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Columna
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Faltan tres años para que Europa despierte

La UE planea duplicar su gasto en investigación en el programa Horizon Europe, pero lo hará en 2028

El pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo.
Javier Sampedro

El porcentaje del PIB que debe dedicarse a la defensa en Europa —es decir, cuánto hay que gastarse en comprar armamento a Estados Unidos, básicamente— ha sido discutido hasta la saciedad con resultados confusos o de poca enjundia. Aquí vamos a ocuparnos de lo verdaderamente importante, que son los presupuestos europeos de ciencia y tecnología. La buena noticia es que la Unión Europea está planeando duplicar su gasto en investigación en su proyecto de bandera, el programa Horizon Europe. La mala es que eso solo ocurrirá en 2028. Faltan tres años para que Europa despierte.

La arbitraria, irracional y dañina política científica de Donald Trump lleva unos meses estimulando los sueños románticos de atraer al talento científico que Estados Unidos va a dilapidar al viejo continente que lo perdió hace un siglo gracias al fascismo y al nazismo. Pero convertir Europa en la primera potencia científica requiere mucho, mucho más que soltar aquí y allá unos cuantos millones de una forma más bien oportunista que meditada y solvente. Los mejores científicos americanos lo son porque dirigen unos proyectos no solo bien financiados, sino seleccionados y evaluados con inteligencia y visión a medio y largo plazo. Eso no se hace con limosnas.

Pero duplicar el presupuesto científico europeo sí es una iniciativa correcta y audaz. Bruselas ha debatido la cuestión muy en serio durante estos meses de exhibición trumpista, y el nuevo programa Horizon ha empezado por fin a tomar forma. La Comisión Europea acaba de revelar que planea dotar al programa con 175.000 millones de euros entre 2028 y 2034, que es el doble del presupuesto actual. Estos programas se aprueban cada siete años, y la actual legislatura dura hasta 2027. Por eso el renacimiento de Europa debe esperar aún tres años. Por fortuna, la ocurrencia de Trump de que los países europeos dediquen a defensa el 5% de su PIB va a tardar aún más en cristalizar, en el improbable caso de que llegue a hacerlo en absoluto.

Como cualquier presupuesto de la Unión, el programa Horizon tiene que debatirse en el Parlamento Europeo y en el Consejo Europeo, y la experiencia indica que esas instituciones intentarán rebajar la dotación. Esperemos que no se pasen de frenada, porque el futuro del continente depende de ello. Hacer que un diputado piense a diez años vista es como convencer a un burro de que se tire por un barranco, pero para eso sirven los debates parlamentarios, no para esas cosas extravagantes que vemos en provincias. Cuanto más peso tenga la ultraderecha en Estrasburgo, más difícil será sacar adelante la duplicación del presupuesto, porque los ultras y los trumpistas odian la ciencia. Ellos prefieren los “hechos alternativos”, amigos del misterio. La verdad es una ristra de ajos para los vampiros de la política.

Deberíamos ser capaces. Después de todo, el primer país en percibir la asociación estrecha entre ciencia y desarrollo fue Alemania, con Zeiss, Siemens y Krupp montando laboratorios ya en el siglo XIX. El Instituto Imperial de Ciencia y Tecnología (germen del actual Instituto Max Planck, la principal organización científica de Europa, con tres docenas de premios Nobel) empezó a promover la colaboración científica entre las grandes empresas del país en 1870. La industria estadounidense no floreció de verdad hasta que, en la década de 1920, el Gobierno federal estimuló a Westinghouse, Kodak, Standard Oil, Du Pont, AT&T y General Electric a apostar en serio por la investigación. Si Europa es inteligente, copiará ese modelo que convirtió a Estados Unidos en la primera potencia mundial que, de momento, sigue siendo hoy.

Quien piense que Europa se va a sostener en el mapamundi ignorando la ciencia solo puede ser un ignorante o un fanático. Pero la decisión final será de los ciudadanos a través de sus instituciones democráticas. Ojalá estemos todos a la altura.

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