Alergias ‘de verano’: alergia a la picadura de abejas y avispas
El aguijón de las avispas es liso, con lo que un mismo insecto puede picar varias veces, mientras que el de las abejas es aserrado y permanece clavado en el punto de picadura

Avispas, abejas y abejorros forman parte del paisaje estival y son convidados habituales —y no siempre bienvenidos— de piscinas, barbacoas, y paseos o comidas campestres. Estos insectos no solo se sienten atraídos por las flores, sino también por los colores llamativos, el agua estancada, las duchas de piscina y bebida azucaradas. Tanto las avispas como las abejas y los abejorros pueden provocar reacciones alérgicas a través de sus picaduras. Sin embargo, existen diferencias entre ellas: el aguijón de las avispas es liso, con lo que un mismo insecto puede picar varias veces, mientras que el de las abejas es aserrado y permanece clavado en el punto de picadura.
¿Por qué ocasionan reacciones alérgicas?
Al clavar su aguijón inyectan un veneno rico en enzimas y otras proteínas que, en la mayoría de casos, produce una reacción tóxica local, más o menos intensa. En una pequeña proporción de los casos, después de una primera picadura, se produce una activación del sistema inmunitario y la producción de anticuerpos específicos, en este caso deinmunoglobulina E (IgE). Cuando esta persona es picada de nuevo por la misma clase de insecto, el veneno interacciona con este anticuerpo específico, desencadenando la liberación de sustancias que causan una reacción alérgica.
Un amplio abanico de reacciones
En la mayor parte de los individuos alérgicos a estos venenos, la reacción habitual es de tipo local. En la zona de la picadura aparece una hinchazón de más de 10 centímetros de diámetro, acompañada de intenso dolor, picor, y enrojecimiento, normalmente de forma inmediata. En otras ocasiones tienen lugar reacciones sistémicas, cuyos síntomas se inician a los pocos minutos de producirse la picadura. En muchos casos revisten poca gravedad y consisten en urticaria generalizada (aparición de ronchas), que se puede acompañar de angioedema, es decir, hinchazón de cualquier área facial (párpados, labios, etc.).
En otros pacientes, la reacción alérgica es de tipo anafiláctico y puede llegar a amenazar la vida del paciente. Los primeros síntomas de la anafilaxia son, por lo general, cutáneos (intenso picor, calor generalizado, eritema, urticaria con o sin angioedema), y se pueden seguir de tos, dificultad para respirar, opresión en el pecho, dolor abdominal, náuseas, vómitos, relajación de esfínteres (incontinencia de orina y diarrea), calambres uterinos, palpitaciones y bajada de tensión o pérdida de consciencia. En algunas personas se presenta siempre el mismo cuadro clínico; sin embargo, en otras pueden ser más intensas con cada nueva picadura. Aunque poco frecuentes, estas reacciones pueden ser mortales. Se estima que cada año fallecen entre 0,03 y 0,48 personas por millón de habitantes por este motivo. La mayoría de estas muertes ocurren en los primeros 30 minutos tras la picadura, cuando no se dispone de adrenalina ni atención médica rápida.
Cómo evitar la picadura y qué hacer si se produce
Estos insectos solo pican si se sienten amenazados, como defensa propia o de sus nidos. Las recomendaciones preventivas generales son: no acercarse a colmenas, panales de abejas, ni a nidos de avispas; en las piscinas procurar no pisar avispas, especialmente en los alrededores de las duchas, donde acuden a beber; usar ropa de colores poco llamativos y no usar perfumes cuando se acuda al campo; abstenerse de caminar por huertos o campos con abundantes flores; durante la época de calor; si se bebe algún líquido azucarado, comprobar que no haya abejas o avispas en los bordes del recipiente.
Si una abeja o avispa se posa sobre alguna parte de nuestra anatomía, no hay que intentar matarla ni espantarla bruscamente. Es mejor permanecer quieto o hacer solo movimientos lentos hasta que se aleje.
En caso de picadura, la primera medida es extraer el aguijón, sin exprimirlo, especialmente si la picadura es de abeja, y alejarse del área donde haya ocurrido. Las reacciones locales se tratan mediante la aplicación de frío en la zona de la picadura, antihistamínicos y corticoides tópicos o sistémicos. Las reacciones graves requieren atención médica inmediata y el uso de adrenalina inyectable
El diagnóstico de alergia al veneno de avispas o abejas se basa en la historia clínica y en la determinación de una sensibilización alérgica frente al veneno, lo cual se consigue mediante pruebas cutáneas y determinación de IgE específica en el suero. En la historia clínica interesan todos los detalles en torno a la reacción: época del año, lugar donde ocurrió, si se identificó al insecto causante, si dejó aguijón clavado, etc. Las pruebas cutáneas se deben realizar al menos dos semanas después de la picadura, para evitar falsos negativos, y las más utilizadas son las pruebas cutáneas intradérmicas, con diluciones progresivas de veneno. Estas pruebas deben realizarse bajo supervisión médica especializada, pues entrañan cierto riesgo de poder producir reacciones alérgicas.
La buena noticia es que la vacuna frente al veneno de abejas y avispas existe y proporciona unos niveles de protección tras nuevas picaduras cercanos al 100 %. Es el único tratamiento capaz de prevenir futuras reacciones sistémicas y está indicada en niños y adultos que hayan padecido alguna reacción sistémica moderada o grave, con síntomas cutáneos y respiratorios o cardiovasculares, y siempre que se demuestre un mecanismo inmunológico dependiente de la IgE.
Este contenido se ha editado a partir de textos del Dr. Alfonso Miranda Páez, facultativo especialista de área en el Servicio de Alergología del Hospital Regional Universitario de Málaga y del Hospital Quirónsalud, Málaga.
HABLANDO DE ALERGIAS es una colaboración entre la Fundación de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), la Fundación BBVA y EL PAÍS concebida para resolver las dudas más frecuentes que los pacientes trasladan en las consultas de alergología. Las respuestas se basan en el conocimiento experto de un centenar de especialistas, que son los autores de El libro de las enfermedades alérgicas, una publicación multimedia realizada por la Fundación SEAIC en colaboración con la Fundación BBVA.
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