El petróleo de Venezuela, el otro tesoro ambicionado por Estados Unidos
El país caribeño tiene las mayores reservas de crudo del mundo, pero la falta de inversiones durante años lastra su producción

Coca y crudo. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acusa a Venezuela de ser un narcoestado. Y a su presidente de ser el líder del Cartel de los Soles, un supuesto grupo dedicado al tráfico de drogas. Más allá de las acusaciones sin pruebas lanzadas por el millonario republicano, Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, y Trump considera que les pertenecen: “Nos quitaron todo nuestro petróleo y lo queremos de vuelta”, dijo este martes.
Ya el lunes por la noche, el republicano anunció un “bloqueo total de los petroleros sancionados” que entren y salgan de Venezuela, como parte de la ofensiva de su Gobierno contra Nicolás Maduro, que incluye un enorme despliegue militar en aguas del Caribe. La Casa Blanca busca deponer al líder caribeño. Sostiene que es un presidente ilegítimo después de atribuirse la victoria en las controvertidas elecciones de 2024. Lo ha incluido en la lista de terroristas después de que el Departamento de Estado asegurara, sin pruebas, que es el líder del grupo criminal Cartel de los Soles, dedicado al narcotráfico.
Pero al margen del supuesto interés del inquilino del Despacho Oval en deponer a Maduro, el crudo emerge como el gran objeto de deseo de las multinacionales estadounidenses. Venezuela cuenta con las mayores reservas de petróleo del mundo, superiores incluso a las de Arabia Saudí o Canadá. Pero décadas de falta de inversión, corrupción, mala gestión y polémicas expropiaciones ahuyentaron a las empresas extranjeras. Sin su capital y su tecnología, las empresas locales no han sabido explotar los generosos yacimientos venezolanos de la Faja del Orinoco, que albergan más del 15% de todas las reservas mundiales.
La república caribeña es un país muy rico en recursos naturales. Además de petróleo, cuenta con importantes reservas de gas natural, oro, hierro, bauxita y coltán, uno de los minerales necesarios para las baterías. También posee grandes yacimientos de cobre, níquel, titanio y zinc.
“Quieren las reservas de petróleo y gas de Venezuela. A cambio de nada, sin pagar”, dijo el mes pasado la vicepresidenta y ministra de Hidrocarburos de Venezuela, Delcy Rodríguez.
Venezuela, socio fundador de la OPEP, produce actualmente poco más de un millón de barriles diarios, lejos de los 3,5 millones de barriles que producía al final de la década de los noventa, cuando era una potencia global del sector de los hidrocarburos, con el 10% de la producción mundial de crudo. Ahora la república bolivariana apenas representa el 1%.
Para hacerse una idea del declive del sector en Venezuela, la industria del crudo del país llegó a ser el mayor exportador de petróleo del mundo. Ahora ocupa el puesto 21 entre los productores mundiales. Y está a punto de ser superado por su vecino Guyana, un país mucho más pequeño.
Los analistas consideran que si el país concediera licencias a empresas extranjeras y ofreciera garantías económicas de que no repetirá la expropiación de los noventa, Venezuela podría convertirse en una potencia petrolera a partir de la década de 2030.
El petróleo de Venezuela además es especial y característico. Es más pesado y costoso de extraer que el de Oriente Próximo, pero su alto contenido en azufre lo hace especialmente codiciado por refinerías más sofisticadas. A pesar de las sanciones vigentes desde hace casi una década, endurecidas hace unos meses por Trump, Venezuela vende crudo a China, India y también a Estados Unidos.
Estados Unidos es actualmente el mayor productor de petróleo del mundo, con 13,6 millones de barriles diarios. La estrategia de la Administración Trump de apostar por las energías fósiles en detrimento de las renovables, está dando una segunda vida al fracking. La pregunta es: ¿cuántas reservas le quedan a Estados Unidos? “A ese ritmo de producción apenas tiene reservas para apenas 10 años”, explica Víctor Álvarez, analista político venezolano y exministro de Industria y Minería del país caribeño. “A pesar del crecimiento de las energías renovables, los combustibles fósiles aún cubren el 78% del consumo mundial y mantendrán un peso importante en las próximas dos décadas. El petróleo seguirá siendo clave para el transporte pesado para la aviación y la industria petroquímica, con una demanda que comenzará a caer después del año 2035. Ahora bien, el pico de demanda no significa el fin de la energía fósil”, apostilla este analista crítico con el Gobierno de Maduro.
“Al talante autoritario de Trump no le mueve restaurar la democracia ni la defensa de los derechos humanos, sino el control del petróleo y los minerales que necesita la industria militar y la industria de las altas tecnologías en Estados Unidos. En su visión mercantilista y empresarial, cualquier acuerdo debe garantizarle el control sobre estos recursos”, agrega Álvarez.
La congresista por Florida, María Elvira Salazar, abundó hace unas semanas en la idea de que el objetivo de Estados Unidos es conseguir el petróleo y el gas natural de Caracas. En una entrevista en la cadena conservadora Fox Business, la legisladora republicana aseguró que Venezuela será “un festín para las petroleras estadounidenses”. Durante su intervención agregó: “Hay una enorme oportunidad de negocio para las energéticas norteamericanas. Hablamos de más de un billón de dólares de potencial económico y las compañías norteamericanas deben tener su pedazo del pastel de esto”.
La compañía estadounidense Chevron se mantiene como el único grupo gran extranjero con licencia para explotar un yacimiento en suelo venezolano de la mano de PDVSA. La pasada primavera la española Repsol y la italiana Eni perdieron la licencia que les permitía mantener negocios en el país caribeño. Y algunas empresas rusas han empleado algunos artificios para eludir las sanciones estadounidenses.
A pesar de la compleja situación de la industria, el país es muy dependiente del sector. El 95% de los ingresos que llegan del extranjero proceden de la venta del petróleo. China es el principal cliente de PDVSA. El gigante asiático compra el petróleo venezolano de forma subrepticia: lo adquiere a través de pequeñas refinerías de la provincia de Shandong y para transportarlo utiliza petroleros fantasmas que esquivan el bloqueo estadounidense ocultando el origen de su carga.
Las exportaciones de crudo venezolano a China se han incrementado un 95% durante este año tras el endurecimiento de las sanciones impuestas durante la pasada primavera por Trump. Precisamente ese es uno de los argumentos de los asesores de la Casa Blanca para acelerar la presión sobre la república bolivariana: impedir que Pekín gane más influencia en la región.
La expropiación que lo cambió todo
Venezuela nacionalizó el petróleo en 1976 y hasta la llegada de Hugo Chávez al poder en 1998, Petróleos de Venezuela, SA (PDVSA) fue la segunda empresa petrolera del mundo. En los años noventa, durante el Gobierno de Rafael Caldera, se hizo una apertura petrolera, o internacionalización, y se formaron acuerdos con empresas extranjeras para incrementar la exploración y producción de crudo. El presidente Chávez, sin embargo, puso fin a esas colaboraciones y luego expropió los activos venezolanos de las principales empresas del sector, como ConocoPhillips o ExxonMobil, que se negaron a transferir el control mayoritario al Estado. Desde entonces, PDVSA, con 85.000 trabajadores, se ha convertido en un instrumento de poder y corrupción.
Por ello, se ha ido produciendo una escalada con diferentes altibajos en la relación entre Washington y Caracas hasta llegar a la situación actual. En 2017, durante el primer mandato de Trump, Estados Unidos impuso duras sanciones, que prohibían el comercio con Venezuela y la financiación de PDVSA. Las restricciones han empobrecido el país y han deteriorado aún más las explotaciones petrolíferas, haciendo cada vez más ineficiente el sector.
Maduro asumió la presidencia de Venezuela en 2013 tras el fallecimiento de Chávez. Ha sido acusado de amañar elecciones y aferrarse al poder, empleando la fuerza para reprimir las protestas. La oposición denuncia prácticas corruptas y el acoso para silenciarlos. Maduro ofreció petróleo y licencias a Estados Unidos a cambio de zanjar el acoso de Trump, según The New York Times.
La opositora María Corina Machado ha asegurado que si se destituía al oficialismo el nuevo gobierno revertiría las políticas nacionalizadoras, se concederían nuevas licencias de explotación a empresas extranjeras. “A las empresas estadounidenses en Venezuela les espera una riqueza aún mayor de 1,7 billones de dólares durante los próximos 15 años”, ha dicho.
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