Se buscan ingenieros: México quiere insertarse en la carrera global de los semiconductores
El país se actualiza para hacerle espacio a las profesiones del futuro, pero se requieren inversiones y estabilidad en la relación con Estados Unidos para capitalizar esta oportunidad


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En Guadalajara, el Silicon Valley mexicano, donde se congrega el 80% de la industria local de semiconductores, la materia prima más solicitada no es el silicio: es el talento humano. México apuesta por su cercanía con Estados Unidos y su tradición manufacturera para convertirse en un eslabón relevante dentro de la cadena de valor de los circuitos integrados, hoy dominada por Asia. Pero este ambicioso plan requiere alinear al sector privado con el público para modernizar programas educativos, crear incentivos, actualizar marcos legislativos y atraer inversiones que permitan escalar el proyecto. También, una precisa colaboración con la diplomacia y la industria al otro lado de la frontera norte, en momentos de alta incertidumbre comercial.
“México tiene todas las condiciones en cuanto a la calidad del talento requerido para una industria que es altamente competitiva. Lo que sí nos hace falta –y es una tarea en la que estamos trabajando– es en la cantidad de talento. Tenemos que estar generando agresivamente mayor número de especialistas cada año para poder capitalizar esta oportunidad”, explica Rodrigo Jaramillo, CEO y cofundador de Circufy, una start-up mexicana especializada en diseño avanzado de circuitos integrados, desde sus oficinas en Guadalajara.
Circufy ha comenzado a captar ingenieros directamente desde universidades, ofreciéndoles capacitación de “última milla” dentro de sus instalaciones. “Algunos de ellos y ellas trabajan con tecnologías que, a nivel global, deben existir apenas unos cientos”, agrega Jaramillo.
Incluso en medio de las preocupaciones por las duras críticas de la Administración de Donald Trump a la Ley de Chips, creada por su antecesor Joe Biden para impulsar la fabricación en Estados Unidos, con ayuda de sus aliados como México, Panamá o Costa Rica, el país confía en que su “plan maestro” de semiconductores está blindado ante los vaivenes de su principal socio comercial. Recientemente, Intel y Qorvo anunciaron el inminente cierre de sus plantas en Costa Rica, en parte, ante la reticencia de Trump de avanzar con el plan demócrata.
“Buscamos darle señales e incentivos a la industria, como un diálogo constante con Estados Unidos, que a pesar de las disrupciones que pueda haber a alto nivel, en los niveles técnicos se mantiene enfocado”, dice en entrevista Diego Flores, encargado del plan de semiconductores de la Secretaría de Economía mexicana.
“México ha decidido entrarle al ATP de semiconductores (por sus siglas en inglés: assembly, testing and packaging) por la integración que tiene con Estados Unidos, el desarrollo que ya existe en la industria automotriz y aeroespacial, y porque es algo que van a requerir las fabs [fábricas de semiconductores] estadounidenses, que por ser tan avanzadas, dejarán de hacer ciertos procesos que tendrán que realizarse aquí”, añade.
El gobierno empezó en 2022 conversaciones con la Semiconductor Industry Association (SIA) —el gremio que agrupa al 99% de los gigantes globales del sector, como Samsung o Nvidia— y con la embajada de Estados Unidos, para desarrollar y conectar ambos países a través de cuatro grandes corredores de proveeduría: desde California hasta Oregón; desde Arizona hasta Idaho, donde Micron está expandiendo operaciones; desde Ciudad Juárez, cruzando todo el medio oeste, hasta Ohio, donde se instalará parte de la producción de Intel; y, por último, desde Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, para conectar con el Silicon Valley de Texas. “Estamos identificando nuestras potencialidades con base en dónde están ubicadas, o van a estar, esas fábricas”.
No obstante, el funcionario no adelantó nuevas inversiones para 2025, resaltando que mantienen conversaciones fluidas con las empresas relevantes del sector. La taiwanesa Foxconn, la mayor ensambladora mundial de dispositivos electrónicos, dijo en octubre que está construyendo una segunda fábrica en Guadalajara para la manufactura de superchips de nueva generación de Nvidia.
Insertarse en la rueda
La manufactura de los semiconductores está dividida en fases, comenzando por la investigación y el desarrollo. Luego viene el diseño y la fabricación, y finalmente el proceso conocido como ATP, en el que los semiconductores de silicio se ensamblan, se prueban y se preparan para su uso en dispositivos electrónicos, y donde justamente México espera insertarse.
Este sector también se segmenta según el tamaño (medido en nanómetros) de los transistores. Un chip contiene millones, o incluso miles de millones, de diminutos transistores. Cada vez se requieren transistores más diminutos para producir chips más pequeños, pero eficientes, clave para desarrollar dispositivos compactos, pero potentes, como los que permiten procesar la inteligencia artificial (IA) en un teléfono móvil, un proceso dominado por los líderes de la industria. En ese marco, México ha identificado una oportunidad para fabricar chips de tecnología legada o antigua, es decir, aquellos con nodos por encima de los 30 nanómetros, que se encuentran en los apagadores, focos de iluminación o las puertas del Metro de la Ciudad de México.
Para ponerlo en contexto: el centro de diseño de Circufy, que trabaja principalmente para empresas del Silicon Valley en San Francisco, así como del nuevo Valle de Silicio en Texas y Arizona, está enfocado en tecnologías avanzadas por debajo de los cinco nanómetros, un espacio altamente especializado y que requiere de altísimas inyecciones de capital en investigación y formación de talento.
México —como muchos otros países— enfrenta una creciente escasez de perfiles técnicos, especialmente para cubrir vacantes en áreas como informática, robótica, nanotecnología e IA. Según un sondeo de 2024 realizado por ManpowerGroup, multinacional especializada en recursos humanos, el déficit de personal en empresas de tecnologías de la información en México alcanzó un sorprendente 79%.
Desde la Secretaría de Economía, en la siempre cambiante Ciudad de México, reconocen que actualizar los programas estudiantiles es una prioridad, por lo que han convocado a los gremios industriales, desde automecánica hasta minería, pasando por aeronáutica y electrónica, a su sede para recoger sugerencias y necesidades, que serán incorporadas a la nueva malla curricular. “Se han definido cuatro prioridades con el foco en educación media-superior y superior: IA, electromovilidad, ciberseguridad y semiconductores”, agrega Flores.
Necesidad de inversión (y paciencia)
En paralelo, el Gobierno de Claudia Sheinbaum impulsa el centro de investigación y diseño de semiconductores Kutsari, un nombre de origen purépecha que significa “arena”, en referencia al silicio, este abundante material que es fundamental tanto para el cuerpo humano, como para el avance digital. Kutsari está enfocada en el diseño de los circuitos integrados, un proceso complejo que para que entre en proceso productivo toma aproximadamente una década de investigaciones y pruebas.
Y justamente por tratarse de una industria con retornos a la inversión de largo plazo, los emprendedores manifiestan problemas al momento de captar capitales. Ernesto Conde, cofundador de Circufy, celebra los planes de México para hacer crecer su ecosistema de innovación, aunque destaca que necesitarán acciones tangibles. También, invita a los inversionistas de venture capital a mirar al sector.
Por ejemplo, destaca iniciativas como las de Malasia, que en marzo anunció una inversión de 250 millones de dólares a lo largo de diez años para adquirir propiedad intelectual de la firma británica Arm Holdings, cuyo diseño de semiconductores impulsa buena parte de los teléfonos inteligentes del mundo, en una estrategia para convertirse en un titán dentro de un mercado que, según la consultora McKinsey, podría alcanzar el billón de dólares para 2030.
“En esta industria necesitamos capital, pero también necesitamos paciencia y tiempo para que esto se incube. Como siempre digo: estamos en Jalisco, donde para hacer tequila hay que esperar al menos cinco años para que la planta madure. Pero hay casos de éxito en ese sector. Pues necesitamos ese tipo de mindset”, concluye.
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