El Ateneo Español de México desembarca en su patria perdida para hablar del exilio
La institución que guarda la memoria de los transterrados organiza unas jornadas de 10 días para mostrar en España el legado de los grandes nombres que cruzaron el océano


Fueron los exiliados españoles de la Guerra Civil quienes fundaron en 1949 el Ateneo Español de México. Allí discutían de política, allí se generó una semilla cultural que llega hasta nuestros días y allí se ha guardado como en ningún otro lugar del mundo la memoria de los más de 20.000 transterrados que recalaron en México. La comunicación con España ha sido fluida, pero nunca antes se habían organizado en la patria perdida unas jornadas como las que ahora compartirán con el Ateneo de Madrid, la Universidad de Valencia, la Residencia de Estudiantes y otras instituciones. Del 16 al 26 de este mes, un nutrido grupo de expertos y estudiosos del exilio español en México debatirán el legado académico, cultural y artístico que decenas de hombres y mujeres depositaron en México, el país que les devolvió a la vida.
Los mexicanos suelen decir que en España no se conoce el exilio como en México, un país en el que su memoria y su herencia siguen muy vivas. Esa es la razón de esta aventura compartida entre ambos ateneos, que se transformará en conferencias, recitales, lecturas de poemas y numerosas actividades en torno al que es quizá el exilio más exitoso de cuantos se conocen. La simbiosis entre los republicanos españoles y los mexicanos que salían de su gran revolución fue un semillero de talento y cooperación como pocos se han visto. Para hablar de todo ello, México traslada a grandes estudiosos y descendientes de aquel éxodo político, como María Luisa Capella, Aurora Díaz-Canedo, Alicia Civera, Fernando Serrano Migallón, Luis Rius, José Alonso y algunos más que están en España, como Yolanda Guasch y Teresa Álvarez Aub. Y muchos otros de ambos lados del océano.

“Queremos mostrar en España cómo aquel exilio ayudó a la transformación de México, algo que creemos que allá no se conoce tanto, y proponer a España que cuente como propio también el patrimonio que todos los exiliados dejaron en México”, resume el presidente del Ateneo mexicano, Juan Bonilla, hijo también de exiliados. “Los españoles deben saber que los exiliados siempre tuvieron presente, ahora sí, a su madre patria y cuánto les hubiera gustado que su legado cultural fuera conocido en el país que tuvieron que abandonar”, prosigue. O que les abandonó a ellos, por mejor decir.
México, sin embargo, abrió la puerta de par en par a grandes hombres y mujeres de la ciencia, la cultura, las artes, la literatura y la poesía. Ellos dieron una nueva vida a centros académicos tan importantes hoy en día como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) o el Politécnico. Fundaron escuelas que siguen en pie con el mismo ideario de la Institución Libre de Enseñanza, centros de estudios, orfeones y el mismo Ateneo, el mayor archivo que existe en el mundo de aquel exilio.

Estas jornadas bien pueden enmarcarse en los 50 años de Memoria Democrática que estos días conmemora España. En 1975, por fin, los exiliados en México abrieron el champán que cada Navidad se quedaba esperando en la nevera a que muriera el dictador Franco. La fiesta llegó tarde para muchos de ellos. Los cementerios mexicanos guardan las tumbas de Max Aub, Luis Cernuda, Concha Méndez, Remedios Varo, León Felipe y tantos y tantos otros que acabaron por hacer de México su patria para vivir y morir. En el ámbito político, el desembarco fue también enorme. De todo ello se hablará en estas “conversaciones transatlánticas de desconquista y fraternidad”, a cuya inauguración acudirá el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez.
En el ámbito político, España y México llevan unos años ríspidos a cuenta de la solicitud de perdón por las atrocidades de la conquista que hizo el anterior presidente, Andrés Manuel López Obrador a la Corona española y que no fue atendida. El Gobierno mexicano recibió aquello como un desplante que tampoco perdona y el pasado 1 de octubre, en la toma de posesión de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, se dejó fuera del festejo a Felipe VI, un nuevo golpe a unas conversaciones que se estaban recuperando con esfuerzos diplomáticos. Ha sido la cultura quien ha venido a socorrer estas relaciones en los últimos tiempos, con diversos encuentros intergubernamentales. Y el exilio, porque los lazos de hermandad que se construyeron entonces entre españoles y mexicanos permanecen en plena vigencia.

“Yo creo, como ha dicho el escritor mexicano Enrique Krauze, que las mejores relaciones entre México y España son las culturales y las sociales, los gobiernos son otra cosa”, dice Bonilla. “En esas áreas siempre ha habido un diálogo constante y un interés mutuo. Lo demás son asuntos políticos”, añade. Las buenas relaciones entre ambas tierras, que un día quedaron unidas para siempre por el océano que las separaba, tienen en estas jornadas otra buena oportunidad para dejar constancia de la hermandad que las abraza.
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