La vista como problema de salud pública

El Gobierno prepara un real decreto para que todos los menores de 16 años puedan recibir una ayuda de 100 euros para gafas o lentillas. Es la primera vez que se introduce una prestación de este tipo y su objetivo es garantizar que ningún niño o adolescente se vea privado de una buena visión por razones económicas. Esto es algo que ocurre con más frecuencia de lo que parece: un estudio de la asociación Visión y Vida mostró en 2024 que 721.000 menores no podían acceder en España a unas gafas por los problemas económicos de sus familias. No ver bien en esas edades tiene consecuencias. Save the Children estima que los problemas visuales están detrás de un porcentaje importante de los casos de abandono escolar. Intentar corregir esta realidad es una cuestión de equidad social e igualdad de oportunidades.

Que la ayuda sea universal, es decir, para todos los niños que lo precisen independientemente de la renta de su familia, tiene sentido puesto que se trata de una prestación sanitaria. La ayuda supone ampliar un derecho vinculado con la salud visual. No es distinto de otras prótesis que se incluyen en el catálogo de prestaciones. Así ocurre también en otros países europeos, como Francia, Alemania o Reino Unido. En el Congreso de los Diputados se tramitó en abril una iniciativa del Parlamento andaluz que instaba al Gobierno a financiar las gafas y lentillas.

El Ministerio de Sanidad pretende tramitar el real decreto de manera que la ayuda pueda ser efectiva a partir del próximo curso. Para ello cuenta con 48 millones de euros que se canalizarán a través de los profesionales que realicen la revisión. La subvención de las gafas tiene que hacerse con ambición de largo plazo. Las prótesis visuales son un bien de primera necesidad. El primer objetivo puede ser la cobertura total en menores, para más adelante plantearse extender alguna cobertura más allá de los 16 años.

Porque estos problemas irán a más. En estos momentos, según un estudio de la Universidad Complutense, en España el 19% de los niños de entre cinco y siete años padece miopía y se estima que en 2030 el porcentaje será del 30,2%, a la vista de la evolución que sigue este problema de visión en todo el mundo occidental. La mitad de los europeos de 25 a 29 años son miopes y si se compara por grupos de edad, la tasa de miopía entre los nacidos en la década de 1960 duplica a la de los nacidos en la década de 1920. Es un fenómeno que preocupa a los especialistas, pues la miopía aumenta el riesgo de patologías visuales graves, como desprendimiento de retina o algunas formas de degeneración macular. Se desconocen las causas de un aumento tan significativo, aunque algunos estudios lo relacionan con factores ambientales de la vida urbana y el tiempo que se pasa al aire libre en paisajes con horizonte. La ayuda pública responde a un problema de salud ineludible, con consecuencias reales en la vida y que solo puede crecer.