Ucrania se aferra a Pokrovsk para evitar su peor derrota en dos años frente a los rusos
Los dos ejércitos centran sus esfuerzos en esta ciudad oriental cuya batalla recuerda a la librada en 2023 en Bajmut


Rusos y ucranios explican, cada uno según su propia versión, los bombardeos, movimientos de tropas, asaltos a edificios durante la batalla urbana y los avances y retrocesos que estos días tienen lugar en torno a la disputada ciudad de Pokrovsk (este de Ucrania). Pese a que el cerco de las tropas de Moscú está cada vez más próximo ―están a unos cinco kilómetros de completarlo―, Kiev se resiste a dar por perdida la que sería la principal plaza ganada por los rusos en más de dos años, desde que tomaron Bajmut en 2023.
Si cae Pokrovsk ―y la vecina Mirnograd―, se abrirá una nueva puerta al avance para controlar la región de Donbás, tan ansiado por el presidente ruso, Vladímir Putin, que insiste en no aceptar un alto el fuego con Kiev. Con Prokrovsk en manos rusas, los dos grandes núcleos bajo control de Kiev en la región oriental de Donetsk, las localidades de Sloviansk y Kramatorsk, quedarían más expuestos. No obstante, el poderoso ejército del Kremlin lleva intentando doblegar esta parte de Ucrania desde 2014 y, más de 11 años después, sigue sin lograrlo del todo.
Para tratar de salvar Pokrovsk (que antes de la guerra tenía 60.000 habitantes) y remarcar su importancia, Ucrania mantiene un elevado despliegue militar, y también político, en torno a esta ciudad. El presidente, Volodímir Zelenski; su número dos, Andri Yermak, y altos mandos del ejército, entre ellos su máximo responsable, el general Oleksandr Sirski, han realizado visitas a la zona en los últimos días.
La maquinaria comunicativa de Kiev ha hecho públicas imágenes de reuniones y ceremonias de entrega de galardones a uniformados en el frente por parte del mandatario, que no oculta que esta batalla es ahora su prioridad. A su vez, se suceden los vídeos grabados desde drones con los que se trata de certificar supuestos avances locales en las calles de Pokrovsk, como en la sede del Ayuntamiento, donde los ucranios han vuelto a colocar la enseña nacional.

Pero también afloran versiones que llevan al pesimismo a las tropas de Kiev. El mapa de Deep State que actualizan analistas militares ucranios gracias a fuentes de información abiertas muestra cómo la zona gris, en teoría terreno no dominado por ninguno de los contendientes, antecede al espacio en rojo de los rusos en el mapa. “Todo lo que es gris en Deep State en la ciudad de Pokrovsk debería pintarse de rojo. Aproximadamente el 60% de la ciudad está controlada por los rusos”, describe un oficial de alto rango desplegado en la zona bajo condición de anonimato al medio Hromadske. Pilotos de drones ofrecen a ese mismo medio versiones similares con constantes cambios de posición ante el avance enemigo.
Retirada táctica
El envío de fuerzas especiales ucranias entre los refuerzos indica, en principio, que no hay intención a corto plazo de ordenar por parte de Kiev una retirada táctica para minimizar las pérdidas. Eso permitiría armar una línea defensiva algo más atrás capaz de frenar a los rusos, aunque estos hubieran capturado Pokrovsk, como sugieren algunos analistas.
Moscú, por su parte, asegura que mantiene la zona bajo su ocupación y ha llegado a anunciar en los últimos días que se suceden las rendiciones de soldados ucranios, pero no hay rastro de visita alguna de autoridades del Kremlin a Pokrovsk o su entorno. Los militares invasores siguen “destruyendo las formaciones cercadas de las Fuerzas Armadas de Ucrania”, ha afirmado este jueves el Ministerio de Defensa de Rusia, que eleva a 64 el número de edificios que han caído bajo su control entre este miércoles y jueves. Tratan de asestar el hachazo definitivo con la acumulación de fuerzas desplazadas desde otros frentes de la provincia de Donetsk, como ha indicado el Instituto de Estudios de la Guerra (ISW, según sus siglas en inglés). Eso ha hecho que la proporción sea de ocho rusos por cada ucranio, según los cálculos del propio Zelenski de hace una semana.
En todo caso, batallas anteriores libradas también en Donetsk, como las de Bajmut o Avdiivka, tardaron largos meses en decantarse, incluso cuando ya se vaticinaba su final. Con el invierno a las puertas, los avances sorpresivos y los movimientos masivos de tropas se complican.
¿Qué hay detrás de la batalla de Pokrovsk para que tanto rusos como ucranios lleven las últimas semanas poniendo toda la carne en el asador? Pokrovsk ha sido escenario de un centenar de los 276 choques que han tenido ambas partes sobre el terreno en las últimas 24 horas, informó el Estado Mayor de Kiev este jueves. El dominio en el frente más disputado de la contienda en la actualidad deja entrever motivaciones militares, políticas y diplomáticas.
Por un lado, Rusia no doblega a Kiev en una plaza de este calibre desde que, en mayo de 2023, cayera Bajmut. En todo caso, el valor estratégico, logístico y como nudo de comunicaciones de Pokrovsk está hoy en día en entredicho desde que en verano del año pasado la apisonadora bélica empezara a arrasar esta localidad, en la que queda apenas un millar de habitantes. Kiev puede lograr retener aquí el avance ruso, pero, en caso de conseguirlo, lo que tendrá bajo su autoridad será un montón de escombros. El Kremlin, por su parte, vería más abierto el camino para terminar de ocupar el 30% de la provincia de Donetsk que aún retiene Ucrania.
Por otro lado, cada ciudad que cae es una nueva herida en el orgullo ucranio y un nuevo paso adelante en el intento de Putin de subyugar todo Donbás, bastión industrial integrado por las regiones de Lugansk y Donetsk donde la guerra está instalada desde 2014, cuando Moscú declaró su apoyo a las autoproclamadas repúblicas separatistas. Por eso, los dos países esperan poder anotarse la victoria de esta batalla como cierre del año y a las puertas de los meses en los que la nieve y el hielo congelan el campo de batalla.
Por último, la diplomacia también está pendiente del posible desenlace de la batalla de Pokrovsk. Las posibles negociaciones de paz —pese al impulso que ha tratado de insuflar el presidente de Estados Unidos, Donald Trump— están estancadas. Ambos contendientes tratan de mostrar a sus aliados su capacidad de sobrevivir o imponer su criterio. Zelenski, aunque no deja de pedir nuevo armamento, debe demostrar que su ejército es capaz de seguir siendo el muro de contención necesario en el este de Europa y que, como contrapartida, el país debe tener abierta la puerta para acceder a la Unión Europea y la OTAN.
Putin, aparte de seguir aferrado a un plan de conquista en contra de la legalidad internacional, pretende demostrar a Trump ―y al resto del mundo― que es capaz de sobrevivir al lastre de las sanciones y que, con su política de hechos consumados, será cada vez más complicado obligarle a devolver el territorio usurpado a Kiev.
Mientras tratan de tomar Pokrovsk, sus tropas no dejan de bombardear a diario el resto de localidades que mantiene Ucrania bajo su autoridad en Donetsk. Como ha podido comprobar EL PAÍS, ciudades como Sloviansk, Kramatorsk, Druzhkivka o Konstiantinivka son objetivo constante de todo tipo de drones rusos, que golpean tanto objetivos militares como civiles, así como infraestructura energética básica para la población en invierno. Aparentemente, la estrategia de Putin es complicar al máximo la supervivencia en todas estas localidades, algunas ya medio en ruinas y casi vacías, como Konstiantinivka, para minar la moral de Kiev y allanar el camino de su ejército.
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