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López Obrador carga contra la ofensiva de Estados Unidos sobre los carteles: “Viola la soberanía de otras naciones”

El exmandatario mexicano describe a Trump como “un hombre duro, pero no atontado”, en alusión a su manera de negociar, y relata las tensiones que enfrentó durante la primera presidencia del republicano en EE UU

Libro de Andrés Manuel López Obrador
Zedryk Raziel

El expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) tiene aún cosas que decir a pesar de su retiro de la política, a un año de haber entregado el poder a Claudia Sheinbaum, su sucesora en el cargo. El fundador de Morena ha reaparecido en la escena pública para el lanzamiento de su nuevo libro, Grandeza (Planeta, 2025), que es ante todo un extenso alegato contra la Conquista española de América, proceso histórico del que rescata pocas cosas positivas, si no es que ninguna. En el libro despuntan algunas reflexiones contemporáneas sobre la política de México y Estados Unidos, especialmente sobre el problema del tráfico de drogas y la crisis de adicción al fentanilo en el país norteamericano. López Obrador hace una defensa de los valores ancestrales que, dice, mantienen a los mexicanos lejos de las drogas, un argumento que luego usa para contrastar con EE UU, donde, sostiene, hay una devoción por lo material y un desapego espiritual, además de que los gobiernos han abandonado a los jóvenes.

En lugar de resolver las carencias de fondo, sostiene López Obrador, Washington opta por una política punitiva para afrontar el problema de las drogas, aderezada con un toque de racismo y xenofobia. El expresidente no menciona directamente a Trump, pero sí alude a un par de decisiones del político republicano, como el hecho de haber clasificado como organizaciones terroristas transnacionales a los carteles de la droga, la antesala que ha posibilitado la ofensiva regional de Washington contra varios países latinoamericanos, afincada en el supuesto combate al narco y que ha supuesto amenazas a sus soberanías. “No obstante la ineficacia de ese modo de pensar y de actuar, el Gobierno y la clase dominante de ese país [EE UU] ha hecho creer a un buen sector de su población que el problema viene de afuera, que los malos son los terroristas narcotraficantes de México y de otros países, incluso los migrantes”, señala López Obrador. “Se pretende resolver el problema con medidas coercitivas o con las llamadas ‘guerras contra el crimen’, violando así la soberanía de otras naciones”, observa.

Ha pasado un año desde que el expresidente izquierdista se aisló de la esfera pública, tras haber entregado el cargo a Claudia Sheinbaum. Desde entonces dijo que se retiraba para no hacer sombra a su sucesora. No obstante, ahora, con motivo del lanzamiento de su libro, ha vuelto a acaparar los reflectores, principalmente por haber declarado que volvería a la política si advirtiese amenazas a la democracia o a la soberanía de México. Trump ha dejado ver su tentación de cruzar esos límites, frente a la reiterada postura de Sheinbaum de que México debe resolver sus propios problemas de manera interna. López Obrador, secundando a la presidenta, afirma que EE UU, en lugar de implementar redadas y deportaciones masivas, o militarizar la frontera, debería mirar hacia adentro y atender la “crisis social de pérdida de valores en el seno familiar”, con marcado énfasis en las juventudes.

López Obrador sostiene que, si la sociedad estadounidense no retoma “los valores culturales, morales y espirituales de sus antepasados” —que han sido reemplazados por “satisfactores de índole material”—, remediar la crisis de las adicciones será una batalla cuesta arriba. El exmandatario critica a los gobiernos de EE UU que han permitido la legalización de la marihuana, abriendo la puerta “al uso de otras drogas más letales”. “Todo ello, en vez de atender a los jóvenes con estudio, trabajo, deporte y, sobre todo, con mucho amor. ¿O es que en serio piensan que si desaparece el fentanilo se acaba el problema?”, cuestiona.

El expresidente fustiga “la inmovilidad o indolencia” de los gobiernos y la hipocresía o “simulación” de diversos actores que, por el lucro, permiten que siga operando el negocio de las drogas y la violencia a gran escala en Estados Unidos: los laboratorios farmacéuticos, los fabricantes de precursores químicos, los “narcotraficantes que surten a mayoristas de Estados Unidos”, los distribuidores internos, funcionarios corruptos, políticos, partidos, “las instituciones bancarias y financieras que lavan astronómicas sumas procedentes del narco”, fabricantes y vendedores de armas, consultores de seguridad privada… “¿O es simplemente que el fanatismo por el uso de la fuerza y el afán de dominio de la poderosa nación se imponen al sentido común?”, plantea.

Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump

Pulso con Trump

López Obrador comparte una anécdota que describe cómo era su relación con Trump, con quien le tocó mantener arduas negociaciones durante el primer periodo del republicano como presidente de Estados Unidos (2017-2021). Por ejemplo, las tensiones en torno al muro que Trump quería construir en la frontera de los dos países cargándole sus costos a México. Esta fue de las mayores banderas del republicano en su campaña para la reelección, que finalmente no consiguió (el demócrata Joe Biden gobernó el siguiente cuatrienio, antes del regreso de Trump a la Casa Blanca, este 2025).

Trump no solo aseguraba ante sus seguidores que construiría un muro reforzado en los 3.180 kilómetros de la porosa frontera, sino que obligaría a México a pagar por él. López Obrador intentaba no confrontar directamente a su homólogo estadounidense en lo referente a ese tema. El exmandatario cuenta que, cuando ya había estallado la pandemia de covid, tuvo una llamada con Trump, en la que le planteó reducir el monto de las comisiones que pagan los migrantes por el envío de remesas a sus familias en México. El presidente republicano reaccionó con un desplante, cuenta López Obrador. “Todavía no terminaba de plantearlo, cuando empezó a exclamar con vehemencia su negativa. La ­traductora alcanzó a decirme que, por el contrario, quería aumentar el cobro por las remesas para financiar el muro: esa es de las pocas cosas buenas de no entender inglés, pues el tiempo de la traducción le permite a uno pequeños, pero importantes, momentos para la reflexión”, comparte.

El expresidente izquierdista cuenta cómo maniobró para atemperar a Trump. Días antes, dice, el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, le había informado “con detalle, hasta con video”, del hallazgo de siete túneles utilizados por los migrantes para cruzar la frontera. Uno de esos pasadizos “iniciaba en Tijuana, pasaba debajo de la aduana estadounidense y llegaba casi a San Diego, California”. Dice López Obrador: “Eso me sirvió para contestarle al presidente Trump que el muro servía para publicidad o propaganda política electoral, pero no para detener la llegada de migrantes”. El exmandatario le envió a Trump los videos de los túneles tomados por el Ejército mexicano. “Luego de mi cuidadosa respuesta, sobrevino un silencio que se rompió con una carca­ jada de ese hombre duro, pero no atontado. Lo importante es que no volvimos a tratar, ni en público ni en privado, lo del famoso muro”, refiere.

López Obrador ha sido un crítico de la política punitivista de Washington sobre la migración. Cuando gobernó México, logró incluir al presidente Biden en un programa de inversiones dirigidas a los países latinoamericanos que típicamente expulsan migrantes por falta de oportunidades. Ese concierto de voluntades se ha frenado nuevamente con Trump. “Obviamente, resolver esas causas profundas implicaría no solo destinar una pequeña cantidad de lo mucho que Estados Unidos gasta en armamento a esa noble, humana y eficaz tarea, sino que choca y con­tradice su mentalidad conservadora y prepotente según la cual los problemas originados por circunstancias socioeconómicas pueden y deben resolverse con el uso de la fuerza”, incide.

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Sobre la firma

Zedryk Raziel
Reportero de EL PAÍS México, especialista en la cobertura de asuntos políticos y de corrupción. Licenciado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha sido colaborador en el diario Reforma y el portal Animal Político. Es coautor de ‘El caso Viuda Negra’ (Grijalbo, 2022) y ‘Licencia para robar’ (Grijalbo, 2025).
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