El salvaje oeste es esto
La expansión territorial para acumular la mayor cantidad de recursos disponibles no es intergaláctica


China y EEUU luchan por dominar la infraestructura global de las próximas décadas. Su apuesta es que esa infraestructura es la Inteligencia Artificial. Esa batalla no está teniendo lugar en el ciberespacio ni lo tuvo nunca. No hay un mundo de los píxeles y un mundo de los átomos. Cada vez que buscamos una calle, pinchamos un enlace o una canción en Spotify, se calienta una placa en otra parte del mundo y se enciende al menos un ventilador. Una conversación casual con ChatGPT es un pequeño incendio que empieza en una central eléctrica y es apenas contenido en un centro de datos por un sistema radiante de refrigeración continua de agua potable que, naturalmente, requiere su propia energía y genera C0₂.
Nos gustaba pensar que había una diferencia: China tenía un sistema operativo autoritario basado en la vigilancia, y EEUU tenía otro, basado en el libre mercado. El resultado fue una jerarquía inversa: en China, los CEO besan la mano de los miembros del partido, que gobierna sus empresas con mano de hierro, centralizando datos y socializando objetivos en un proyecto común. En occidente, la regulación es laxa o ineficaz, y son los presidentes, gobernadores, y alcaldes los que besaban el anillo de las big tech. La segunda administración Trump ha introducido una variante putinesca: los CEO de su séquito pueden operar al margen de la ley, privatizando recursos públicos sin pagar impuestos, siempre y cuanto no ataquen al Kremlin y, cuando yo te llamo, me obedeces sin preguntar. Gracias a Snowden, sabemos que las grandes tecnológicas eran los tentáculos finos de las agencias de inteligencia y aliados desde el 11-S. Ahora son los esbirros de la voluntad de Donald Trump.
Hace veinte años, la Sección 230 permitió que las plataformas digitales crecieran como hongos, colonizando, asfixiando y finalmente sustituyendo internet. Sin esa excepción, que les dejó funcionar como medios de comunicación pero sin responsabilizarse de lo que publican, como lo hace un periódico o una televisión, la ley habría funcionado como antifúngico, y estaríamos en un universo distinto, no sabemos si mejor o peor. Hace un mes por poco se aprueba una moratoria que prohibirá regular la IA en EE UU durante los próximos 10 años, separando efectivamente el poder del Estado de la expansión tecnológica y territorial. Lo mismo ocurre con las criptomonedas, a punto de metastasizar un sistema financiero cuyo sistema inmunitario es la regulación. El desmantelamiento de la Administración del Estado por parte de una mafia de oligarcas, tecnócratas y profetas del anticristo es el fin del sistema inmunitario del Estado. La corte va a reemplazar al gobierno, de la misma manera que Google y Facebook han reemplazado internet.
Pero hay una diferencia importante, posiblemente existencial: China ha electrificado su economía mediante una acelerada expansión de energías renovables y la integración de electricidad en sectores clave como la industria, el transporte y los edificios. La “One Big Beautiful Bill” de Trump ha eliminado todos los incentivos que había en EE UU para las energías limpias. Su consigna es: drill, baby, drill. En España, las eléctricas reclaman ya una extensión de la autorización de explotación de los reactores nucleares operativos en España “para evitar riesgos de suministro y cumplir los objetivos de descarbonización” porque sus clientes ya no somos nosotros. Son los centros de datos de Amazon Web Services, Microsoft, Meta, Oracle, Google y Blackstone.
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