“Nuestro conocimiento erótico nos fortalece”: el chat de mujeres que analizó el poder del desnudo
Zoe Mendelson, autora del libro ‘Pussypedia’, animó a sus seguidoras a unirse a un grupo donde enviar fotos sensuales para superar la depresión postelectoral tras la victoria de Trump. Entre todas descubrieron el poder del desnudo en un entorno seguro


Cuando Donald Trump ganó las elecciones el pasado mes de noviembre, Zoe Mendelson autora de Pussypedia, (Larousse, 2020), una guía ilustrada sobre la anatomía, reproducción fisiología, el sexo y el patriarcado, decidió recurrir al humor y al erotismo para intentar combatir la “depresión postelectoral”. A través de su perfil de Instagram, animó a sus seguidoras a enviarle fotografías de sus pechos como acción combativa. “Me hicieron saber que era una broma que podía hacer por ser mujer, y pensé que precisamente eso era lo que hacía que la ocurrencia fuera divertida”, asegura. “Muchas mujeres se animaron a hacerlo y armé el grupo, “the Chichi Chat”, anunciando que la segunda regla del grupo es que no hay un protocolo de seguridad. Es decir, quien sube una imagen en la que muestra su rostro, lo hace bajo su responsabilidad. Creo que compartir el cuerpo bajo esa premisa posibilita que no nos avergoncemos precisamente de él”, explica a S Moda. “El patriarcado nos ha enseñado que el cuerpo femenino es algo indecente, profano, sexualizado e inapropiado. Pero puedes decidir que no sea así. Compartir tu cuerpo te hace sentir libre”, asegura.
La periodista Catherine Lacey se unió al grupo. “La charla suele ser (como era de esperar) excitante, ya que muchas somos queer, pero el objetivo del grupo no es dejarse seducir ni desear. La selfie más común es casual y doméstica, un cuerpo semidesnudo haciendo todo tipo de cosas del día a día, el tipo de foto que confundiría a la mirada masculina. Por supuesto, también hay imágenes descaradamente sensuales”, explica en The Cut. “Mi amiga y compañera de grupo, Jessie, comentó que disfruta haciendo algo sexual para un público entre el que no hay alguien con quien se acuesta, sin que haya ninguna necesidad particular de validación o reciprocidad”, añade.
Precisamente es la ausencia de la mirada masculina la que hace que quienes forman parte del grupo se sientan liberadas y más bellas que nunca. “Las imágenes muestran sus cuerpos en sus estados más naturales, en poses y ocasiones no tan preparadas como cuando se envía una selfie con fines sexuales. El resultado es glorioso: las imperfecciones ajenas a los estándares del patriarcado consiguen este resultado”, asegura Mendelson, que tras hablar con muchas de las que forman parte del chat, señala que todas consideran que es un espacio sanador. “Es mucho más fácil ver otro cuerpo y pensar que es precioso y al hacerlo, pensar que el tuyo también lo es. Es muy difícil abandonar ese instinto tan arraigado de criticarte, pero esta es una oportunidad de verte bien”, dice.
La diversidad de pechos que el grupo muestra ha resultado empoderador para quienes comparten imágenes de sus cuerpos. “La mayoría de los pechos desnudos disponibles para ver en el mundo son pechos “perfectos”. La variedad de pechos, pezones, colores, formas, cabellos y cuerpos en el chat ha sido asombrosa. Ha sido increíble verlos a todos celebrados en comunidad. Ha sido sanador para mí y, por lo que he escuchado de muchos otros miembros, también lo ha sido para ellas”, dice la responsable del chat en su substack.
El desnudo se ha convertido en esa especie de oasis virtual en una especie de llave secreta con la que acceder a un espacio seguro en el que compartir miedos, inseguridades y momentos de felicidad. Mendelson explica en su substack cómo el chat se ha convertido en un interesante espacio de apoyo. “Algunas veces, el grupo ha hablado sobre rituales en torno al duelo, cuáles son las mejores prácticas y estrategias para tomar fotos de traseros, cómo usar onagra para frenar la hinchazón de los senos premenstrual, cómo haber crecido en una casa en la que el desnudo era o no habitual impacta a nuestra auto percepción corporal, por qué los senos de Agatha de Sicilia están en un plato, formas en las que estamos enseñando a nuestros hijos a amar sus cuerpos y el eczema de areola”, indica.
Por su parte, Lacey asegura que antes de formar parte del grupo, jamás se había encontrado con una red de mujeres que hablaran con tal libertad sobre sus vidas y sus cuerpos. “Nunca había visto con tanta frecuencia una amplísima variedad de pechos que no vemos en el cine, la televisión ni siquiera en esas campañas publicitarias supuestamente positivas que aún presentan solo mujeres convencionalmente atractivas, que tan solo son un poco más curvilíneas que sus compañeras de pasarela”, dice.
Emplear la desnudez como rebelión no es ni mucho menos algo nuevo, y cada vez es más común que el desnudo se transforme en un aliado para mirar de manera diferente. De hecho, el año pasado y hasta el pasado 5 de marzo, la exposición Cuerpos normativos e insurrectos en el arte español (1870-1970) del Museo Carmen Thyssen Málaga presentó diferentes obras en las que la belleza canónica y la pulsión erótica, la reivindicación moderna de la forma y otros aspectos esenciales de la disruptiva gramática contemporánea reflexionaron acerca de la negación de lo bello y coquetearon con un arte del cuerpo más performativo. Por su parte, la artista y docente Liliana Maresca hizo de su cuerpo desnudo una forma de activismo social y político, y ahora grupos como el de Mendelson invitan a sus miembros (cuenta con 255 personas de Canadá, Estados Unidos, México, Argentina, Italia, Francia, Alemania, España, Kenia, Inglaterra, Escocia, Países Bajos, Australia, Sudáfrica, Dinamarca, Noruega, Georgia y Turquía, aunque la creadora asegura no conocer a “unas 200 personas” de las que forman parte del grupo”), a mostrar su silueta sin pudor para aprender a amarse y para convertir el objeto de la censura en un paradójico elemento de unión. El grupo es un lugar en el que las personas trans han encontrado además una libertad que como indicó en el estudio Toxic Twitter. Violencia y abuso contra las mujeres en internet, publicado por Amnistía Internacional, la escritora e ilustradora estadounidense Rani Baker, es complicado acariciar en las redes sociales. “Muchos han hecho tantas suposiciones, tantas referencias y tantas descripciones deshumanizadoras y humillantes acerca de mi cuerpo, de los resultados de mis cirugías, de mi orientación e inclinación sexual, mi estilo de vida en general y mi conducta, que podría escribir un libro con todo eso. Es extremadamente común ver cómo un grupo de personas que trata de irritarme intercambia gratuitamente las descripciones más degradantes de mi persona y de mi existencia”, asegura.
Por su parte, la ilustradora Ronnie Ritchie cuenta con el cómic Everyday Feminism, en el que habla de cómo diferenciar entre empoderamiento sexual y cosificación sexual. “Existe un debate de larga data en el feminismo sobre el empoderamiento sexual: ¿Cómo sabemos cuándo alguien se está liberando sexualmente o se está cosificado sexualmente, ya que a veces pueden parecer similares desde fuera? La respuesta es más simple de lo que crees: la diferencia radica en quién tiene el poder”, asegura.
Medelson cree que cada una de las personas del grupo lo ostenta. Señala que aunque su chat no tiene una finalidad sexual, lo cierto es que al haber muchas personas queer, una amiga le dijo que se trataba de un espacio seguro y empoderador a la par que “sin duda alguna, erótico”. “Ser públicamente pervertida, como lo fui con mi “broma” de Instagram, está lejos de ser un privilegio al que solemos tener acceso. Es un riesgo social y, para mí, una forma de protesta. El chat también lo es”, dice al finalizar su ensayo.
No es de extrañar que admire el ensayo Usos de lo erótico: lo erótico como poder, de Audre Lorde, que señala que para perpetuarse, “toda opresión debe corromper o distorsionar las fuentes de poder inherentes a la cultura de los oprimidos de las que puede surgir energía para el cambio”. Por eso, asegura que, en el caso de las mujeres, se traduce en la supresión de lo erótico como fuente de poder e información. La autora explica que la sociedad occidental ha retratado los aspectos superficiales de lo erótico como signo de la inferioridad femenina mientras que ha empujado a las mujeres a sentirse despreciables en virtud de la existencia de lo erótico.
“Lo erótico actúa de diversas maneras, la primera de las cuales consiste en proporcionar el poder que deriva de compartir profundamente cualquier empeño con otra persona. Compartir el gozo, ya sea físico, emocional, psicológico o intelectual, tiende entre quienes lo comparten un puente que puede ser la base para entender mejor aquello que no se comparte y disminuir el miedo a la diferencia”, escribe. “Nuestro conocimiento erótico nos fortalece, se convierte en una lente a través de la cual escudriñamos todos los aspectos de nuestra existencia, lo que nos obliga a evaluarlos honestamente y a adjudicarles el valor relativo que poseen en el conjunto de la vida. Y obrar así es una gran responsabilidad que surge de nuestro interior: la responsabilidad de no conformarnos con lo que es conveniente, falso, convencional o, meramente, seguro”, dice para finalizar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
