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Winnie Byanyima: “Las infecciones de VIH han pasado de 3.500 por día a 5.800 desde enero”

La directora ejecutiva de ONUSida considera que los recortes repentinos de Estados Unidos, el gran financiador de la lucha contra el virus, pueden suponer 6,6 millones de nuevas infecciones adicionales para 2029

Winnie Byanyima
Patricia R. Blanco

“La falta de fondos en la lucha contra el VIH es letal”, afirma sin paños calientes Winnie Byanyima (Mbarara, Uganda, 66 años), directora ejecutiva de ONUsida. Ha acudido a la cumbre que la ONU celebra en Sevilla para reclamar una mejor financiación de la salud global y para denunciar los efectos que está teniendo la retirada de fondos de Estados Unidos. “Podríamos tener 6,6 millones de nuevas infecciones adicionales para 2029”, ha alertado Byanyima. Aunque no es solo una cuestión de “recaudación de fondos”, advierte, sino de reformar el sistema, con una reestructuración de la fiscalidad y con más impuestos para los superricos, para que los países puedan generar suficientes recursos internos con los que “pagar su salud, su educación y sus servicios básicos”.

Pregunta. ¿Cómo están afectando a la lucha contra el VIH los recortes en salud global y, en concreto, los ordenados por la Administración de Donald Trump?

Respuesta. Desde hace tiempo vemos una disminución de la financiación en el ámbito de la salud global. Pero el recorte repentino de la ayuda estadounidense fue inesperado y ha supuesto una disrupción muy grave en la respuesta al VIH y en otras intervenciones sanitarias. En el campo del VIH, el 73% de toda la asistencia externa provenía de un solo país: Estados Unidos. Así que el impacto de esa retirada ha sido devastador, sobre todo en países con alta carga de virus. La mayoría están en África y además arrastran un enorme endeudamiento. Muchos de ellos están destinando cuatro o cinco veces más dinero al pago de la deuda que a la salud y además tienen que hacer frente a sequías, inundaciones y otras consecuencias del cambio climático.

P. ¿En qué se han traducido los recortes?

R. Se han cerrado clínicas, ha habido despidos masivos de trabajadores sanitarios… La semana pasada estuve en África visitando algunos centros que atienden a personas con VIH. En Soweto (Sudáfrica), por ejemplo, fui a una clínica para hombres donde el personal me decía: “Los pacientes ya no vienen, antes teníamos dos personas que iban a buscarlos a las aldeas para evitar el estigma con el que todavía cargan los seropositivos, pero ahora han sido despedidas”. En otra clínica juvenil me contaron que, aunque aún reciben medicamentos, se están caducando porque no hay quien localice a los jóvenes que los necesitan.

P. ¿Dónde se está registrando el mayor retroceso?

R. En la prevención. Muchos gobiernos han priorizado poner a las personas en tratamiento, pero en prevención no tienen recursos. Estamos viendo un aumento preocupante de nuevas infecciones. Calculamos que han pasado de 3.500 por día a 5.800 por día desde enero [tras la suspensión temporal del PEPFAR, el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida]. Si no cerramos esta brecha financiera, ya sea con aportes de los gobiernos afectados o de otros países, podríamos tener 6,6 millones de nuevas infecciones adicionales para 2029. Solo el año pasado se registraron 1,3 millones.

P. También más muertes…

R. La falta de fondos en la lucha contra el VIH es letal. Estimamos que las muertes por el virus podrían aumentar en 4,2 millones en los próximos cuatro años. El año pasado fueron unas 630.000.

Si no cerramos esta brecha financiera, ya sea con aportes de los gobiernos afectados o de otros países, podríamos tener 6,6 millones de nuevas infecciones adicionales para 2029

P. ¿Cree que la IV Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo de Sevilla puede ayudar a revertir esta situación?

R. Esta no es solo una conferencia para recaudar fondos. Deben abrirse múltiples vías de financiación para que los países puedan generar suficientes recursos internos para pagar su salud, su educación y todos sus servicios básicos. Por un lado, pedimos que no se retiren los fondos de ayuda existentes, porque salvan vidas. Pero también reconocemos que el modelo de ayuda tradicional está en crisis. Hay que abordar temas estructurales como la deuda.

Winnie Byanyima, minutos antes de la entrevista, en un pabellón del Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla, el pasado martes.

P. ¿Cómo afecta la deuda a la lucha contra el VIH?

R. Por ejemplo, en 2023, África recibió 72.000 millones de dólares en ayuda (61.145 millones de euros), pero perdió 88.000 millones por flujos financieros ilícitos, sobre todo evasión fiscal, y pagó 101.000 millones en intereses y capital de deuda. Por cada dólar que entra, salen dos o tres. Si resolvemos la crisis de deuda, se liberarían recursos cruciales para que los países en desarrollo puedan cuidar de su gente y producir sus propias medicinas de forma barata.

P. Además de la deuda, ¿qué otras medidas propone?

R. Otras dos. La primera es la reforma del sistema fiscal internacional. Tras años de lucha, por fin hay un proceso en la ONU para negociar una convención sobre cooperación fiscal global. Esa convención cerraría los vacíos legales que permiten a las grandes corporaciones, especialmente del Norte Global, evitar pagar impuestos en los países donde operan. Si logramos eso, los países en desarrollo podrían recaudar mucho más. Pero también tienen tareas pendientes en este ámbito.

P. ¿Cuáles?

R. Pueden aumentar sus ingresos si gravan a los ricos, por eso pedimos una fiscalidad progresiva. Los multimillonarios solo están pagando el 0,3% de los impuestos en general, mientras usted y yo pagamos al menos el 30%.

P. ¿Y la segunda medida?

R. La propiedad intelectual. Aún no tenemos una cura ni una vacuna para el VIH, pero sí contamos con muchas herramientas de prevención y tratamiento. El problema es que, cada vez que se desarrolla una nueva herramienta, debemos volver a negociar su precio. En los inicios de la epidemia, las reglas de propiedad intelectual impuestas por las farmacéuticas costaron la vida a 12 millones de personas antes de que se redujera el precio de los medicamentos de 10.000 dólares a solo 30 por persona al año. No puede ser que, por maximizar beneficios, se sigan negando tratamientos que salvan vidas.

Las reglas de propiedad intelectual impuestas por las farmacéuticas costaron la vida a 12 millones de personas antes de que se redujera el precio de los medicamentos [antirretrovirales] de 10.000 dólares a solo 30 por persona al año

P. ¿Se refiere a los precios de Lenacapavir?

R. Es un medicamento de prevención con una eficacia del 99,9%, que protegerá a millones de chicas y mujeres jóvenes en África y en países en desarrollo. Una inyección cada seis meses las permite protegerse, porque las jóvenes no siempre pueden negociar sexo seguro ni insistir en el uso de preservativos. Lo mismo ocurre con los hombres homosexuales que son criminalizados o con las trabajadoras sexuales. Gilead [la farmacéutica que lo produce] ha puesto un precio de 28.000 dólares por persona al año en su mercado más rico, en Estados Unidos. Gracias a nuestra presión [de ONUSida], Gilead ha concedido licencias a seis empresas para que fabriquen genéricos. Pero ninguna está en América Latina, donde las infecciones están aumentando. En África, solo tiene la licencia una empresa en Egipto, pero no en Sudáfrica, donde está el mayor problema. Si conceden licencias a pequeñas empresas en cada región, avanzaremos más rápido hacia un precio más bajo.

P. ¿Cuál podría ser el precio?

R. Investigadores de la Universidad de Liverpool han calculado que Lenacapvir podría producirse por solo 25 euros por persona al año si se autorizara su producción genérica y masiva. Pero Gilead está limitando las licencias y retrasando el proceso.

P. ¿La generalización del uso del Lenacapavir podría eliminar el VIH?

R. Creo que sí, porque existe la posibilidad de extender su uso a lo grande y tiene una eficiencia del 99,9%, lo que nos permitiría detener muy rápido las nuevas infecciones. Y si las detenemos, acabaremos con el sida, porque significará que seguiremos cuidando de quienes ya son seropositivos, pero no habrá nuevas infecciones. Es una verdadera transformación. En un par de años podríamos estar más cerca que nunca de acabar con la enfermedad.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.
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