El ajuste deja en evidencia las promesas del AVE gallego

Prácticamente hasta la víspera de las elecciones generales, la Xunta de Galicia que preside Alberto Núñez Feijóo apuntó cada retraso del Gobierno de Zapatero en las obras del AVE de esta comunidad por nimio que fuese. La fiscalización del calendario de los trabajos era casi semanal con Feijóo y el consejero responsable de Infraestructuras, Agustín Hernández, atentos para apuntar cada demora. Todo eso cambió tras el triunfo de Mariano Rajoy el 20 de noviembre. En pleno traspaso de poderes, el PP pidió al ministro José Blanco que parase las adjudicaciones sin que nadie desde la Xunta pusiera un pero.

El Gobierno de Feijóo que exigía a Fomento que la conexión de Galicia con la Meseta por alta velocidad estuviera lista en 2015 ni siquiera se atreve a exigir ya el final de los trabajos en 2018. Opta por dejar que sea la ministra Ana Pastor la que marque los tiempos. Y esta advierte que su antecesor dejó mucho por pagar.

Feijóo pide esperar hasta conocer “el estado de las cuentas”, pero en una entrevista concedida el domingo a La Voz de Galicia ya anticipó que la infraestructura prioritaria para él es ahora el fin de la autovía transcantábrica. Un giro radical en su discurso monopolizado por el tren de alta velocidad, cuya agilización reclamó primero a la exministra Magdalena Álvarez y después a José Blanco. Tal fue la insistencia que en 2009, con la llegada de este último al Gobierno, el presidente de la Xunta firmó con él el Pacto do Obradoiro. Feijóo se comprometía entonces a cejar en la crítica y Blanco a que el AVE a Galicia se pudiera estrenar en 2015.