Antes muerta que amiga de esa IA
La confianza puede surgir en sitios libres del juicio humano. Qué pena que sean los ególatras idiotas quienes los están controlando


Leo que en el metro de Nueva York se está librando una batalla en la sombra. Los usuarios se han rebelado ante la avalancha de anuncios en vagones y estaciones de un producto que ha invadido la red de transporte. Se trata de la publicidad de Friend, un colgante portátil con IA que, por 129 dólares, escuchará tus conversaciones y se convertirá, dice, en tu amigo. Los anuncios, con texto negro sobre fondo blanco y, a veces, acompañados de un primer plano del colgante, se burlan de las relaciones humanas e incluyen mensajes como: “Nunca cancelaré nuestros planes para cenar”, “me tragaré esa serie entera contigo” o “jamás dejaré los platos sucios en el fregadero”.
Lejos de aplaudir el ingenio del su creador, Avi Schiffmann, otro flipado de Silicon Valley dispuesto a sacar tajada de la epidemia de soledad pregonando que el “capitalismo es el mejor medio artístico”, la reacción ciudadana a su producto refleja resistencia y mirada crítica: “Haz amigos de verdad”, “La IA está quemando el mundo que te rodea” o “mejor vete a tocar hierba” son solo algunas de las pintadas sobre los 10.000 pósters colgados en la ciudad. Todo este boicot, además, se recoge en una página web con las fotos de las acciones, en las que aparecen ciudadanos arrancando los anuncios, apuntando lemas como: “Que te jodan”, “la IA no es tu amiga” o “busca amigos de verdad”. Por ahora, y antes de que llegue a Walmart, solo se han vendido unos 3.000 colgantes de la supuesta IA amistosa.
Pure unadulterated evil. Fuck this guy https://t.co/WO3UB9PbKk
— BCH (@ByungChulHarden) September 26, 2025
Como persona que ha dejado de escribir guiones largos en sus textos para reivindicar su creatividad y probar que sus párrafos no los ha escrito ChatGPT, en un primer momento, aplaudí esa acción colectiva contra otra falsa herramienta que no ofrece soluciones al aislacionismo capitalista, sino que lo multiplica. Ya no solo creerás que estás conectada en el mundo por hacer scroll compulsivo cada cinco minutos mientras trabajas en soledad mirando tu ordenador. Ahora, con un colgante que cuesta diez veces menos que un iPhone, ni siquiera necesitarás hablar con gente porque ya tendrás a una IA sumisa que te dará la razón en todo lo que susurres. Puede que en Nueva York existan personas de carne y hueso rebelándose contra otra estrategia de hipervigilancia disfrazada de falso cariño, pero me inquieta saber que los chavales ya ni siquiera se plantean cuestionarla. Un estudio de Common Sense Media desprende que siete de cada diez adolescentes consideran amigos a sus herramientas de IA. La encuesta se refería tanto a ChatGPT como a las plataformas diseñadas como “amigos digitales” que pueden personalizarse, como Character.AI o Replika. ¿Qué implicaciones tiene este escenario?
New York City is rebelling against ads for Friend’s AI pendant. @matteo_wong toured the vandalized posters with Friend’s CEO, Avi Schiffmann, who says he’s enjoying the angry reaction. https://t.co/WtHj0EeXFC
— The Atlantic (@TheAtlantic) October 8, 2025
Desde que vi esas pintadas en el metro de Nueva York, volví a lo que me respondió Marina Garcés cuando le pregunté si era válida una relación amistosa con una IA: “La amistad no es un espacio libre de juicio. Los amigos juzgan y esperan que seamos de determinada forma. En un mundo que se desdibuja es idónea una voz que parezca más confiable, a veces, que la de los propios humanos. Alguien que responde siempre, que siempre está ahí, que siempre es amable, que siempre rectifica y que está dispuesto a pensar con nosotros. Es muy interesante este nuevo paradigma”. Garcés me puso de ejemplo el caso real en un juzgado de violencia de género de una muchacha que había compartido su violación, casi infantil, con la IA antes que con su entorno de confianza. No lo dijo ni a familia ni a amigas, pero sí se sintió cómoda contándoselo a su ordenador. “Esa conversación, ¿en qué medida no es válida como testimonio? ¿Hasta dónde es confiable?”, se preguntó la filósofa en voz alta. A veces, los espacios de intimidad y confianza pueden surgir en sitios libres del juicio humano. Qué pena da asumir que son los ególatras idiotas quienes los están controlando.
I wore @AviSchiffmann's viral AI 'https://t.co/sFPOIHxqy6' necklace for two weeks.
— Eva Roytburg (@eva_roytburg) October 3, 2025
It was like wearing a neurotic Jewish bubbe who forgets my favorite color and always thinks I'm in danger.
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