Un obispo alemán dado al lujo pone a prueba la firmeza del Papa
Los creyentes piden la destitución del religioso que gastó 30 millones en renovar el palacio obispal Alemania debate la financiación de su Iglesia

El 20 de enero de 2008, el sacerdote de 48 años Franz-Peter Tebartz-van Elst escribió un pequeño capítulo en la historia de la Iglesia católica alemana, al convertirse en el obispo más joven del país. La diócesis de Limburg celebró ese día el nombramiento y se alegró de recibir en la ciudad medieval a un religioso que se había destacado en sus tareas anteriores. Su suerte ha cambiado notablemente. Ahora los católicos alemanes le piden que renuncie al obispado, desde que se sabe que ha gastado más de 30 millones de euros en modernizar su residencia, el palacio obispal.
Esta semana, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Robert Zollitsch, se reunirá con el papa Francisco para abordar el caso: “Tenemos un tremendo problema de credibilidad. Y la Iglesia en Alemania carga con las consecuencias”. El obispo también ha viajado al Vaticano para pedir audiencia con el Papa, esta vez en un vuelo de bajo coste.
Tebartz-van Elst mintió a la jerarquía, a las autoridades y a los creyentes para reconstruir el palacio obispal que, por el momento, tiene un coste superior a 30 millones de euros. Y ahora el rebaño católico alemán pide a gritos su renuncia.
Junto a los impuestos sobre la renta habituales, estos ciudadanos destinan a la Iglesia adicionalmente el equivalente al 9% de su retención salarial (el 8% en los Estados federados de Baden-Württemberg y Baviera), con lo que se estima que, de media, un católico paga anualmente a su Iglesia alrededor de 650 euros, informa Efe. Con este sistema, que tiene su origen en la secularización de principios del siglo XIX, la Iglesia católica recaudó el año pasado 5.200 millones de euros y la protestante en torno a 4.770 millones, según sus respectivas memorias anuales. Muchos católicos abogan ahora por una reforma de las finanzas eclesiásticas.
El despilfarro del obispo de Limburg, su obsesión por el lujo y la protesta de los católicos se convirtió esta semana en un problema político nacional, cuando la canciller, Angela Merkel, señaló, por intermedio de su portavoz, que la actitud del prelado era una “pesada carga para la Iglesia”. “El Gobierno federal, por supuesto, no va a tratar de dar consejos a la Iglesia. Pero sí expresa su convencimiento de que se dará una solución adecuada para mantener la confianza de los creyentes en su Iglesia”, dijo el portavoz del Gobierno, Steffen Seibert, al manifestar el disgusto de la canciller y su inédita intervención en los asuntos de la curia.
El obispo, si es alejado del cargo por una decisión papal o es obligado a renunciar al obispado, quedará enfrentado a otro problema inédito en la historia de la curia germana. Tebartz-van Elst está siendo investigado por la fiscalía por dos presuntas declaraciones en falso: haber mentido al negar que había volado en primera clase a India y presunto fraude en lo relativo a las obras de la residencia.
Cuando el obispo anunció la reconstrucción de la residencia, en mayo de 2010, dijo que el coste total no sobrepasaría los cinco millones de euros. La mentira del obispo quedó al desnudo la semana pasada cuando el arquitecto del proyecto, Michael Frielinghaus, dijo que su cliente sabía desde el principio del proyecto los “costes que de ahí la correspondían”.
El escándalo aún no finaliza, pero mientras llega la decisión papal, el rebaño del obispado de Limburg le está dando la espalda a la Iglesia. Por lo general, el obispado registra una deserción cada dos días, pero el lunes y el martes, más de 50 creyentes abandonaron. Desde 1990, más de 100.000 personas dejan la Iglesia católica cada año, 118.335 en 2012.
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