Me salvaron las palabras
Y me salvó la educación. Cada día veo cómo nuestro sistema educativo lucha contra gigantes como molinos intentando nutrir de las mejores armas —las palabras— a las futuras generaciones de este país. Y veo el miedo en sus ojos ante todo lo que estamos pasando. Pero el miedo es tan necesario como la valentía. Lo es porque solo él nos recordará algún día que, gracias a que fuimos valientes, logramos seguir haciendo lo que mejor se nos da: luchar para seguir vivos y, sobre todo, poder recordar lo que fuimos para convertirnos en una versión mejorada de nosotros mismos.
Alejandro Hernández Pérez, Santa Cruz de Tenerife.
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