La vacunación infantil se estanca en una veintena de países ricos y resurgen graves enfermedades
Un estudio publicado en ‘The Lancet’ alerta de que la cobertura vacunal mundial se ha atascado o, incluso, empeora. Las zonas en vías de desarrollo se llevan la peor parte, pero la tendencia también se aprecia en Occidente


En un par de días se cumplen 10 años de una muerte que sacudió conciencias en España, por lo singular y evitable que fue: un niño de seis años de Olot (Girona) fallecía por difteria, una enfermedad infecciosa grave, pero prevenible con una vacuna. El de este pequeño, que no estaba vacunado por decisión de sus padres, fue el primer caso que se registró en el país desde 1987 y abrió un debate en la opinión pública sobre el impacto de la vacunación. Su historia cristalizaba los riesgos de abrazar los movimientos antivacunas y demostraba que ni siquiera en España, con altas tasas de inmunización infantil, se podía dar todo por sentado y bajar la guardia. “Lo pasé muy mal. Me parecía absurdo que en el siglo XXI pasara esto. Fue dramático, pero la evidencia del caso movió muchas conciencias y hubo gente que cambió de opinión”, recuerda hoy el entonces consejero de Salud del Govern catalán, Boi Ruiz.
El caso del niño fallecido por difteria recordó a los más desmemoriados cómo azotan algunas enfermedades que el imaginario colectivo considera erradicadas. Y demostró también que pueden volver, incluso en los países de altos recursos, en cuanto se abandona una estrategia tan efectiva como ha resultado ser la vacunación sistemática. Una advertencia que una década después, ha vuelto a poner sobre la mesa una investigación publicada este martes en la revista The Lancet. El estudio alerta de que el progreso en las coberturas vacunales infantiles se ha estancado o, incluso, revertido. Aunque la peor parte se la llevan las zonas en vías de desarrollo, con tasas de cobertura más bajas y menos acceso a vacunas, esta tendencia se ha visto también en una veintena de países ricos, incluida España. La consecuencia más directa de este parón, exponen los autores, es la aparición de brotes nuevos y cada vez más frecuentes de enfermedades prevenibles, como difteria, polio o sarampión.
Si se mira en perspectiva, el último medio siglo es el vivo ejemplo del poder de las vacunas para salvar vidas: entre 1980 y 2023, la cobertura vacunal contra enfermedades como la polio, el sarampión, la difteria, el tétanos o la tos ferina, se duplicó; y se redujo un 75% (de 58,8 millones a 14,7 en 2019) los niños no vacunados en el mundo. Sin embargo, el estudio, que incluye datos de 200 países, también revela que en las últimas dos décadas ese progreso en las campañas de inmunización ha echado el freno: entre 2010 y 2019, la vacunación contra el sarampión se redujo en casi la mitad de los territorios analizados y en 21 de 36 países ricos, también se detectaron descensos en la cobertura de al menos una dosis de la vacuna contra difteria, tétanos, tos ferina, sarampión, polio o tuberculosis.
“Estamos en un momento de encrucijada”, expone Quique Bassat, director general de ISGlobal y coautor de esta investigación. La situación no es catastrófica, matiza, porque se están logrando coberturas elevadas, pero los objetivos para 2030 —reducir a la mitad los niños no vacunados y alcanzar coberturas del 90%— son ambiciosos y el mundo está “frenado en ese último acelerón”. Las conclusiones del artículo, señala, son “un aviso para todos”. “Tenemos que estar alerta. En el mundo de las vacunas, cuando no alcanzas las metas, se nota porque vemos brotes de sarampión en todo el mundo, reaparición de difteria y también casos de polio, una enfermedad que no conseguimos erradicar del todo. O nos ponemos las pilas, o no es que no avancemos, es que incluso podemos retroceder”, concede.
Se estima que el programa de vacunación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se puso en marcha a mediados de los años setenta, ha evitado 154 millones de muertes alrededor del globo, pero “el progreso no ha sido universal”, advierte en un comunicado Jonathan Mosser, autor principal del estudio e investigador del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (EE UU). De hecho, la mitad de niños no vacunados en el mundo, se concentran en solo ocho países: Nigeria, India, República Democrática del Congo, Etiopía, Somalia, Sudán, Indonesia y Brasil. “La vacunación infantil sistemática se encuentra entre las intervenciones de salud pública más eficaces y rentables disponibles, pero las persistentes desigualdades mundiales, los desafíos derivados de la pandemia de covid y el aumento de la desinformación y la reticencia a vacunarse han contribuido a frenar el progreso de la inmunización. Estas tendencias aumentan el riesgo de brotes de enfermedades prevenibles”, avisa.
Polio en Pakistán, sarampión en Europa
No son palabras vacías. Hay un número creciente de casos de polio en Pakistán y Afganistán; un brote en curso en Papúa Nueva Guinea, donde la mitad de la población no está inmunizada; y se ha reportado, además, un resurgimiento de difteria, con episodios infecciosos en Bangladés, Nepal, Nigeria, Pakistán, Venezuela y Yemen. También se han disparado los casos de tos ferina y sarampión en México.
Los países en vías de desarrollo, donde interseccionan sistemas de salud deficientes con grandes cohortes de nacimiento, aislamiento geográfico, exposición a conflictos y pérdida de confianza en las vacunas, sufren las peores consecuencias del parón en la vacunación, pero también en Occidente se observa esta reaparición de enfermedades prevenibles. En 2024, las infecciones de sarampión registradas en Europa se han multiplicado por 10 —el número de casos reportados fue el más alto desde 1997—; y en Estados Unidos, un brote de esta enfermedad, que se ha expandido por una treintena de estados, ya ha registrado, a mayo de 2025, más de un millar de casos, superando así el total de contagios de sarampión reportados en todo el año pasado. “El sarampión es un excelente termómetro de cómo van las cosas con la cobertura vacunal”, cuenta Bassat. En cuanto bajan las tasas de inmunización, resurgen los brotes. La primera muerte relacionada con el sarampión en la última década en EE UU ocurrió en un niño no vacunado como parte de un brote en Texas a principios de 2025.
España está en la lista de esos 21 países ricos (Japón, Italia, Suecia, Reino Unido, Alemania o Francia también están) donde el aumento de la cobertura vacunal contra alguna de las dolencias prevenibles se desaceleró entre 2010 y 2019. En concreto, se vio ligero descenso de apenas un punto porcentual en la vacuna contra difteria, tétanos y tos ferina. De forma global, con todo, en 2023 mantenía una cobertura vacunal elevada, del 96,7%, aunque en 2019 era del 98%.

Entre 2010 y 2019, Argentina también registró un descenso del 12% en la primera dosis de la vacuna contra el sarampión. Y en Finlandia y Austria se reportaron descensos del 8% y el 6%, respectivamente, para la tercera dosis contra la difteria, el tétanos y la tos ferina. “Con la vacunación vemos dos cosas: por un lado, en zonas más pobres, fallos en sistemas de salud frágiles que no son capaces de llevar las vacunas a toda la población; y por otro lado, en países ricos, el escepticismo y el negacionismo en las vacunas y el descrédito en la vacunación”, resume Bassat. Las dos realidades son preocupantes, admite, pero subraya que las muertes en Occidente por enfermedades prevenibles son “anecdóticas” y sitúa “el problema principal” en los países más vulnerables.
El salto de décadas de progreso a un estancamiento en la cobertura obedece, según los científicos, a una amalgama de variables. La pandemia de la covid, por ejemplo, acentuó el parón al desencadenar una cascada de contratiempos cuyos efectos todavía hoy no se han revertido por completo. Los autores estiman que la cifra de niños sin vacunar alcanzó en 2021 los 18,6 millones y aunque en 2023 los recuentos redujeron la cifra a 15,7, esto supone todavía un millón de menores más que los que había en 2019.
Los autores tampoco pasan por alto las consecuencias de controvertidas decisiones políticas, como la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de cancelar programas apoyados por su agencia de cooperación (USAID) o retirar la financiación a entidades como Gavi (la alianza internacional de vacunas) o la OMS. En el artículo advierten de que, con todas estas decisiones, “el progreso histórico y futuro de los programas de vacunación está en riesgo”.
Reticencias a las vacunas
Otro elemento clave que destacan para explicar el freno en las coberturas vacunales es el aumento de la desinformación y la reticencia a vacunarse. Estos fenómenos, dicen, ya eran un “desafío” antes de la pandemia, pero la crisis sanitaria de la covid acentuó su peso. “La pandemia, que en muchas áreas generó una disminución de la confianza en las instituciones de salud pública y polarizó opiniones sobre la necesidad y la seguridad de la vacunación contra la covid, ha tenido diversos efectos en la percepción pública sobre la importancia de la vacunación infantil de rutina y la voluntad de vacunar”, admiten los autores.
Un análisis de 2023 reportó que la prevalencia de las reticencias a la vacunación bailó entre un 13,3% en la región de las Américas de la OMS y cerca de un 28% en el Mediterráneo Oriental. En EE UU, cuentan, aunque el aval de los padres a esta estrategia sigue siendo mayoritario, la preocupación por la seguridad y los efectos secundarios aumentó y las tasas de exención de las vacunas en preescolares en el curso 2023-2024 fueron las más altas jamás registradas. “Si bien la confianza general en la inmunización infantil sistemática sigue siendo relativamente alta, la pandemia expuso claramente una veta de desconfianza pública con respecto a las políticas sanitarias que probablemente influirá en la percepción pública de las vacunas infantiles en el futuro”, asumen los científicos.
Boi Ruiz recuerda el fallecimiento del niño de Olot por difteria como el peor momento de su época al frente de la consejería de Salud. Por la impotencia con la que vivieron esos 25 días que el pequeño permaneció hospitalizado en la unidad de cuidados intensivos del hospital Vall d’Hebron de Barcelona y el desenlace final; y por las medidas que tuvieron que tomar. “Pusimos en cuarentena a niños vacunados porque, aunque ellos no iban a contraer la enfermedad, podían ser portadores. Fue dramático”, rememora. Había que proteger a un pequeño grupúsculo de familias que, a pesar de lo que estaban presenciando, seguían negándose a vacunar a sus hijos. Y paradójicamente, para lograrlo, tenían que aislar a los que sí habían hecho los deberes.
“Cuando hay ausencia de enfermedad, hay disuasión de la vacunación. Pero habría que comunicar mejor que la ausencia de enfermedad es por efecto de la vacuna”, reflexiona Ruiz. Bassat abunda en la misma línea: “Es importante ser un martillo pilón y recordar la importancia de no dormirse en los laureles: las vacunas son la mejor herramienta de salud pública que tenemos, pero los padres aquí están perdiendo el miedo a la difteria, la polio o el sarampión porque no lo ven. Lo que cambiará en EE UU la narrativa de los antivacunas será cuando tengan en primer caso de polio y se vuelva a vivir lo que se vio en los años cincuenta, porque será un desastre para su imagen pública”.
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