Phoebe Bridgers: «No dejo que me sexualicen. Me gusta poner nerviosa a la gente con mis pintas»
La cantante californiana ha sido la gran revelación de este año con canciones que en realidad remiten a los noventa.


La primera vez que Phoebe Bridgers (California, 1994) acudió a un concierto fue porque su madre la llevó con ella. Tenía ocho años, pero ella lo recuerda perfectamente: ese día supo identificar su vocación. «El artista era Neil Young. Mi madre era una gran fan suya. Por eso quizá, porque entendía el mundo de la música, me apoyó siempre», dice al otro lado del teléfono (y del Atlántico) la cantautora, que lleva militando en bandas desde los 14 y debutó con un disco, Strangers in the alps, que recibió muy buenas críticas en 2017.
Ahora ha alcanzado el reconocimiento global en este año extraño con Punisher, un disco con todos los tics del viejo indie de los noventa, pero pasado por el tamiz de una mirada joven y algo atormentada que usa sonidos etéreos y a veces grunge para hablar de conflictos familiares y momentos de crecimiento vital necesariamente dolorosos. En este disco, por ejemplo, aborda la difícil relación con su padre alcohólico. «Es curioso, pero el hecho de haber puesto orden a mis sentimientos en estas canciones me ha acercado a él. Hemos empezado a reconstruir nuestra relación».
La tarde que hablamos con Bridgers se estaban celebrando en Estados Unidos las elecciones que después se convertirían en un calvario de recuento. La artista aún no sabía que Donald Trump no resultaría vencedor. Tampoco que un mes más tarde sería nominada al Grammy a la mejor nueva artista de 2020. Ambas son buenas noticias para ella. Firme defensora de principios progresistas, en noviembre dijo que si Trump perdía haría una versión de los Goo Goo Dolls cuyos beneficios irían a la fundación de Stacey Abrams, la activista que registró a 800.000 votantes en Georgia. Sororidad no es un concepto que le resulte ajeno. Taylor Swift ha dicho públicamente que es su fan y ella por su parte es amiga y admiradora de Billie Eilish. Al igual que ella, Bridgers se tiñe el pelo de misteriosos colores y suele disfrazarse de esqueleto para sus apariciones públicas. «No dejo que me sexualicen. Me gusta poner nerviosa a la gente con mis pintas».
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