella no corrió esta suerte y se quedó en un centro hasta cumplir la mayoría de edad.

“Vivía con otros niños y unos educadores sociales que eran muy buenos, pero no es lo mismo que crecer en una familia. A los trabajadores se les termina el contrato, unos compañeros entran y otros se van. Es difícil forjar vínculos sanos”, confiesa. Sabe que si hubiera crecido en un hogar no tendría que estar viviendo sola desde los 18 años, contaría con una red de apoyo. “Te sueltan la mano justo cuando más necesitas que te la agarren”, explica.

Solo un 12,9% de las bajas en recursos tutelados se debe a la salida para vivir en un hogar. La mayoría se producen cuando los adolescentes alcanzan los 18 años, momento en el que, en muchas ocasiones, tienen que abandonar las instalaciones controladas por la Administración.

López estuvo hospitalizada en su adolescencia a causa de varias operaciones de rodilla. “Muchas veces estaba sola, no es lo más agradable”, confiesa. Este sentimiento es el que quiere paliar Gimeno con su proyecto. Son muchos los voluntarios que quieren acoger a los menores que acompañan.

Yanhira López, joven extutelada, este viernes en el Senado.

Amparo Arona es madre biológica, adoptiva y de acogida. “El papeleo es laberíntico. Algo que puede resolverse en seis meses se retrasa hasta los dos años. Una vez consigues completar todos los pasos, tardan bastante en trasladar al niño a su nuevo hogar”, explica.

Al menor que ella adoptó lo conoció en su tarea como voluntaria en Mamás en Acción. Era un bebé tutelado. “Iba a ir a un centro y decidí que se venía a casa. Estuvo seis meses en acogida y pasó a consejo de adopción, nadie lo quería porque el pronóstico era malo. Luché por darle mis apellidos y después de años lo conseguí”, cuenta.

Compañía para una mejor recuperación

La directora de enfermería del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, Pilar Herreros, califica de “maravillosa” la labor de Mamás en Acción. En el año 2018, el entonces jefe de Pediatría del Hospital La Fe de Valencia, José Ramón Mínguez, reflejó en un estudio que gracias a esta ONG los niños enfermos se recuperaban antes.

Gimeno explica que en cardiología su labor también es fundamental: “Necesitan la mano de un adulto para estar tranquilos. Esos corazones monitorizados no deben acelerarse más de la cuenta, alguien tiene que avisar si hay una taquicardia y consolar para que el llanto no se prolongue. Tan importante es curar como cuidar y la cariñoterapia es nuestro método”.

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Sobre la firma

Sara Castro
Escribe en la sección de Sociedad tras pasar por la redacción de elDiario.es y la web de Informativos Telecinco. Cursó el máster de Periodismo UAM – EL PAÍS.
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