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El lugar de El Roto

Sus viñetas invitan a aprender a mirar el mundo de otra manera, con un finísimo humor, sabiduría y una radical independencia

José Andrés Rojo

En esta época de redes sociales quizá ya no sea así, pero un periódico fue siempre como una casa, un lugar donde se puede andar descalzo y donde las gentes y los objetos resultan familiares, y donde de tanto en tanto llama la atención alguna novedad. La leyenda habla de noticias, de episodios y asuntos desconocidos que irrumpen en el mundo con la promesa de que van a cambiar las cosas, pero eso —si fuera verdad— solo ocurre de vez en cuando. Lo habitual es que todo siga su curso, y durante ese curso puede ocurrir que en algún lugar estalle una guerra o que se muera algún personaje célebre. El periódico lo que hace es ordenar un poco el ruido incesante de la realidad, construir un marco para poder hacerse cargo de lo que sucede, organizar esos artefactos que dan cuenta de los hechos —las crónicas, los análisis, los reportajes, las propias noticias, las columnas, los crucigramas, el mapa del tiempo, los anuncios—, y propiciar la ficción de que algunos son más importantes que otros y que es necesario para contarlos introducir una jerarquía —sin esto, no existirían los periódicos o se morirían—. Así que cada día o en cualquier momento te metes en esa casa —o incluso en varias— y es como si entraras en el mundo para conocer lo que está pasando. En casi todos estos sitios hay un lugar especial y es el que corresponde a quienes, como El Roto, hacen cada día una viñeta.

Abres los ojos, los detienes para mirar con atención los trazos de un dibujo y leer un breve comentario, los cierras. Ese es el trabajo que requiere acercarse a cualquier viñeta. El Roto ha conseguido con las suyas establecer un vínculo perdurable con sus lectores, que son los de este diario donde está presente desde 1996. Un vínculo especial, un vínculo raro, un vicio. Acudes a El Roto porque cada día necesitas esa sacudida que le da su mirada a la realidad. Su humor —algunas veces cruel; tierno, otras—, siempre lúcido, original, está ahí para proponerte ver las cosas de otra manera, salir del redil, entender la sencillez o complejidad de cuanto ocurre, comprender que el verdadero desafío es salir de la burbuja que impone el poder, para así conseguir desnudarlo. No es poca cosa.

“Solo la gente superficial no juzga por las apariencias. El verdadero misterio del mundo está en lo visible, no en lo invisible”. “Lo que quiero es información; no información útil, por supuesto, sino información ­inútil”. Las observaciones son de Oscar Wilde y sirven para hablar de El Roto. Primero, porque lo que hace es visible: cuanto quiere decir está ahí, en sus trazos y palabras; no hace falta ir más lejos, el sopapo o la iluminación llegan como una ráfaga. Y porque lo que buscamos en un periódico es también información verdadera, la inútil, la que se escapa y abre boquetes en las convicciones y prejuicios que nos sostienen.

El martes, la Fundación Diario Madrid le entregó a El Roto el XXI Premio de Periodismo como reconocimiento, según el jurado, a una “trayectoria ejemplar y sostenida a lo largo de medio siglo” en la que ha interpretado los problemas de la sociedad española con una “personalidad única” y un humor “sagaz y luminoso”. “La opinión pública existe solo donde no hay ideas”, escribe también Oscar Wilde. Y de ideas anda sobrado El Roto, y de una deslumbrante habilidad artística para transmitirlas. Lo hace en un tiempo en que los medios se empeñan cada vez más en construir contenido para alimentar a la opinión pública de relatos que la hacen cada vez más dócil. Por eso El Roto ya no es hoy solo un vicio para acercarse al mundo con una mirada propia, sino también una tabla de salvación.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.
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