Francia invoca la unidad 10 años después del trauma del Bataclan
Una impresionante ceremonia, diseñada por los autores de los Juegos Olímpicos, y la reivindicación de una sociedad más unida y sin odio celebran en París a las víctimas de los atentados del 13 de noviembre de 2015

Algunos acontecimientos aceleran tanto la historia que, a veces es imposible saber si, en realidad, fueron fruto de esa velocidad a la que empezaron a ocurrir las cosas. El 13 de noviembre de 2015 sucedió algo así.
Tres comandos de nueve hombres con armas automáticas y cinturones explosivos, en una acción sincronizada entre las 21.20 del viernes y las 01.40 del sábado, mataron a 132 personas y dejaron 350 heridos; 90 personas perdieron la vida en la sala de conciertos Bataclan. En varias terrazas y restaurantes del distrito 10 y 11 de París, otras 39. En el Stade de France, una más. Fueron tres horas y 20 minutos que sumieron a Francia en un trauma colectivo de consecuencias profundas.
Diez años después, una pandemia, varias guerras y el fin de muchos de los fenómenos que provocaron aquella masacre, como el califato del Estado Islámico, Francia intentó cicatrizar aquella herida con un gran homenaje a las víctimas. Y aunque el país y el mundo no son los mismos, es imposible pasar página completamente. La unidad del principio dio pie a una descomposición silenciosa, política y social, y a la configuración de un país fracturado y hoy profundamente polarizado. Y justamente de eso iba la ceremonia que ideó Thierry Reboul, director ejecutivo de los Juegos Olímpicos de París en 2024, uno los pocos momentos en estos últimos diez años en los que Francia ha caminado de la mano. Reboul construyó este jueves una suerte de misa laica con notas de rock y luz acompañando el recuerdo sereno de las víctimas, que jamás han permitido que las politizasen o instrumentalizasen.

Las campanas de Notre Dame, destruida y reconstruida también en estos diez años, comenzaron a repicar a las 18.00 en honor a las víctimas. La cantante Ann Shirley interpretaba Hells Bells, de AC/DC, en un claro homenaje a los gustos musicales de las 1.500 personas que se encontraban aquella noche en el Bataclan. Una imagen imponente de la Marianne, el rostro sin rostro de la República, lloraba por sus hijos. Y de repente, apareció Jarvis Cocker, líder del grupo británico Pulp, recitando Friday the 13th, una poesía compuesta aquel día, en el que era un parisino más.
Sonaron Dire Straits. Y sobre todo, You’ll never walk alone, interpretada por Jesse Hughes, líder de los Eagles of Death Metal, el grupo que sonaba aquella noche en la sala de conciertos. El dolor es algo contemporáneo y se expresa con las referencias culturales actuales, con la música, hilo conductor de la mayoría de víctimas aquel día. Luego sonó el Réquiem de las luces, compuesto por Victor Le Masne, el mismo autor a quien se encargó el himno de los Juegos Olímpicos.
Psicólogos, secretarios judiciales, policías... citaron una por una el nombre de las víctimas. El estado frente al terror. Hablaron los portavoces de las víctimas, mientras las fotos de los muertos se proyectaban en la fachada de la Iglesia de Saint Gervais. Justo donde se encuentra en el nuevo memorial. Philippe Duperron, presidente de la asociación 13onze15 no ocultó que “persisten las cicatrices de la muerte”. Pero fue crítico con los políticos, con “los presidentes irresponsables” que “se emplean en sembrar semillas de la discordia de la desunión”. Y advirtió del inquietante mundo que nació en 2015, con la explosión de las redes sociales. “Llenan el espíritu de nuestros jóvenes de odio. Hay que resistir a la tentación de fracturar. Resistiremos con nuestro compromiso por construir la seguridad sin sacrificar la libertad”.
Arthur Dénouveaux, presidente de Life For Paris, la otra asociación de víctimas, fue más allá. “Solo tenemos una exigencia, vivir en sociedad, con las leyes de la República. Ahora, y sin descanso, no ceder en nada, no relativizar nada. Los 132 nombres detrás de mí te lo dicen con mucha más fuerza: la vida es tan frágil, hay que amarla. Amémonos”.
El presidente de la República, encargado de cerrar el acto, envuelto en estos últimos años en centenares de polémicas, autor involuntario de parte de la fragmentación, apeló también a la unidad y a los valores de la República. “Fueron asesinados por terroristas portadores de una ideología islamista estructurada en redes sociales. Deseosos de aniquilar la visión de la humanidad que tiene nuestro país por su historia. Esos terroristas islamistas odiaban a Francia. Nos odiaban por ser franceses”, lanzó quizá omitiendo que muchos de ellos eran franceses y europeos. Y ese era, precisamente, el gran problema.








La polarización abierta tras aquella noche recorrió Francia los siguientes diez años. Y uno de los pocos momentos de comunión de los franceses fueron los pasados Juegos Olímpicos celebrados en París. Por eso las víctimas quisieron que la ceremonia del 10º aniversario fuera organizada por uno de los autores de aquella puesta en escena, Thierry Reboul, director ejecutivo.
La ciudad se ha recuperado. La vida sigue y lugares como el Bataclan, donde murieron 90 personas y que hoy continúa programando conciertos, han vuelto a la normalidad. Ese es parte del mensaje que lanza París en el aniversario de los atentados, regresando a los lugares de la tragedia, dando la voz a las víctimas que se agruparon en dos asociaciones que han mantenido vivo el recuerdo. Pero una parte del camino está ya hecho. Una de ellas, Life for París, ha decidido ahora disolverse. “No queremos ser víctimas profesionales”, explicaba a este periódico su presidente, Arthur Dénouveaux.
No todo el mundo es capaz de verlo igual. “Desde aquel 13 de noviembre, hay un vacío que no se puede llenar: mi padre amaba la vida“, lanzó Sophie Dias, hija de la primera víctima de la jornada mortal, Manuel Dias, en las puertas del Estadio de Francia, primera parada de la conmemoración. “Nos dicen que pasemos de página al cabo de 10 años, pero la ausencia es inmensa, el shock sigue intacto y la incomprensión continúa con nosotros", añadió.
El grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), que controlaba todavía ciudades como Raqa, en Siria, o Mosul, en Irak, reivindicó los ataques horas después. Era una respuesta, anunciaron, a la participación de Francia en la coalición internacional que bombardeaba sus posiciones en los dos países árabes. Hoy no solo está prácticamente derrocado. Sino que Ahmed al Shara, uno de aquellos yihadistas, el líder de HTS, ligado a Al Qaeda en el pasado, es el presidente de Siria y es recibido por Donald Trump en la Casa Blanca. Así, en parte, ha cambiado también el mundo, se ha acelerado.
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