Murcia, un hogar para todos
Las lectoras escriben de la hospitalidad de la comunidad murciana, el lenguaje público violento, los riesgos de la IA y la destrucción de Gaza

El lugar en el que nací y crecí, Asturias, está más lejano de Murcia que muchas ciudades norteafricanas. Por avatares de la vida he echado raíces aquí y siempre me he sentido acogida y aceptada. Quiero a través de estas líneas reivindicar a todos esos murcianos que conviven en paz, que entienden la inmigración como una fuente de riqueza cultural y económica y que han asistido impotentes al espectáculo bochornoso que unos pocos se han empeñado en dar. A ellos, a todos esos murcianicos y murcianicas que no hacen ruido porque la paz es el silencio de la armonía les doy las gracias porque Murcia es y será a pesar de esos pocos radicales para siempre mi hogar y el de otros muchos que dejamos atrás familias y amigos en busca de un futuro mejor.
María Alonso Naveiro. Murcia
Parar el insulto
Necesitamos parar el insulto, el abucheo, el grito. No funciona, no tiene sentido. Está generando lo contrario de lo que pretenden conseguir los que lo usan. Habrá que recurrir a la palabra, como lo único que tiende puentes, encuentros. Decía el poeta José Ángel Valente: “El amor está en lo que tendemos / (puentes, palabras)”. Quizá viniera bien un tiempo de silencio en las tertulias de los medios, dejar de propagar las ofensas entre unos y otros. Habrá que levantar lo derrumbado y construir. Volver a la mano tendida, a la sonrisa abierta. No dejemos que los ciudadanos adultos, adolescentes y niños recurran al grito y al insulto.
Cristina Alonso Maeso. Albacete
Esa confidente llamada IA
Resulta estremecedora la noticia, publicada en este diario, donde se afirma que “una de cada cuatro chicas de 17 a 21 años recurren a la IA como confidente”. El escenario que se abre es, por lo menos, problemático y de difícil gestión. La máquina dotada de inteligencia artificial da respuestas, pero no recapacita. Por tanto, si se equivoca en una formulación o en un pronóstico, no vuelve sobre sus pasos y corrige. Las chicas confían en la IA, la creen infalible y atenderán antes la respuesta a sus peticiones procedentes de la misma que no a la de sus allegados. Estamos, como sociedad, haciendo un estropicio de las vidas adolescentes. Y la autoridad de los mayores (familiares, docentes) se diluye en un escenario donde priman, como valores a exaltar, la rapidez, lo efímero, lo fácil y lo muy fácil.
Glòria Barrachina Ferrús. Sant Cugat del Vallès (Barcelona)
No queda nada en Gaza
El poeta palestino Khaled Juma, allá por 2014, durante un bombardeo israelí de la Franja, pedía en un poema a los niños de Gaza que volvieran a sus calles. Hoy, lamentablemente, sus súplicas se presentan igual de actuales y más, mucho más, trágicas y sangrientas. Pero una década después, ¿qué paisaje encuentran esos niños? No tienen calles. Solo gritan de dolor, de hambre y de pena. Resisten entre montañas de escombros, polvo y sangre, mucha sangre inocente derramada. Ya no les queda nada. Solo lágrimas y hambre. Un hambre que mata.
Raquel Gómez Bernabeu. Ibi (Alicante)
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