Ajedrez

El Torneo de Candidatos terminará este fin de semana en Siberia con la previsible victoria del excampeón Viswanathan Anand. Los demás favoritos rinden por debajo de su nivel.

El excampeón del mundo aceptó el empate ayer en una posición ganadora. Pero le basta con hacer tablas en las dos últimas para ganar el Torneo de Candidatos

Cuando todo indicaba que Viswanathan Anand estaba en su declive, el excampeón del mundo está muy cerca de lograr la revancha frente a Magnus Carlsen.

Levon Aronián parece el único capaz de evitar que Viswanathan Anand se enfrente de nuevo A Magnus Carlsen en noviembre. Pero está a un punto del indio y con peor desempate.

Aunque la Revolución Carlsen ha producido cierta tendencia en dirección contraria, se siguen viendo partidas en que los 20 (o más) primeros movimientos se hacen de memoria.

Hay momentos en que un deportista de élite debe aceptar un alto riesgo. Vladímir Krámnik lo hizo ayer, bordeó el precipicio y triunfó.

Incluso los ajedrecistas con mucha sangre fría, como Vladímir Krámnik, flojean ante determinados rivales. En este caso, Véselin Topálov.

Cuando se enfrentan dos pesos pesados del ajedrez, y ambos juegan a ganar, el resultado suele ser un combate magnífico.

En el ajedrez se aplica a veces un principio importante en las artes marciales: la agresividad de tu rival se vuelve contra él.

Pocos jugadores en la historia han comprendido la estrategia tan profundamente como Vladímir Krámnik. Esta partida es un buen ejemplo.

El joven madrileño ha logrado a sus 18 años uno de los mayores éxitos en la historia del deporte mental en España

El excampeón Viswanathan Anand parecía en claro declive, pero ayer ganó con virtuosismo al ‘número dos’, Levón Aronián, en la inauguración del Torneo de Candidatos.

Aunque algunos ajedrecistas de silicio exhiben algo parecido a la intuición o el sentido del riesgo, ninguna máquina emociona como el israelí Smirin en esta partida

El prometedor español David Antón demostró ayer gran confianza en sí mismo al arriesgar y vencer con negras a un rival superior en teoría.

Cuando los peones centrales avanzan libres y bien apoyados, son prácticamente imparables.

Ni siquiera las computadoras más potentes han alcanzado la perfección en ajedrez. Pero esta partida, entre humanos, se acerca mucho