Amy Taylor, cantante de ‘Amyl & The Sniffers’: de vender frutos secos a telonear a AC/DC
La australiana es la feminista punk que la industria musical necesitaba. Los grandes del sector la admiran y los componentes de la banda no dudan en abrazar el protagonismo de la cantante. “Somos un vehículo para su mensaje”


Aunque Amy Taylor, la cantante de la banda australiana de punk rock Amyl & The Sniffers, no es —todavía— demasiado conocida fuera del circuito underground, tres recientes sucesos indican que pronto va a lanzarse de lleno al mainstream. Ha sido portada de Vogue Portugal (“Ver a la frontwoman protagonizar este editorial de moda es darse cuenta de que el protagonismo no es algo que la intimide, sino que la alimenta”, dice la periodista Sara Andrade sobre la portada), hacer lanzado You’re a star, junto a Fred again… y haber actuado en The Tonight Show with Jimmy Fallon.

Pero la australiana está más que preparada para enfrentarse a la fama. “No me encierres... nací para ser grande”, canta junto al dúo británico Bob Vylan en el single Dream Big. Ya en 2018, el medio especializado en música NME definía su presencia sobre el escenario como “si desafiara la gravedad y estuviera poseída”. Por si hay alguna duda, es una alabanza. Incluso Billy Corgan, el vocalista de Smashing Pumpkins, es un fan confeso. “La vi durante 10 segundos en el escenario y dije: ‘Santa Madre de Dios, es una verdadera estrella de rock”, asegura. “Amyl & The Sniffers, con Amy Taylor al frente, le ha devuelto la diversión macarra al rock”, aseguraba Xavi Sancho al hablar de los 50 mejores discos de 2021 en Babelia. “Creo que tenemos al nuevo Iggy Pop”, me dijo un amigo al verla. ‘No te equivoques, es Amy Taylor, no es Iggy Pop’. Amy es una superestrella”, aseguró a la edición australiana de The Rolling Stone Andrew Parisi, co-manager del grupo.

Pero como aclara a Vogue Portugal la propia Amy, no se toma demasiado en serio los halagos. “Es bonito, me gustan los cumplidos y no tomo los elogios demasiado en serio. Creo que son solo un extra divertido, pero no algo que esté sobre mi cabeza, más bien como una fiesta con un bolso de espectáculo”, dice con una humildad que no suele verse en líderes de bandas punk.
El pasado mes de abril la fotógrafa Ellen Virgona, amiga de la cantante desde hace diez años, la entrevistó para la revista Russh antes de que se embarcara junto a su banda en su gira mundial en la que tocaron en Coachella y telonearon a Green Day. Cuando le preguntó cómo es ser mujer en la industria musical, aseguró que pese a lo que pudiera parecer, esa no es una pregunta que le hagan tan a menudo. “Es duro, puedo sentirme aislada de la compañía femenina. Tengo que esforzarme mucho para que la banda telonera sea diversa en cuanto a género y para asegurarme de que haya alguien en el equipo que no sea un hombre para que sea capaz de entender pequeños detalles”, dice antes de comentar que después de las últimas tres semanas de gira por Europa y el Reino Unido, le comentaron que algunos hombres estaban manoseando a la gente del público. “Eso me molesta mucho. Por eso, cuando los chicos del grupo me preguntan qué podemos hacer, les digo: ‘Podéis decir algo en el escenario, podéis defendernos para que no tengamos que cargar con todo nosotras solas’”, dice la australiana.
El grupo ha tomado medidas adicionales para garantizar la seguridad de los fans, incluyendo la instalación de carteles en los recintos que denuncian el racismo, el sexismo y el clasismo. También ha puesto en marcha sesiones informativas adicionales sobre seguridad y debates en el escenario para ayudar a erradicar los problemas en los conciertos. “El feminismo está en el centro de nuestra música y, lamentablemente, en los espacios de música en vivo, incluido el nuestro, todavía hay mucho sexismo”, asegura la cantante a IQ Magazine.
Al resto de la banda no le importa en absoluto que ella sea la que atrae todas las miradas y quien en cada entrevista lleve -perdonen el punchline- la voz cantante. “El pragmatismo de Amy implica que nosotros, sencillamente, tocamos detrás de ella”, dice Declan Mehrtens, guitarrista de la banda. “Somos un vehículo para su mensaje”, añade el bajista, Gus Romer. “Cuando el grupo se formó, todos éramos unos inadaptados, así que me llevó un tiempo darme cuenta de que Amy tenía algo único”, dice Mehrtens a The Times. “Finalmente, me di cuenta de que estaba en una banda con una persona con talento, y fue entonces cuando me puse manos a la obra y me lo tomé en serio. Desde luego, no quería que Amy se fuera con otros”, asegura. Cuando el periodista Will Hodgkinson les pregunta si le hacen alguna sugerencia, Taylor responde con energía. “¡No se atreverían!”.

Vender frutos secos es cosa del pasado
Nació en la ciudad costera de Mullumbimby y se mudó a Melbourne en 2015, donde trabajó en el puesto de frutos secos de su supermercado local. Se dio cuenta de que algo había cambiado cuando alguien la reconoció. Pero vender frutos secos es ya cosa del pasado y han llegado a ser teloneros de AC/DC durante dos noches en Melbourne. “AC/DC es la banda más grande del rock and roll que hace la mejor música. La forma en la que he decidido ver lo que está pasando es la siguiente: ‘Esta probablemente haya sido su última gira, así que nos pasan el relevo”, asegura Amy Taylor con ese síndrome de protagonista que la define.
“Taylor se come el escenario desde el minuto uno con la energía de un perro callejero al que acaban de liberar después de un largo rato amarrado; como un tiburón que, si deja de moverse, se hunde”, escribe para El País Alejandro Santos Cid cuando entrevistó al grupo en su paso por México hace dos años. El nombre de la banda, que nació en 2016, es un juego de palabras no apto para almas sensibles, pues Amyl es el nombre de un tipo de droga que, como puede suponerse ante el uso del término sniffers -esnifadores- en la banda, se esnifa. Teniendo en cuenta que el grupo tiene canciones como Blowjobs (mamadas), Gacked on Anger (Atrapada en la ira) and Don’t Need a Cunt (Like You to Love Me), (No necesito a un gilipollas (como tú para amarme), el nombre del grupo es una buena carta de presentación sobre lo que esperar. La estética de la banda, en la portada del álbum Cartoon Darkness, la cantante muestra sus pechos mientras saca la lengua. Pero la cantante aclara que precisamente sus looks y su actitud le ayudan a liberarse. “En gran parte de mi vida, no me siento empoderada ni liberada, sino atrapada y asfixiada. Usar ropa ajustada me hace sentir muy fuerte y libre. Para mí, lucir así en el escenario y ser extremadamente femenina en ciertos momentos es una forma de recuperarlo y demostrar que la feminidad no es debilidad”, asegura.
Tras componer y grabar su primer EP de cuatro temas, Giddy Up, en 24 horas, lanzaron en 2019 Amyl And The Sniffers, con el sello briántico indie Rough Trade. El álbum ganó el primero de la industria musical australiana, el Aria, a Mejor Álbum de Rock. Ahora el grupo está nominado en los premios a Mejor Vídeo por Big Dreams. “Nuestras ambiciones eran muy bajas al comienzo. Cuando publicamos nuestro primer EP en Bandcamp [la plataforma de música], tuvo 200 reproducciones. Nos miramos y dijimos: ‘¡Somos la leche!”, explica a The Times la cantante, que ahora lo tendría complicado para vender nueces sin que alguien la reconociera. Quizás sepamos pronto si realmente AC/DC les pasa el relevo y si Amy Taylor no va a ser la siguiente Iggy Pop ni la siguiente Brian Francis, sino sencillamente, la mismísima Amy Taylor.
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