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Cartas al Director
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Carta desde la España vaciada: memoria y olvido en un paisaje que se deshace

Los lectores escriben sobre el abandono de los pueblos, la falta de un compromiso político real para combatir el cambio climático, los salarios, y las redes sociales

Vecinos y visitantes en Calatañazor (Soria).

Donde antes había un bar con mantel de hule y olor a vino peleón, ahora hay alojamientos rurales con nombres en inglés y cortinas de lino. Donde había abuelos jugando al dominó y vecinas tomando el fresco, hoy hay silencio, códigos QR y café de cápsula. Es la España vaciada. Así la llaman, como si se hubiese vaciado sola. Como si la gente hiciera las maletas por capricho, y no por una decisión política sostenida: desmontar lo común para que el mercado lo ocupe todo. Allí ya no sobrevive quien quiere, sino quien puede convertir su casa en decorado. Confiamos en el progreso y este dejó a medio país convertido en pueblos fantasmas, llenó barrios enteros de Airbnb, y transformó nuestras decisiones más íntimas —tener hijos, quedarnos, volver— en lujos de clase. En el camino vendimos el pan recién hecho, la siesta larga, la puerta abierta. Lugares en los que lo cotidiano y lo compartido daban espesor a la vida. Quizá no baste mirar al futuro con esperanza sino empezar a hacerlo también con memoria si queremos conservar el lugar desde el que imaginarlo.

Claudia Cuevas Santiago. Xirivella (Valencia)

Capaz de todo

Como médico de la sanidad pública madrileña, viví con desesperación e impotencia el colapso hospitalario que tuvo lugar durante los primeros meses de la pandemia. Sin embargo, también viví con orgullo el desarrollo y distribución, en un tiempo récord, de las vacunas. Esto fue posible gracias a un esfuerzo financiero ingente y a una colaboración sin precedentes entre gobiernos, universidades y empresas farmacéuticas. Algo parecido podría ocurrir con el calentamiento global. Si hubiera voluntad política y se hiciera el esfuerzo económico necesario, se podría desarrollar, también en tiempo récord, tecnología eficiente para reducir drásticamente las emisiones. Porque el ser humano es capaz de todo. De todo lo bueno y, también, de todo lo malo.

Miguel Ángel Granados Ruiz. Pinto (Madrid)

El salario sí importa

Ocultar el salario en una oferta de empleo es dejar fuera una parte esencial de las condiciones. Trabajamos para vivir y, para vivir, hace falta dinero. Tan simple como eso. Peor que hablar de dinero es pedir compromiso sin mencionar la otra parte fundamental de la ecuación. Aplicar a una oferta sin horquilla salarial es como subirte a un autobús sin saber a dónde va. Prometen retos, equipo joven, trabajo colaborativo y fruta gratis, pero cuando se trata de hablar del sueldo, silencio. La relación laboral es bidireccional: tú me cuentas lo que necesitas y evalúas si encajo, pero yo también quiero valorar lo que me ofreces para determinar si es lo que espero. Porque sí, a todos nos gusta saber cuánto nos van a pagar por todo eso que nos están pidiendo. Y no es codicia, es claridad. Ya va siendo hora de normalizarla en el entorno profesional.

Nuria Marcos. Badajoz

Patéticos

El observador se esconde en la selva, te mira en silencio, sigue tus pasos, ve lo que comes, cómo pasas el tiempo, cuando de repente ¡Zas! Te coge del cuello y le sirves de cena. En las redes sociales el observador se esconde tras la pantalla, te mira desde el sofá, la oficina, o el váter. Te sigue, te juzga, se sonríe, hace scroll unas cuantas horas diarias, cuando de repente ¡Zas! Alza su cabeza, mira al techo, y se da cuenta de lo triste que es su vida.

Manuel Prieto Piqueras. Xàtiva (Valencia)

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