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El año de protestas en Serbia contra el Gobierno de Vucic desemboca en una gran manifestación: “Ya no hay marcha atrás”

El homenaje a las 16 víctimas mortales por la caída de una marquesina en la estación de Novi Sad refleja la fortaleza de un movimiento estudiantil que se prepara como alternativa política

Vista aérea de la concentración de este sábado en Novi Sad, donde hace un año murieron 16 personas tras el derrumbe de una marquesina de la estación. Foto: Marko Djurica (REUTERS) | Vídeo: epv
Francisco Peregil

El zumbido de los drones que volaban sobre la multitud para tomar imágenes fue lo único que se oyó este sábado a partir de las 11.52, y durante 16 minutos, frente a la estación de Novi Sad. A esa hora, un año atrás, morían 16 personas al derrumbarse la marquesina en una infraestructura ferroviaria que acababa de reformar dos empresas chinas con subcontratas serbias. Gran parte de la sociedad registró ese hecho como una consecuencia lógica de años de corrupción y falta de transparencia. Todo un símbolo. Por eso, la conmemoración del primer aniversario estuvo cargada de mensajes muy claros de rechazo al Gobierno, sin necesidad de pronunciar palabras desde el estrado ni exhibir pancartas.

Los estudiantes que iniciaron las protestas hace un año con las manos pintadas de rojo, pidiendo responsabilidades y bajo el lema de “la corrupción mata”, lograron reunir a decenas de miles de personas. Llegaron de forma pacífica desde varios puntos del país y se fueron de la misma manera: en silencio, sin líderes visibles en el estrado, tal como han actuado a lo largo de un año. Pero con un objetivo claro para los presentes: la caída del presidente, Aleksandar Vucic, del gobernante Partido Progresista Serbio (SNS, por sus siglas en serbio).

Por encima de muchas cabezas destacaba el jugador internacional Vladímir Stimac, de 2,11 metros, que saludaba a sus seguidores: “Este Gobierno de Vucic quiere dividir a la gente sembrando el odio. Pero somos un país multiétnico. Y los estudiantes han sabido unir a la gente”.

Novi Sad es una ciudad apacible, atravesada por el río Danubio en su camino hacia el mar Negro. Abundan las grandes avenidas arboladas, los carriles bici, los gimnasios y las motos eléctricas. Sus más de 300.000 habitantes, muchos de ellos jóvenes, tienen fama de gente tranquila. Y, sin embargo, es bajo esta calma aparente donde comenzó el germen del cambio.

Como tantas otras semanas, el viernes, antes de la manifestación, a las 11.52 de la mañana, decenas de ciudadanos bloquearon varias carreteras durante 16 minutos. En una de ellas estaba Nomir, de 47 años, profesor en el colegio Mihajlo Pupin. Este docente, igual que otros entrevistados, prefiere ocultar su apellido. “En este país vivimos en la oscuridad, con la mayoría de los medios en manos del Gobierno. Pero tenemos que ganar esta batalla. Si no, ¿qué será de nuestros hijos? Se tendrán que ir todos fuera”.

Los estudiantes reclaman elecciones anticipadas. Las últimas legislativas las ganó el SNS del presidente Vucic, con el 48% de los votos, y las siguientes están previstas para 2027, año en que el Gobierno prepara los fastos de la Exposición Universal. Pero ese es un plazo demasiado largo para muchos.

Jelena, una estudiante de cuarto curso de Derecho, de 22 años, dice que “ya no hay marcha atrás” en la lucha por la caída del régimen. Es lo mismo que opinan todos los consultados, con palabras similares. “Mi madre murió sin encontrar trabajo porque no pertenecía al partido, al SNS. En este país hay mucha gente en puestos de responsabilidad que no está cualificada. Los fiscales y jueces tienen las manos atadas para llegar al fondo de los asuntos. Pero Vucic está cada día más débil”.

Aleksander, de 19 años y que prefiere no revelar su apellido, aspira a ingresar en la facultad de Matemáticas de Novi Sad. Explica que su madre ya salió a la calle hace 30 años para reclamar derechos básicos frente al régimen de Slobodan Milosevic, del que Vucic fue ministro de Información. “No quiero que mis futuros hijos se manifiesten por las mismas razones que yo ahora. Mucha gente sabe que esta es nuestra última oportunidad”.

Los estudiantes eligieron a sus delegados hace meses, y se han reunido en varias ciudades para discutir sobre una lista de candidatos a futuras elecciones y un programa electoral que abarque las aspiraciones de las distintas corrientes dentro del movimiento. Nadja Solaja, de 22 años y estudiante de cuarto de Periodismo, explica: “En un año me he reunido más de 100 veces. Algunos de esos encuentros duraban hasta seis horas. No ha sido fácil elegir a nuestros representantes. Fueron elecciones democráticas y, al mismo tiempo, secretas. Pero ahora estamos más organizados y preparados que nunca”.

La organización del homenaje a las víctimas ha sido un prodigio de eficacia. Muchos estudiantes llevaban chalecos amarillos para ayudar al resto de asistentes. Y veteranos de las guerras de los noventa, con sus icónicas boinas rojas, se encargaban de la seguridad.

El gran desafío de este movimiento tan diverso es demostrar que puede ser una alternativa creíble en las próximas elecciones. Srdjan Cvijic, presidente del Comité Asesor Internacional del centro de estudios Belgrade Centre for Security Policy, cree que si el Gobierno no convoca elecciones anticipadas es “porque está más débil que nunca”. Y considera que su estrategia consistirá en crear discordia entre los estudiantes y los partidos de la oposición. “Pero si el frente democrático se presenta unido, aunque sea en diferentes listas, este régimen no tendrá ninguna opción de victoria”.

Por su parte, el estudiante Aleksander asume que ellos no podrán resolver los problemas que ha sufrido el país en los 30 últimos años. Sin embargo, también cree que pueden crear las condiciones para que se debata libremente sobre algunos asuntos. “El tema que más polariza a la sociedad es el de Kosovo [y el posible reconocimiento de su independencia]. Pero ahora mismo es imposible salirse del terreno que marca la propaganda del Gobierno. Nosotros tenemos que conseguir que la gente se exprese sin miedo”.

El periodista Zeljko Veljkovic, que trabaja para United Media, el principal medio independiente y crítico con el Gobierno, advierte de que la presencia de informadores europeos en Serbia es de vital importancia en estos momentos: “Porque, hasta el mes pasado, la UE ha apoyado a Vucic. La gente se sentía abandonada, y aquí somos muchos los que estamos luchando por unirnos a Europa. Necesitamos el apoyo de Bruselas”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.
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