Jonathan Anderson, nuevo director creativo de Dior

Fue el propio Bernard Arnault, dueño del conglomerado LVMH, quien el pasado mes de abril anunció durante una junta de accionistas que Jonathan Anderson se encargaría de Dior Homme, cuyo debut está previsto este junio en el marco la semana de la moda masculina de París. Pero los rumores no cesaron, y después del desfile que presentó Maria Grazia Chiuri en Roma, su ciudad natal, el pasado veintisiete de mayo, era cuestión de días que la marca francesa anunciara oficialmente la salida de la italiana y la entrada del norirlandés.

Chiuri salió oficialmente de la enseña el pasado jueves tras nueve años en el cargo, y hoy lunes Dior ha anunciado por fin que también será Andersom quien se encargue de diseñar mujer en Dior. “Es uno de los grandes talentos creativos de su generación. Su incomparable sello artístico será crucial para escribir un nuevo capítulo en la casa”, declara el dueño de LVMH, Bernard Arnault, en el comunicado oficial.

Aunque LVMH no suele desglosar sus ganancias por marcas , sólo por división de negocio, se sabe que Dior roza una facturación anual de 10.000 millones de euros. Su reconocimiento mediático entre el gran público es obviamente mucho mayor que el de Loewe. Pero, además, su nombramiento supone un hito histórico, ya que será el primer diseñador en encargarse de todas las divisiones de moda de la marca (mujer, hombre y Alta Costura), “para reforzar su visión global”, afirman en el comunicado.

Cuando Anderson entró en Loewe a finales de 2013 para sustituir a Stuart Vevers (hoy en Coach), su nombramiento sorprendió a casi todos. Era un diseñador poco conocido, que casi acababa de fundar su marca homónima y desfilaba en Londres con buenas críticas. Sorprendentemente, debutó con una colección masculina que se viralizó por su estética marcadamente andrógina. A partir de ahí, Loewe comenzó una ascensión imparable.

Cambió el logo, redecoró las tiendas, creó una serie de bolsos súperventas, con el Puzzle a la cabeza, que hoy siguen considerándose clásico, puso en marcha el Loewe Craft Prize para poner en valor la nueva artesanía, convirtió en embajadores a rostros poco frecuentes en la moda, de Anthony Hopkins a Maggie Smith, se posicionó políticamente con colecciones que reivindicaban a autores LGTBIQ, se ganó al mercado asiático con un buen puñado de prendas virales y varias colaboraciones con artesanos coreanos y estudios creativos japoneses...si por algo es conocido Anderson es por una creatividad inagotable que, sin embargo, logra ser completamente identificable y coherente en cada proyecto que emprende. Tanto es así, que en 2024 la web de datos Lyst, que coteja las búsquedas de prendas de firma en buscadores y redes, nombró a Loewe la marca más exitosa. Pocos años antes, la firma de origen español era sólo una especie de actor secundario dentro de la cartera de LVMH, una enseña relegada por la alargada sombra de Louis Vuitton hasta que Anderson la convirtió en un sinónimo de vanguardia y artesanía experimental.

La misión es repetir gesta en Dior, cuyas señas de identidad hasta el momento han sido igualmente exitosas en ventas pero poco tienen que ver con las de Loewe. Desde la entrada de Maria Grazia Chiuri en 2013, la primera mujer en ostentar la dirección creativa de la marca, Dior se ha caracterizado por su vocación comercial y funcional. Chiuri, abiertamente feminista (el feminismo, de hecho, ha sido uno de los pilares de la enseña) diseñó redefiniendo el famoso archivo de la enseña hacia prendas más cómodas que pudieran llevarse de forma cotidiana. Eso, y su manejo de los logos y los símbolos visuales de la marca hizo que Dior se acercara a los diez mil millones de euros anuales bajo su mandato. A pesar de que los aficionados a la moda consideraban en ocasiones que sus colecciones eran demasiado básicas, las ventas siempre dieron la razón a la italiana, porque la moda hay que vestirla, no solo admirarla.

Pero parece que los tiempos están cambiando. El lujo está viviendo su primera recesión en décadas tras años de crecimiento acelerado, y los dueños de los grandes conglomerados echan mano de viejas fórmulas que funcionaron en el pasado, es decir, buscan anteponer la creatividad a la funcionalidad. El pasado año, ya hubo intercambio de tronos en Dior: su anterior CEO, Petro Beccari, famoso por hacer converger moda y entretenimiento para grandes audiencias, pasó a ser CEO de Louis Vuitton, el buque insignia de LVMH y la empresa que más contenido viral produce. Su puesto en Dior lo ocupó Delphine Arnault, la hija de Bernard Arnault, con una aproximación más creativa al negocio (fue quien contrató a Ghesquière en Louis Vuitton hace más de una década).

Será además la primera vez que la casa busque una coherencia conceptual entre sus diseños masculinos y femeninos, que siempre ha mantenido muy alejados por motivos comerciales, sobre todo desde la revolución en la moda de hombre que causó Hedi Slimane en la casa a principios de siglo. Entre las tareas de Anderson se encuentra también la de enfrentarse por primera vez a la Alta Costura, que sigue siendo un bastión dentro la firma en términos de imagen.