Laboratorios ‘made in Africa’ para detectar epidemias en tiempo récord
El Instituto Pasteur de Dakar lidera un proyecto para vigilar, en más de una decena de países, la aparición de enfermedades como el ébola, el dengue o la fiebre amarilla. Buscan velocidad de reacción y reducir la dependencia del extranjero


Cuatro enormes maletas negras en las que caben cuatro laboratorios son uno de los mayores tesoros del Instituto Pasteur de Dakar (IPD), pionero en África Occidental en vigilar, detectar y responder a epidemias sanitarias. Boubacar Diallo, jefe de Inteligencia Epidemiológica y Respuesta a Brotes, abre una de ellas en el patio de la sede del Instituto en la capital de Senegal y explica cómo, con una de estas, los epidemiólogos son capaces de llegar hasta zonas selváticas, montañas y cualquier tipo de áreas remotas para hacer hasta un millar de testeos y confirmar si hay un brote de virus, fiebres hemorrágicas o de malaria que puedan amenazar con convertirse en una epidemia.
Diallo comenta que una de las maletas del Pasteur está en el norte de Senegal, recolectando muestras para dimensionar el tamaño de un brote de fiebre del Valle del Riff. Otra está en Sierra Leona, donde un equipo local, capacitado por personal del Pasteur, la aprovecha para vigilar un brote de mpox.
El epidemiólogo, que ha atendido las epidemias de ébola en Guinea y en la República Democrática del Congo, se ha propuesto que no solo Senegal, sino otros países de África Occidental tengan los medios y el conocimiento suficientes para detectar a tiempo enfermedades mortales. “Cuando investigamos el ébola en Guinea [en 2014], descubrimos que empezó cuatro meses antes de su detección. Muchas personas murieron antes de que lo detectáramos y no queremos que eso vuelva a suceder”, dice. La clave, añade, es que los países africanos tengan capacidad de vigilar y detectar rápidamente enfermedades sin depender de laboratorios o sistemas extranjeros.

Pero también es importante, resalta, trabajar en red. “Nadie puede controlar que un vector cruce fronteras. Si hay un mosquito en Mauritania [país que limita con Senegal por el norte], ¿quién evita que llegue aquí?“, pregunta. Entonces, comienza a explicar cómo funciona la Iniciativa Regional de Laboratorios de África Occidental, el Waril Project.
El Waril busca replicar en la región un modelo de vigilancia epidemiológica que se implementa en Senegal desde 2012: el Sistema de vigilancia sindrómica centinela (4S, por sus siglas en inglés). El 4S es un mecanismo que permite la identificación temprana brotes de enfermedades conocidas o desconocidas para evitar que se conviertan en una epidemia mortal.
La red está conformada por centros centinela ―que pueden ser hospitales o centros sanitarios― que detectan anomalías como brotes de fiebre o diarrea en la población. Si los datos así lo indican, se activa una alerta temprana para verificar en terreno, con tests a humanos y animales si hay alguna enfermedad con potencial epidémico. Para eso, se emplea material y conocimiento en virología, resistencia antimicrobiana, secuenciación genómica y otras áreas en las que el IPD tiene un ejército de expertos. En las operaciones se emplean no solo las maletas-laboratorios y laboratorios móviles instalados en enormes camiones que son propiedad del Instituto, sino equipos de última generación en los centros centinela para testear y analizar.
Los resultados se cargan a una plataforma y se comunican al Ministerio de Sanidad y al Centro de Operaciones de Emergencia de Senegal para activar campañas de vacunación o intervenciones urgentes si es necesario. La información, además, escala hasta la OMS por si se tuvieran que tomar medidas más drásticas.
El 4S funciona en 44 de los 79 distritos sanitarios de Senegal y ha permitido detectar a tiempo brotes de dengue en Dakar, Koungheul y Gossas y de virus del Nilo Occidental en Goudomp en 2024, por mencionar los resultados más recientes. Actualmente, trata de monitorear la fiebre del Valle de Rift.
Gracias a fondos de cooperación internacional ―entre los que destacan el Fondo Mundial y la Fundación Gates, que apoya Planeta Futuro― el 4S ahora opera en otros 10 países de África Occidental: Gambia, Mauritania, Cabo Verde, Malí, Níger, Guinea, Togo, Guinea Bissau, Sierra Leona y Benín. El próximo año, Burkina Faso entrará en la red y se espera que pronto, con el apoyo de otros donantes como el Reino Unido, puedan sumarse países como Liberia, Costa de Marfil y Ghana.
Los resultados, celebra Diallo, saltan a la vista casi de inmediato. “Gambia nunca había detectado [por sí misma] un brote en su historia, porque tenían un sistema de vigilancia deficiente y un laboratorio nacional sin capacidad alguna. En enero de 2023, en dos semanas, instalamos el sistema y empezamos la formación. En septiembre, el país detectó por primera vez un brote de chikunguña”, relata Diallo y remata, “esto es lo que queremos construir en África, que un país sea capaz de detectar sus enfermedades y controlarlas”.
El doctor Moussa Moïse Diagne, responsable de la Plataforma de Secuenciación del IPD, es aún más entusiasta desde su laboratorio. Moïse se dedica a conocer el orden de los componentes del ADN de un organismo: esto permite entender mejor las enfermedades y sus variantes o, incluso, diseñar medicamentos y vacunas. “La genómica es una de las herramientas más poderosas de este siglo para comprender y controlar epidemias. Estamos tratando de democratizarlo en toda África”, explica Diagne.
Si un país africano tiene capacidad de hacer secuenciaciones genómicas, evita depender de laboratorios extranjeros, ahorra tiempo, genera prevención más rápido y controla sus propios datos. “Es una forma de ganar soberanía para África”, agrega Diagne.

El IPD forma a profesionales de otros países con el objetivo de generar datos de calidad a nivel regional. “Las terapias, las vacunas... todo eso ahora se genera a partir de datos genómica. África necesita ser capaz de generar sus propios datos para estar presente cuando las empresas biotecnológicas fabriquen vacunas”, detalla.
El doctor Yakhya Dièye, responsable del Departamento de Microbiología, también destaca que Waril les ha permitido vigilar a nivel regional cómo ciertas bacterias y virus resisten el efecto de los medicamentos. La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es un problema acuciante en África: allí, una de cada cinco infecciones es resistente, según la OMS que, además, alertaba que esto sucedía por la baja vigilancia. “Por eso estamos evaluando y formando a 12 países de África Occidental para abordar juntos la RAM. Así, podemos ver en qué fallamos y cómo corregirlo”, añade Dièye.
Tal interés ha suscitado el 4S y el Waril Project en el continente, que los Gobiernos de Namibia y la República Democrática del Congo, en el sur y centro de África, han contactado con el IPD para ser parte de la iniciativa. Aunque el instituto no descarta llegar a otras regiones quiere, primero, consolidar la red en África Occidental.
Más recursos para la expansión
Todo marcha sobre ruedas en los 10 países y en los 44 distritos sanitarios de Senegal donde opera el 4S. Pero, donde no está, hay problemas. Diallo explica que allí donde había 4S, se detectó y se contuvo a tiempo la fiebre del Valle del Rift. Pero en distritos donde no, como Matam, hubo más casos y fallecidos. Según datos del Ministerio de Sanidad de Senegal, a la fecha, hay 529 casos y 31 muertes por este virus que, en su forma más grave, puede derivar en afecciones a la vista, inflamación cerebral o, incluso, una fiebre hemorrágica.
El ministerio de Sanidad ha ordenado al IPD abrir cinco centros centinela en el país cada año. Aunque, hasta ahora, han cumplido la meta, ese esfuerzo requiere recursos.
El doctor Ibrahima Socé Fall, director ejecutivo del IPD, sostiene que buscan el dinero tanto en el exterior, como a nivel nacional. Sin embargo, los recortes a la Ayuda Oficial al Desarrollo podrían mermar los recursos que se reciben desde fuera. El desmantelamiento de la agencia de cooperación estadounidense USAID, por ejemplo, ha asestado un golpe a los trabajadores comunitarios que jugaban un rol clave en la prevención del VIH en Senegal y a programas de distribución de mosquiteras impregnadas de insecticida para contener la malaria en zonas de alto contagio como Diourbel.

Además, el Fondo Mundial, uno de los financiadores del Waril Project, no ha conseguido los recursos suficientes para el ciclo 2027-2029. El 21 de noviembre, en un evento en Johannesburgo, se confirmó que solo habían obtenido 11.340 millones de dólares (9.852 millones de euros) de una meta de 18.000 millones de dólares.
Aunque aún no se sabe cuánto le corresponderá en inversiones a cada país, se temen recortes. Senegal, para el periodo de implementación 2024-2026 había recibido 73 millones de dólares (unos 72,7 millones de euros); pero en 2025, el Fondo Mundial le recortó el presupuesto en un 10% porque varios donantes no desembolsaron todo el dinero prometido.
Pese al sombrío panorama, el director del IPD se mostraba confiado a principios de octubre, antes conocer las cifras de reposición del Fondo Mundial. “Nuestro modelo y nuestra filosofía es no depender demasiado. Estamos abiertos a la colaboración, pero creemos que tenemos los medios para movilizar recursos”, ha asegurado en una reunión con medios de comunicación en Dakar, incluido EL PAÍS. “No dependemos en gran medida de EE UU. Había una pequeña subvención para investigación con los NIH [los Institutos Nacionales de Salud, una agencia estadounidense] que, por supuesto, se ha visto afectada”, comenta. “Creo que es fundamental la financiación nacional, que no puede provenir solo del sector sanitario [sino también de otros ministerios] porque los factores determinantes de las enfermedades están fuera de él. Esta es la narrativa en la que estamos trabajando, para asegurarnos de que tanto el gobierno como la industria privada inviertan más en el sector sanitario”, resume.
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