Rumania, entre la resignación y el miedo tras el anuncio de la reducción de tropas estadounidenses
El Gobierno quita hierro a la orden de Trump, pero expertos y analistas creen que el gesto hará que Putin se sienta más fuerte


Rumania, con 19 millones de habitantes, es el miembro de la UE y de la OTAN más pegado físicamente a la guerra de Ucrania: comparte con este país, invadido por Rusia, una frontera de 650 kilómetros. E incuba en ella el temor a que, un día, el Kremlin pueda extender el conflicto a ese flanco oriental europeo. Con esa inquietud, las autoridades de Bucarest recibieron el pasado miércoles la noticia de que el Gobierno de Donald Trump va a reducir las tropas estadounidenses en territorio rumano casi a la mitad: de los cerca de 1.700 soldados que forman parte del destacamento de la OTAN allí a unos 900 militares. Un anuncio que ha caído como un jarro de agua fría en un país que siente cerca la amenaza rusa, hasta el punto de que hace un año su Tribunal Constitucional llegó a anular unas elecciones ante la sospecha de que el Kremlin había colocado al candidato vencedor.
Desde que Vladímir Putin lanzó en febrero de 2022 la invasión de Ucrania, han caído frecuentemente en la provincia rumana de Tulcea fragmentos de drones, derribados por las defensas antiaéreas ucranias. Artefactos que tenían como objetivo los puertos del país invadido en la desembocadura del Danubio pero que acabaron en territorio rumano.
Además, dos cazas rumanos despegaron a mediados de septiembre para interceptar un aparato ruso no tripulado que ingresó en su espacio aéreo, y el Servicio Rumano de Inteligencia (SRI) desveló el pasado día 21 que había frustrado un acto de sabotaje en Bucarest, supuestamente orquestado por Rusia. Se trata de incidentes que han propulsado el desasosiego en una población con un notable sentimiento antirruso.
En paralelo, Rusia ha recrudecido en el último año sus actividades de guerra híbrida en Rumania, al igual que en el resto de Europa. En una decisión inédita, el Tribunal Constitucional rumano decidió anular las elecciones presidenciales en diciembre del pasado año, a dos días de la celebración de la segunda vuelta, al detectar una supuesta injerencia del Kremlin a favor de un candidato extremista y prorruso, a quien apenas nadie conocía unos meses antes y que, contra todo pronóstico, había resultado vencedor en primera vuelta. Finalmente, los comicios se repitieron en mayo de 2025 y fueron ganados por el proeuropeísta Nicusor Dan.
El actual presidente rumano, Nicusor Dan, quitó hierro el miércoles al anuncio de la reducción de militares estadounidenses, argumentando que no compromete la seguridad del país y que simplemente devuelve la cifra de soldados norteamericanos desplegados en Rumania al nivel anterior a la guerra en Ucrania. “La disuasión de las amenazas en el flanco oriental de la OTAN se compensa con un aumento consistente de equipamiento militar y con el incremento de la presencia de fuerzas europeas, en pleno acuerdo con el socio estadounidense”, dijo Dan. Trump afirmó también que la decisión “no es muy importante, no es gran cosa”, tras ser preguntado antes de subirse al Air Force One.
Los analistas no lo ven tan claro. Para Armand Goşu, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Bucarest, especializado en el espacio soviético, la marcha de los militares, por pocos que sean, supone un motivo de preocupación. “Alimentará la propaganda rusa que afirma que Trump se va a dividir el mundo con Putin, como hicieron Stalin y Roosevelt en Teherán y Yalta [durante la II Guerra Mundial]; de modo que esta salida llega en un momento inoportuno”, advierte el experto y experiodista de la BBC en Moscú.
Además, Goşu remarca que la retirada prueba que Estados Unidos no es un socio de fiar: “Las garantías de seguridad dentro de la OTAN y también bilaterales recibidas de Washington dejan de tener gran valor”.
El profesor teme que, “en caso de una agresión militar clásica, poco probable en este momento, los aliados de Rumania tendrían dificultades para cumplir con las obligaciones asumidas en el artículo 5”, aquel que establece que un ataque contra un país miembro lo es contra todos. “La infraestructura de Rumania es precaria, no hay autopistas por las que, en pocos días, puedan llegar vehículos de combate o tropas desde las bases de Alemania o Italia; además, en extensos tramos de las vías de tren se circula a 30 kilómetros por hora, una velocidad más baja que la de principios del siglo XX”, explica.
La solución, en todo caso, pasa por una mayor ayuda de los socios europeos, según Goşu. “Si la parte norte del flanco oriental se consolida alrededor de Polonia y los países escandinavos con la participación cada vez más consistente de Alemania y el Reino Unido, no se puede decir lo mismo de la zona sur del flanco oriental, donde, aparte de Francia, los otros socios de Rumania, Italia y España, no se preparan para aumentar los contingentes militares”, asevera. De los 3.500 soldados extranjeros que hay en Rumania en la actualidad, 1.100 son franceses, 300 belgas y unos 240 españoles, además de otros tantos procedentes de Países Bajos, Luxemburgo, Portugal o Macedonia del Norte.
Goşu expresa su incomprensión por la reducción del contingente estadounidense en Rumania mientras el Pentágono mantiene el número de sus tropas en Polonia. “Desde la cumbre de la OTAN en Varsovia en 2016 quedó claro que el interés de la OTAN se concentra en la zona del Báltico. Pero, si miramos el mapa, la agresión de Rusia se centró en la cuenca del Mar Negro, cerca de las fronteras de Rumania y Bulgaria. Y, probablemente, continuará allí. Esta es una zona de máxima vulnerabilidad, con una baja resiliencia social, donde se debe invertir más y más seriamente en el ámbito militar”, incide.
La decisión de Trump ha puesto de relieve una verdad incómoda, señala el exjefe del Estado Mayor del Ejército Ștefan Dănilă. “Hemos descubierto que el pilar de la estrategia de defensa con Estados Unidos no es tan sólido”, lamenta este general ya retirado. Y coincide en que el gesto puede ser interpretado en Moscú como un signo de fragilidad. “Si Rusia siente una debilidad, se notará aún más su presencia”, apunta Dănilă, aunque precisa que Moscú tampoco olvida que Rumania pertenece a la OTAN, por lo que descarta cualquier ataque directo.
El movimiento de Washington también afecta a menor escala a otros países de la zona como Hungría, Eslovaquia y Bulgaria. “En esta retirada parcial, Rumania está incluida en el grupo de Estados de Europa del Este que han coqueteado con Rusia de alguna manera”, apunta Sabina Fati, analista y comentarista sobre la región del Mar Negro. “En concreto, junto a Hungría y Eslovaquia, que boicotean el apoyo a Ucrania en la UE, y Bulgaria, que permitió hasta hace poco que los buques fantasma de Rusia les llevaran petróleo a la refinería rusa de Lukoil en Burgas y, luego, lo cargaron nuevamente en otras embarcaciones bajo distintas banderas, según investigaciones periodísticas”, prosigue.
La periodista y escritora cree que puede haber una táctica a más largo plazo de la Administración estadounidense: “No olvidemos que Putin pidió volver a la Europa de 1997, es decir, antes de la incorporación de los países excomunistas a la OTAN. No creo que Occidente lo permita, pero tres Estados del sureste europeo ahora han prestado diferentes servicios a Rusia”, dice.
Hace casi una década, Bucarest propuso una flota de la OTAN en el Mar Negro para fortalecer ese flanco ante las tentativas de desestabilización rusa, pero Bulgaria y Turquía se negaron, lo que ha hecho que las autoridades rumanas hayan mimado aún más las relaciones con Estados Unidos, las mismas que parecen tambalearse ahora. “Rumania merece seguir siendo apoyada por los estadounidenses: se encuentra en una periferia donde la historia siempre ha dado giros abruptos”, zanja Fati.
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