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Red de redes
Columna
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El Papa y yo

Las imágenes de responsables políticos acompañados con el Pontífice colapsan X, en un ejemplo de vanidad 2.0

Pope Francis (R) meets with US Vice President JD Vance (L) and delegation during an audience at Casa Santa Marta
Rebeca Carranco

El ritual en los entierros ordinarios suele arrancar siempre de la misma manera: con decenas de personas (unos pocos amigos, en el mejor de los casos) aguardando el discurso en tensión. Son apenas unos segundos de nervios, en los que se escapa algún carraspeo involuntario, hasta que un hilo de voz rompe el silencio, coge cuerpo y domina, palabra a palabra, la emoción. Si la primera frase se hilvana sin un llanto estruendoso, es probable que se llegue hasta el final del homenaje a la persona difunta. Con un poco de suerte, incluso se entienda el mensaje.

Superado el primer reto, no echarse a llorar de tal forma que no se pueda continuar, llega el segundo, más complejo: ¿Cómo despedir públicamente a alguien que acaba de morir? ¿A alguien a quien cada uno guarda en su memoria a su manera? ¿Qué decirle a ella (o a él) que lo más probable (de lo contrario, avísenme) ya no puede oírnos? Y, sobre todo, ¿qué transmitir de esa persona a los vivos que (se supone) también la querían y que ahora escuchan atentos?

El peligro claro e identificables es la vanidad, común a todos los mortales, ya sea a quienes despiden a la abuela a la que amaban con fervor, aunque fuese más de salir de fiesta que de felicitar cumpleaños; ya sea a quienes recuerdan al Papa de Roma. Elogiarles hablando más de un mismo que de la persona fallecida. Rememorar las anécdotas con el yo por delante.

La versión 2.0 de este tipo de vanidad se da en las redes sociales en forma de fotografía, y se suelen ver sobre todo en acontecimientos un poco más alegres que los entierros: los aniversarios. En Instagram es de obligado cumplimiento la felicitación del cumpleañero con una foto acompañado de quien le desea muchos más. Sobra decir cuál de los dos sale mejor en ella.

Aunque con su muerte (¡en Lunes de Pascua!), algo parecido se ha dado en las redes con el papa Francisco. “Quiero unirme al dolor de toda la Iglesia católica que hoy llora la muerte del papa Francisco. Tuve la oportunidad de conocerle en el año 2021…”, escribe el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, con su foto. “Fue un hombre cercano. Me sorprendió su detallado conocimiento de Andalucía y su admiración por nuestra devoción popular”, le despide el presidente de Andalucía, Juanma Moreno, con su foto. “Conocer al papa Francisco fue un momento especial para mí”, recuerda el presidente de Cataluña, Salvador Illa, con su foto.

Pero no solo ellos: de Alberto Núñez Feijóo, pasando por Joe Biden y Barack Obama, las imágenes con el Pontífice colapsaron ayer X. Se acaba antes citando a quienes no lo hicieron (si no tienes una, no cuentas), como Hillary Clinton, Pedro Sánchez o Al Gore. Y eso que el periodista Idafe Martín avisó: “Queridos políticos. No suban una foto suya con el Papa. De verdad que no. No son ustedes ahora los protagonistas”. Como también lo hizo Neus Tomás, del mismo gremio: “Una no puede evitar acordarse de ese chiste que retrata egos: ¿Quién es el señor de blanco que está al lado de X?”

Quien tampoco colgó una foto fue el vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, a pesar de tenerla. Y no una cualquiera: la que se había tomado con él horas antes de su muerte. “Acabo de enterarme del fallecimiento del papa Francisco. Mi corazón está con los millones de cristianos de todo el mundo que lo amaban. Me alegró verlo ayer, aunque estaba visiblemente muy enfermo”, recordó el mandatario en X. Por si se le había pasado que él era otro de los protagonistas de la jornada en la red social, convertido en la Parca, una de las primeras respuestas se lo recordó: “Es tu culpa, serpiente venenosa y escurridiza que te colaste con una sonrisa y un apretón de manos tan tóxico que debería haber venido con una advertencia de materiales peligrosos”.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.
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